Significado de gentrificación Definición, ejemplos, proceso, desigualdad y zonas rurales
Definición formal
La gentrificación es la modernización de territorios urbanos, impulsado política y estratégicamente por la llegada de intereses de sectoriales pudientes, provocando el desplazamiento de grupos sociales incapaces de responder al nuevo y creciente costo de vida que impacta a nivel residencial, acarreando una transformación de los estándares socioeconómicos.
Como ejemplo emblemático, puede citarse a San Francisco en Estados Unidos, lugar al cual los profesionales y numerosas empresas de la industria tecnológica reunida en el denominado Sillicon Valley (Valle de Silicio) comenzaron a mudarse o expandirse paulatinamente, instalando una brecha económica que desampara a los residentes tradicionales al punto de calificar a la ciudad como una de las más costosas para vivir en el país.
Su distinción del fenómeno como tal remonta a 1962, percibido por la socióloga Ruth Glass, nacida en Alemania e hija de padre judío, quien abandona su país en 1932 y se especializa en Londres y Nueva York para finalmente instalarse en el Reino Unido en 1943. Su trabajo repercute al respecto de la incidencia de los cambios estructurales en Londres de la época sobre las clases más humildes. De este modo hay que saber diferenciar una reforma que contribuye al bienestar general de un vecindario, y otra que se impone como una barrera de clases. Desde la mirada más negativa, puede plantearse como una colonización regida por las clases poderosas.
Dos caras de un fenómeno de clases
A partir de trabajar sobre la reestructuración de espacios urbanos que han caído en desuso o deterioro, es posible identificar un conjunto de razones. La principal parece estribar en los cambios socioeconómicos de los residentes o usuarios del sector. Demostración de ello ocurre en conjuntos residenciales de clase media donde las personas empiezan a generar ingresos y se mudan a zonas acomodadas. En consecuencia, el sector queda en manos de grupos sociales distintos.
Este fenómeno se despierta a partir del momento en que un grupo social se traslada e instala en una nueva zona, y entonces la “gentrifican” o “aburguesan”, es decir, la renueva para tornarla más acorde a su modus vivendi. Vale decir, que es un proceso de dos caras: sectores urbanos que son renovados, versus otros que son dejados atrás y quedan en mal estado.
Visto por el lado positivo, la gentrificación logra mejorar ciertos escenarios citadinos; muchas veces, hasta se convierte en política de Estado. No obstante, esto último solo parece posible cuando la clase social que busca acomodarse en un nuevo ámbito es la que tiene el poder.
Lo curioso de la gentrificación es que se lleva a cabo en zonas ya existentes de la ciudad. Antes, las clases sociales que ascendían solían irse de la ciudad que se iba degradando. Pero, gracias al enorme tamaño y dinámica de las metrópolis actuales esto ya no es posible; por eso ahora se prefiere esta suerte de recuperación o adaptación de los mismos lugares de la ciudad.
¿Cómo funciona el proceso de gentrificación?
Expone un desarrollo complejo y hay que agregar que tiene como protagonista la mercantilización de los espacios urbanos; en otras palabras, el espacio que se recupera tiende a ser rentable de modo que sube su valor. Es una dinámica que entremezcla elementos heterogéneos: el urbanismo, la sociedad, la economía, etc.
1. Hay un grupo social que gana capacidad económica y política. En consecuencia, trata de ubicar un espacio propio y diferenciado en el escenario de la ciudad.
2. Este grupo social no busca irse de la ciudad, sino que detecta en el ámbito citadino un sitio deteriorado que puede ocupar y transformar.
3. Usualmente, este sitio tiene importancia por localización: está lejos de otras áreas, se puede demarcar claramente y suele tener actividad comercial.
4. Entonces, el nuevo grupo social trata de hacerse con este espacio de muchas maneras: comprando a buen precio a los dueños de inmuebles y terrenos, modificando ordenanzas, haciendo expropiaciones, generando presión comercial, etc.
5. Suele haber resistencia por los habitantes de ese sector de la ciudad a dejar la zona, lo cual a veces deriva en conflictos. Estas diatribas suelen implicar medidas de presión para que los grupos del sitio a “gentrificar” desalojen. Por ejemplo, se cambia el régimen del tipo de negocios en la zona, de esa manera, los dueños de locales deben mudarse ya que su establecimiento no es acorde a las nuevas normas de la localidad.
6. Regularmente, la gentrificación primero acelera el deterioro de un espacio urbano (para tornarlo incómodo y desalojar a sus moradores), para luego proceder a su renovación.
7. Una vez que un nuevo grupo social entra al sitio, se mejoran todos los servicios y se adecúan las ordenanzas al interés de este nuevo sector social.
Paulatinamente, el lugar se va aburguesando. No cabe duda que, a la larga, resulta algo beneficioso para que la ciudad rescate sus espacios. No obstante, todo esto tiene como telón de fondo dinámicas sociales enfrentadas.
Desigualdad: Vulneración de los derechos y otras problemáticas
Tal y como se indicó al final de la sección anterior, la gentrificación tiene luchas sociales de por medio. Es un fenómeno que lleva algo implícito: la desigualdad.
Es por medio de la desigualdad que un grupo se apodera de ciertas zonas urbanas. Por ejemplo, en Colombia está el caso del Barrio de Getsemaní en Cartagena. Cuando esta ciudad es declara Patrimonio de la Humanidad, muchos inversores empezaron a tratar de tener propiedades en dicha localidad urbana.
Con el paso del tiempo, se ha perdido interés por el centro de Cartagena y, más bien, se ha procurado lanzar los intereses sobre el cercano arrabal de Getsemaní. Se han comprado casas y sitios a altos costes, desalojando a la población autóctona (esta última, para el 2020, solo era un 10% de los actuales residentes de Getsemaní).
El derecho de antigüedad queda eliminado con la gentrificación, y el nuevo espacio urbano suele quedar designado específicamente para la nueva clase social, o sea, se cierra a otras personas ya que se asume que solo tienen derecho al mismo quienes “invirtieron en mejorarlo”.
Por otra parte, la gentrificación puede alterar tradiciones de la ciudad. Tal es el caso de las zonas de mercado que son mudadas a la fuerza, cambiando así cierta tradición de hábitos de consumo en las urbes. En ciudades como Cartagena, por ejemplo, se dice que la gentrificación incluso atenta contra el patrimonio histórico de “La Heroica”.
Transformación: ejemplos de barrios humildes a zonas modernas
Además del citado caso de San Francisco al inicio, los barrios de Lavapiés o Malasaña en Madrid han sido tradicionalmente zonas habitadas por clases populares. Esta circunstancia se ha dado también en el barrio de Harlem en Nueva York o en Brixton en Londres. Estos enclaves urbanos son actualmente espacios con una intensa actividad comercial, con viviendas a precios muy elevados y con una gran afluencia de turistas.
Este proceso de elitización no es exclusivo de las grandes urbes del planeta. Si tomamos como referencia el barrio de Santa Catalina de Palma de Mallorca, una ciudad española que no llega a los 500 mil habitantes, era hasta hace pocos años un lugar habitado por trabajadores de pequeñas industrias y por pescadores, donde había pequeños comercios y un mercado con precios económicos. En los últimos años esta situación ha cambiado radicalmente.
Actualmente es un barrio dedicado al ocio nocturno, con comercios especializados y con una población cosmopolita que ha comprado y rehabilitado las antiguas casas tradicionales. Entre los nuevos de habitantes de Santa Catalina destacan los que vienen de Suecia. Para los suecos es un barrio atractivo por muchos motivos: está cerca del mar, hay una amplia oferta gastronómica y una vida social tranquila.
¿La gentrificación puede aplicarse en zonas rurales?
Se trata de un término que emerge en escenarios urbanos pero que puede trasladarse a espacios rurales. Básicamente, suele suceder por fenómenos como: el turismo y la aparición de empresas con nuevas actividades económicas.
Los habitantes de pueblos pequeños se suelen quejar de la llegada de empresas turísticas que compran terrenos o inmuebles. Al hacerlo, van desalojando a los habitantes del sitio, por lo que alteran la dinámica de estas poblaciones. Incluso, compiten o eliminan el medio de sustento de los lugareños.
Esto también sucede con empresas de minería o de productos agrícolas que se adueñan de poblados y generan una gentrificación. Aparecen nuevos grupos sociales que desplazan a los existentes. Asimismo, se dota de infraestructuras a estas localidades, aunque desencadenando los mismos malestares sociales que describimos previamente para las entidades citadinas. Por ende, la gentrificación si puede extenderse más allá de las ciudades.
Trabajo publicado en: Abr., 2020.
Ilustraciones: Can, Kurlin_CafE
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