Importancia de la Educación Sexual
Título de Profesora de Biología
Una adecuada educación sexual es la marcada diferencia entre ser vulnerables a las diversas consecuencias negativas de una sexualidad inapropiada, y el adecuado reconocimiento de todos los factores que giran en torno a este tema para el mayor beneficio del individuo. En un principio, la educación sexual busca orientar a las personas hacia: 1) el conocimiento sobre las diversas enfermedades de transmisión sexual y su prevención; 2) la disminución de embarazos no deseados; y 3) brindar las herramientas durante la difícil etapa del desarrollo sexual durante la adolescencia, sin embargo, este repertorio formativo ha estado experimentando una considerable expansión, al sumergirse en las aguas cada vez más profundas sobre el auténtico conocimiento de la naturaleza sexual humana, a medida que la ciencia y la psicología avanzan, en la búsqueda de respuestas para preguntas que hasta hace no mucho eran silenciadas como parte de los tabús más censurados en la mayoría de las sociedades.
Prevención ante todo
Minimizar los riesgos sigue y seguirá siendo la principal prioridad de la educación sexual, ya que conocer las causas y consecuencias de un comportamiento sexual desorientado e impulsivo, se convierte en un llamado de atención que, en la mayoría de los casos si bien es cierto que no en todos, logra guiar hacia la toma de decisiones más conscientes sobre con quién permitirnos tener actividades sexuales y asumir las oportunas protecciones necesarias para evitar enfermedades y embarazos.
Con una humanidad que hipersexualiza a las nuevas generaciones cada vez a más temprana edad, y en dónde las nuevas tecnologías brindan información y desinformación en materia sexual como parte de los mayores atractivos dentro de los diversos medios y redes sociales, se hace aún más necesario comenzar también lo más pronto posible a brindar las herramientas que una adecuada educación sexual ofrece, en manera de poder reducir los impactos negativos que esta nueva realidad pudiese generar en los niños, ajustando éstas tanto a la edad como al contexto, pero más aún empleándolas para establecer profundos lazos de comunicación y confianza entre padres e hijos, con los cuales poder mantener a los niños a salvo de potenciales depredadores sexuales, que bien puedan acceder a éstos de manera presencial como virtual.
Hacernos menos vulnerables
Ser conocedores de los propios límites que queremos establecer en la intimidad sexual, representa el poder de desarrollar un mayor dominio sobre la misma, reduciendo considerablemente el riesgo de ser vulnerables ante potenciales manipulaciones y sometimientos, sugeridos por medio de mecanismos que pretendan abordarnos desde el impulso del instinto del deseo sexual, siendo capaces de detectar a tiempo conductas y actitudes que puedan transgredirnos a nivel íntimo.
Ceder el control total de nuestra sexualidad a quien la pueda utilizar para manipular en su propio beneficio, le permite asumir un poder que puede llegar a dominar por completo todos los demás aspectos de la persona sometida, este es uno de los recursos más utilizados por las personas controladoras con diversos tipos de trastornos de personalidad que buscan lacerar la identidad del otro, por no ser capaces de estar bien con su propia identidad. Blindarnos entonces con una adecuada educación sexual permite en este sentido, poder reconocer también a quienes pretendan utilizar la sexualidad como una herramienta en contra de la propia persona victimizada, ejemplo de esto existen lamentablemente demasiados casos, que bien pudieran haberse evitado, de las víctimas haber tenido el conocimiento sobre sus propios derechos sexuales e incluso, en muchos de esos mismos casos, sobre lo que era propiamente un acto de naturaleza sexual.
El placer del conocimiento
Más allá de todo esto, la educación sexual, sigue avanzando cada día más hacia la búsqueda de la comprensión de los misterios ocultos tras los mecanismos del placer, abre las puertas hacia una exploración cada vez más íntima y propia en el autorreconocimiento del mismo, los qué y cómo de la intimidad individualizada y a su vez de la compartida, convirtiéndose en un campo con cada vez mayor importancia dentro de las orientaciones y terapias destinadas a la pareja, como parte de los recursos necesarios para la conformación de relaciones cada vez más sólidas, estables y, especialmente, satisfactorias para ambas partes, cimentando de este modo valores de igualdad e inclusión, más allá de la clasificación de géneros e incluso el otorgamiento de roles.
Dentro de este nuevo enfoque de la educación sexual prevalece la consideración sobre las preferencias personales del individuo y no del deber ser social, orientando más bien hacia la auténtica conexión de la persona con el valor de su propia identidad en todas las dimensiones que esto representa, en función de otorgar la verdadera libertad sobre las decisiones sexuales, empoderándose de estas a plenitud, lo que a su vez conlleva al desarrollo también de relaciones más equilibradas, justas y placenteras.
Todo este nuevo escenario de la educación sexual, deja en evidencia la profunda importancia de reorientar incluso a las generaciones que en sus inicios no tuvieron la oportunidad de gozar de estos conocimientos, afrontando en muchos casos el cambio de paradigmas que hasta hace poco separaban al mundo sexual de la persona de su propio Ser, considerándose aún en muchos casos a la sexualidad una parte irrelevante de la vida cotidiana y más aún de la personalidad y la esencia más íntima de las personas.
Referencias
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López, F. (2005). La educación sexual de los hijos. Madrid: Pirámide.
Pauta, D. E. M., & Hermida, E. M. J. (2015). Educación sexual: La asignatura pendiente. Maskana, 6(1), 27-38.
Wainerman, C. (2008). Escuela y la educación sexual, la. Ediciones Manantial.
Trabajo publicado en: Jun., 2023.
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