Importancia de los Pecados Capitales
En todas las religiones se establecen, además de las pautas de la fe, pautas que tienen que ver con el comportamiento de los fieles y recomendaciones de cómo entender el universo que nos rodea. En el caso del cristianismo, la moral y la pureza fueron por mucho tiempo los valores que precedían a otros y que, por lo tanto, eran más importantes. En este contexto de ideales se desarrolla desde muy temprano (principios de la Edad Media) la noción de pecados capitales, aquellos actos que son extremadamente peligrosos y deleznables para la convivencia sana de las comunidades.
El concepto de pecados capitales según los ojos de la religión cristiana
Antes de determinar la importancia de este tipo de concepto, es central poder comprenderlo correctamente. En todas las escrituras, testimonios y documentos que nos llegan de los primeros tiempos de la religión cristiana encontramos un sinfín de metáforas, alegorías y señales que sirven para determinar nuestro comportamiento como buenos cristianos, respetuosos de las formas y de los dogmas y lo suficientemente responsables como para evitar determinados hábitos que puedan ser dañinos.
Así, tenemos los 10 Mandamientos, un simple y bien concreto listado de actitudes a respetar. En la misma línea corre la idea de los pecados capitales, que son entendidos según la religión cristiana, como los máximos pecados que una persona pueda cometer y que deben, al mismo tiempo, ser fuertemente penados.
¿De qué tipo de pecados hablamos?
Tal como se dijo, el concepto de pecados capitales implica un nivel de gravedad mucho más inmediato y claro que otros pecados propios del ser humano. Es interesante aclarar que esta categoría de pecados ha sido creada y determinada por pecados o actos que en algún momento fueron entendidas como altamente inmorales, dañinas para el buen espíritu y peligrosas para la convivencia ética. Estos pecados son siete y son los siguientes: ira, gula, lujuria, avaricia, pereza, envidia y orgullo o vanidad. En sí mismos, todos estos actos implican a ojos de la religión cristiana graves actitudes inmorales que deben ser controladas y por lo tanto eliminadas del comportamiento humano.
La utilidad de los pecados en toda religión
Una vez entendido el concepto de pecados capitales, podemos pasar a decir que todas las religiones monoteístas tienen en mayor o en menor grado un diseño de control social para llevar a la sociedad a desarrollar ciertas conductas sobre otras.
En el caso específico del Cristianismo, la necesidad de imponer pautas de comportamiento morales y éticas han sido siempre muy importantes y esenciales para asegurar fieles con un tipo determinado de espíritu. No es casual que todas estas prácticas se hayan desarrollado en una época en la que la Iglesia controlaba y tenía mucho más poder sobre las personas, incluso sobre sus vidas íntimas.
Imágenes: iStock. Lise Gagne – vandervelden
Trabajo publicado en: Ago., 2016.
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