Importancia de la Salud
Título de Profesora de Biología
Una persona saludable en todas sus dimensiones puede considerarse plena y capaz de trazarse y realizar cualquier meta, hecho que difiere por completo al encontrarse sometida a las limitaciones que le imponga un estado de enfermedad.
La salud es uno de los elementos más relevantes para el desarrollo de una vida larga y cualitativa. En este sentido, la importancia de la salud reside en permitir que el organismo de una persona, o de un animal, mantenga buenos estándares de funcionamiento y pueda así realizar las diferentes actividades que están en su rutina diaria.
La salud es un fenómeno que se logra a partir de un sinfín de acciones y que puede mantenerse por mucho tiempo o perderse debido a diversas razones. Desde tiempos ancestrales la humanidad, en sus diversos asentamientos y etnias, fue desarrollando un estado de conciencia cada vez más profundo y a distintos ritmos sobre la salud, su importancia y los modos en cómo conservarla, no obstante, el estilo de vida moderno generado tras la industrialización tanto del trabajo como del consumo, terminó generando una marcada brecha entre las prioridades internas del individuo y las externas de la sociedad, reduciendo la relevancia de la salud al plano más invisible, hasta que se su carencia se hace tan evidente que no puede seguirse dejando a un lado al haberse convertido en emergencia. Este constante solapamiento de lo urgente por encima de lo importante, fue dejando a un lado a la salud como el principal potencial que permite cualquier acción humana.
Podemos definir a la salud como el estado en el cual un organismo no presenta enfermedades, condiciones virales o complicaciones. Si bien es difícil a veces lograr un estado de completa salud debido al estilo de vida agitado y estresante que llevamos a cabo, son muchas las acciones que una persona puede tomar para asegurarse que ese estado de salud sea el que caracterice a su organismo. Para estar sana, una persona debe combinar ciertas acciones o actitudes tales como llevar a cabo una buena alimentación, realizar ejercicios de manera regular, no consumir sustancias tóxicas o adictivas como el tabaco, alcohol o cualquier tipo de droga y realizar chequeos médicos de manera regular para prevenir o controlar posibles complicaciones. Todas estas acciones hacen que una persona lleve una vida lo más saludable y segura posible, y aquí notamos entonces la idea de cuán importante la salud es para que un individuo pueda enfocar sus días con un mejor estado de ánimo, con más vitalidad y energía, con mejores expectativas a futuro, etc.
Priorizando la mente
Pese a ser evidente para la gran mayoría de las personas el cómo la salud física repercute en su calidad de vida y viceversa, la visión sobre la salud mental parece no gozar del mismo grado de conciencia, convirtiéndose en algunas sociedades incluso hasta en un tabú. Hablar entonces de salud mental, aún en nuestros tiempos, no es tarea fácil y menos cuando se trata de reconocerla como el punto de mayor fragilidad personal.
Absolutamente, todo cuanto ocurre en la vida de una persona desde el propio momento de su concepción, produce huellas en su psique en mayor o menor grado, las cuales según su nivel de impacto y relevancia quedan asignadas a una determinada área mental, la mayoría de las veces inaccesible para el estado consciente, de allí muy posiblemente la marcada tendencia de no lograr reconocer o de negar el estado de nuestra salud mental, hecho que desencadena una creciente preocupación sobre la reeducación de las personas hacia el reconocimiento de los diversos aspectos que influyen sobre la psique y el desarrollo de la personalidad, la conducta, los patrones de creencias y hasta la propia actitud que se tiene ante las diversas circunstancias de la vida, y en cómo repercute sobre la salud integral todo el bagaje de emociones y pensamientos generados como consecuencia de esto, demostrándose la urgente necesidad que se tiene de establecer como principal prioridad la adopción de recursos destinados hacia el mantenimiento de una buena salud mental.
El impacto emocional en el bienestar corporal
El reflejo que las emociones producen sobre el cuerpo, por medio de su capacidad de alterar el estado de salud física, retoma entonces en los últimos años el matiz de inseparable, haciéndose cada vez mayor el número de especialistas en las áreas de la medicina que toman en cuenta el estado emocional del paciente antes, durante y después de un proceso de enfermedad, destacándose con más énfasis en: 1) las enfermedades autoinmunes; 2) los múltiples tipos de cáncer; y 3) las alteraciones metabólicas; como parte esencial de los aspectos que áreas como la epigenética y las neurociencias han aportado sobre los potenciales orígenes de las enfermedades.
A su vez, la repercusión que un mal estado de salud física tiene sobre la salud mental de quien se encuentra enfermo, es un fenómeno que se extiende hasta sus cuidadores y familiares, en especial, en aquellos de pacientes con enfermedades crónicas, degenerativas o terminales, gracias a la comprobación de cómo factores como el estrés y las rutinas agobiantes influencian la calidad de vida de las personas.
La prevención como modelo de vida
En este sentido, el vínculo inseparable que existe entre la salud física y la mental, marca el punto clave para poder retomar la orientación correcta que ha de tenerse sobre el tema. Tener una mente consciente sobre la propia salud, permite tomar acciones preventivas con las cuales amoldar los diversos hábitos y rutinas hacia la reducción de aquellos que la perjudican.
Dichos hábitos se extienden en realidad más allá de tan solo considerar el mantener una dieta balanceada o realizar algún tipo de ejercicio, requiriéndose más bien de observar con detenimiento y auténtica conciencia todo cuanto ocurre en nuestras propias vidas, orientándonos hacia una oportuna toma de decisiones sobre la transformación de los patrones y experiencias que puedan actuar sobre nuestra salud integral, aún de manera silenciosa, para lograr fortalecerla y así llevar una vida cada vez más plena y satisfactoria, tanto para la persona misma como para quienes le rodean, ya que la experiencia de salud positiva también se convierte en un estado transmisible al entorno.
Referencias
Bertolote, J. M. (2008). Raíces del concepto de salud mental. World Psychiatry, 6(2), 113-6.
De Roda, A. B. L., & Moreno, E. S. (2001). Estructura social, apoyo social y salud mental. Psicothema, 17-23.
Restrepo, D. A., & Jaramillo, J. C. (2012). Concepciones de salud mental en el campo de la salud pública. Revista Facultad Nacional de Salud Pública, 30(2), 202-211.
Testa, M. (1989). Pensar en salud. Representación OPS/OMS Argentina;(21), 1989.
Art. actualizado: Abril 2023; sobre el original de abril, 2011.
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