Importancia de los Factores Abióticos
Título de Profesora de Biología
Existe un gran número de elementos, sustancias y circunstancias totalmente necesarias de las que depende la vida, a este tipo de requerimientos se les denomina como factores abióticos, ya que no se trata de organismos vivos, sino de los actores que intervienen sobre ellos y que a su vez pueden continuar manteniéndose de manera independiente de los primeros, mientras que la ecuación inversa sería imposible. Entre los factores abióticos más imprescindibles se han de considerar a: 1) los protagonistas directos de los diversos ciclos biogeoquímicos; 2) los fenómenos climáticos como la temperatura; y 3) los ambientales bien sea a gran o a pequeña escala como la luz. Así, por ejemplo, el agua, la luz, el aire y/o sales minerales son imprescindibles en nuestro entorno; y es que sin estos factores, la vida no podría desarrollarse en nuestro planeta, pues gracias a ellos las células de nuestro cuerpo, y del resto de los seres vivos, pueden incrementarse y sobrevivir.
Resulta paradójico que este tipo de factores sean imprescindibles para la vida, pues lo cierto es que todos ellos son inertes, no tienen vida por ellos mismos. No obstante, sin ellos, los factores bióticos tampoco podrían subsistir. Si nos fijamos por ejemplo en el agua y atendemos al dato de que el cuerpo humano del ser humano cuenta con un 65% de la misma, entenderemos que su relevancia. El agua es, además, el medio ideal para transmitir los nutrientes y permitir la síntesis de compuestos. Sin ella, las funciones vitales más simples no podrían realizarse por lo que moriríamos. Así, es cuanto menos curioso que una persona pueda aguantar más tiempo sin comer que sin beber. Es cierto que muchos organismos están diseñados para aguantar mucho tiempo sin ingerir agua. Organismos acostumbrados a vivir en situaciones extremas en las que este factor no abunda. Aun así, todos los organismos vivos la necesitan, en mayor o menor medida.
La luz es otro factor abiótico esencial para la vida. Pensemos en el mundo vegetal; y es que sin ella, la fotosíntesis no podría realizarse. Sin dicha fotosíntesis las plantas morirían y, por tanto, la cadena alimenticia se vería completamente afectada, llegando incluso a terminar con la vida de todos los seres vivos del planeta. Desde un punto de vista simplista, pues el aire cuenta con muchísimas otras funciones y compuestos, sin el oxígeno que hay en él no podríamos vivir. La mayoría de seres vivos necesitan el oxígeno para poder subsistir. Al respirarlo, expulsamos dióxido de carbono que es absorbido por los vegetales para realizar la ya nombrada fotosíntesis. Por su parte, las sales minerales, un factor abiótico del que tampoco podríamos prescindir. Las diferentes sales minerales regulan un sinfín de aspectos determinantes en los organismos vivos. Así, gracias a ellas podemos regular aspectos como los sistemas enzimáticos o incluso controlar la coagulación de la sangre.
Todas estas consideraciones pueden ser asumidas por medio de los estudios puntuales dentro de un segmento ecológico específico, como por ejemplo un determinado cultivo, o bien como parte de los aspectos esenciales de los que depende toda la diversidad biológica del planeta, para la realización de predicciones o análisis de los fenómenos vinculados directamente con los diversos momentos de la historia de la vida.
Cuando lo externo sí influye
La supervivencia de un organismo no depende tan solo de sus propias condiciones orgánicas, sino que más bien estas a nivel fisiológico dependen estrictamente de un gran número de variables externas determinadas por la disponibilidad, tanto en calidad como en cantidad, de los recursos necesarios para su satisfacción, encontrando entre ellos tanto los componentes moleculares, como por ejemplo el agua y el oxígeno, sin los cuales todo el resto de las actividades metabólicas no serían posibles, como las condiciones de temperatura y luz específicas a las cuales se encuentra adaptada cada especie en particular.
Los procesos evolutivos de cada una de las especies en este sentido, se fueron desarrollando según las oportunidades que tenían para el aprovechamiento de estos factores, sin embargo, este fenómeno fue ocurriendo de manera tan gradual como proporcionada, a modo de permitir la prevalencia del equilibrio necesario tanto entre las especies, como entre estas y los factores abióticos existentes, dando origen así a la creación de los ecosistemas como modelo de vida auténticamente autosustentable y sostenible en el tiempo, con el cual garantizar la supervivencia de todas las especies, bajo dinámicas que permiten garantizar la administración más eficiente posible de los recursos, no obstante, pese a toda esta felicidad terrenal, existen también de manera natural factores de perturbación tal que pueden arrasar en un instante con todo el equilibrio establecido, siendo los más comunes y frecuentes factores climáticos como las grandes inundaciones, huracanes, terremotos e incendios, sin embargo, el bienestar tal parece ser una cualidad contagiosa, ya que en más o menos tiempo, los ecosistemas impactados por estos fenómenos pueden verse gradualmente recuperados como consecuencia del reequilibramiento estimulado por los factores abióticos circundantes a mayor escala.
Vivir de la materia sin vida
Debido al vínculo directo existente entre los seres vivos y los factores abióticos, su consideración entre las actividades desarrolladas para el propio sustento de la humanidad es cada vez mayor, siendo así que se han convertido en el punto clave que permite incluso la optimización de los recursos necesarios para el establecimiento de funciones como la agricultura y cría de las especies que nos sirven tanto de alimento como para propósitos menos relevantes como los arreglos florales en las fechas especiales.
Por otra parte, entre los factores abióticos también se ha podido obtener una gran fuente de recursos naturales que sostienen mayoritariamente el progreso tecnológico, convirtiéndose en una fuente esencial de elementos sobre los cuales se sostiene el sistema económico de las naciones, según sea el grado de aprovechamiento que cada una de ellas establezca y dependiendo de la cantidad y maneras en las cuales puede obtener dichos recursos dentro de sus propios territorios.
Las frágiles alteraciones ambientales
Como bien ha de suponerse, la dependencia existente entre los seres vivos y los factores abióticos particulares de su propio entorno, conlleva a la vulnerabilidad ante los cambios que estos puedan tener, sometiendo a las especies en diferente medida, por ser unas tal vez más resistentes que otras, a catastróficas consecuencias que en muchos casos logran incluso dirigir directamente hacia su extinción a las especies menos aventajadas.
En consideración a este fenómeno es que las perturbaciones ocasionadas sobre los factores abióticos a gran escala sobre todo el planeta, como consecuencia de la acción humana y el subsecuente cambio climático, se convierten en una fuente de amenaza para la vida en la tierra, generándose entre las respuestas de las acciones inmediatas la imperante necesidad de estudio y control sobre cada uno de estos factores, en manera tal de poder establecer medidas reguladoras en áreas puntuales, que permitan ir corrigiendo progresivamente las perturbaciones ocasionadas.
Referencias
Alday, J. G. (2011). Influencia de factores abióticos en la revegetación temprana tras hidrosiembra de estériles de carbón. Ecosistemas, 20(2-3).
Lehninger, A. (1977). Bioquímica. 2da Edición. Ciudad de la Habana, Cuba. Editorial Pueblo y Educación.
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Sangüesa-Barreda, G., et all. (2015). Papel de los factores bióticos y las sequías en el decaimiento del bosque: aportaciones desde la dendroecología. Ecosistemas, 24(2), 15-23.
Ville, C. (1996). Biología. 8va Edición. México. McGraw-Hill.
Art. actualizado: Marzo 2023; sobre el original de julio, 2014.
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