Importancia de la Célula Procariota
Título de Profesora de Biología
La vida microscópica está conformada también por una gran diversidad de formas de vida unicelular, con características estructurales, orgánicas y genéticas mucho más simples que es resto de organismos. Estos diminutos seres se encuentran sistemáticamente agrupados en un reino propio denominado protista, el cual está conformado por las células procariotas. Estos peculiares individuos comparten características evolutivas exclusivas tales como: 1) una cadena de ADN organizada de forma circular aglomerada, constituyendo un nucleoide, sin presencia de un núcleo definido; 2) poseen una pared celular compuesta por diversas sustancias que le atribuye una mayor resistencia ante los factores ambientales, molecularmente distintas entre los géneros de este reino, y también de la pared celular de los vegetales; 3) son más pequeñas que las células eucariotas; 4) no poseen organelos celulares definidos como mitocondrias, cloroplastos o retículo endoplásmico, pero sí tienen algunas estructuras internas especializadas, como los ribosomas, que les permiten síntesis de proteínas.
Más pequeño, más eficiente
Como formas de vida, las células procariotas son las más simples y de menor tamaño que puedan encontrarse, título honorífico que pudiese ser modificado según el resultado del, hasta ahora, interminable debate sobre la catalogación de los virus como seres vivos o no, más por los momentos, bacterias y arqueas, representan los más diminutos organismos con vida propia, de lo cuales muy posiblemente se haya originado el resto de la vida sobre el planeta, ya que las evidencias indican que estas células aparecieron hace más de 3.500 millones de años, cuando nadie más habitaba la tierra.
Sus reducidas dimensiones les permitieron colonizar todos los espacios, incluso los más inhóspitos, y es que la simplicidad orgánica de estas células representa una gran ventaja a la hora de adaptarse a los medios y recursos, permitiéndoles aprovechar energéticamente cualquier tipo de sustancias, por lo que muchas especies son consideradas extremófilas, habitando de forma exclusiva nichos en los que no es capaz de sobrevivir ninguna otra especie. La diversidad metabólica tan amplia existente entre este tipo de organismos, les permite por ende vivir en una igual variedad de entornos y recursos, siendo capaces de producir energía a partir de sustancias químicas inorgánicas e inorgánicas, o hasta por medio de fotosíntesis.
Esta condición de adaptabilidad extrema aunada a la ínfima cantidad de nutrientes que requieren para sobrevivir, ha generado como consecuencia que las células procariotas tengan una alta eficiencia metabólica, siendo capaces de degradar, absorber y metabolizar casi cualquier tipo de sustancia orgánica e inorgánica existente, por lo cual serían los únicos seres vivos que realmente pudiesen tener garantizada una vida eterna, también como consecuencia de que los desechos metabólicos de algunas especies, pueden servir de alimento para otras, manteniendo un equilibrio perfecto si tan sólo existiesen procariotas.
No obstante, lo opuesto a esta última idea según cómo se han desarrollado las dinámicas de vida entre las especies, es un escenario más bien catastrófico para la mayoría, ya que los procariontes también facilitan las condiciones de vida para casi todo los demás seres vivos. Por ejemplo, sin bacterias capaces de descomponer la materia orgánica, los nutrientes que de esta se pueden obtener no retornarían a los suelos para poder ser aprovechados por las plantas, alimentando estas a su vez a los herbívoros y estos a los carnívoros, completando así también el ciclo de transformación de la energía.
Rapidez reproductiva
Una capacidad de reproducción rápida a través de la división celular por fisión binaria es lo que permite que las células procariotas se reproduzcan a una tasa muy alta, hecho que puede jugar tanto a favor como en contra de los ecosistemas y más aún de los organismos que puedan verse afectados por una infección bacteriana.
La célula procariota también ha influenciado la evolución de la vida en la Tierra al ser la precursora de las células eucariotas. La teoría endosimbiótica propone que las células eucariotas evolucionaron a partir de la simbiosis entre diferentes células procariotas. Por ejemplo, se cree que las mitocondrias, que son los organelos encargados de producir energía en las células eucariotas, evolucionaron a partir de células procariotas que fueron absorbidas por células anfitrionas.
Otro ejemplo de la importancia de la célula procariota en la evolución es el desarrollo de la fotosíntesis. Se sabe que la fotosíntesis se originó en bacterias fotosintéticas hace unos 3.000 millones de años, mucho antes de que aparecieran los organismos multicelulares. Las bacterias fotosintéticas fueron capaces de convertir la luz solar en energía química, lo que les permitió prosperar en ambientes donde otros organismos no podían sobrevivir.
Aprovechando las bacterias
Además de ser los organismos más abundantes sobre el planeta, tanto por cantidad de individuos como por las regiones en donde pueden hallarse, son capaces de desempeñar muchos roles críticos en los ecosistemas, como por ejemplo, la fijación del nitrógeno del aire para convertirlo en una forma aprovechable por otros seres vivos, así como de muchas otras sustancias, habilidad que ha llamado fuertemente la atención par el desarrollo de biotecnología sustentada en el aprovechamiento de estos tipos de bacterias, para la reversión de los daños ocasionados por la contaminación producida con la acción humana.
Por otra parte, desde hace siglos diversas especies de bacterias poseen imprescindibles cargos laborales de gran utilidad para la producción de muchas de las delicias a las que los humanos estamos acostumbrados, como el yogur, el queso y algunos otros fermentos, pero también existen procariotas que se utilizan en la producción de enzimas y otros compuestos importantes en la industria farmacéutica, mientras que otras fomentan la investigación científica sirviendo como modelos para entender la genética y la biología molecular, debido a su relativa simplicidad orgánica y funcional, haciéndose más fácil y económico estudiar sus procesos bioquímicos y genéticos que los de células más complejas como las eucariotas.
Si bien es cierto que las bacterias también son responsables de muchas enfermedades infecciosas. Comprender cómo funcionan las células procariotas y cómo interactúan con sus entornos ha permitido desarrollar tratamientos efectivos para combatir las enfermedades ocasionadas por ellas, siendo con todo esto que su relevancia a nivel económico tiene un auténtico alcance mundial y en todo tipo de rubros.
Referencias
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DuPraw, E. (1971). Biología Celular y Molecular. s/e. Barcelona, España. Ediciones Omega, S.A.
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Hickman, C. et all. (1998) Principios Integrales de Zoología. 11ma Ed. Madrid, España. McGraw-Hill Interamericana.
Lehninger, A. (1977). Bioquímica. 2da Edición. Ciudad de la Habana, Cuba. Editorial Pueblo y Educación.
Mathews, C. et all. (2005). Bioquímica. 3era Edición. Madrid, España. Pearson – Addison Wesley.
Trabajo publicado en: Feb., 2023.
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