Importancia de la Preservación
Título de Profesora de Biología
La preservación no es un concepto exclusivo de los términos ambientales, sino que más bien se hace inherente a un estado de conciencia sobre la necesidad del cuidado de todo aquello que nos rodea, sea esto la propia naturaleza o bien cualquier elemento material, nos pertenezca o no, en términos de poder garantizar su perpetuidad. Dicho esto, uno de los sectores más interesados en la labor de mantener el buen estado de las cosas que le corresponden es el dedicado al arte, especialmente a las obras físicas, que como bienes patrimoniales gozan de un valor intrínseco que les hace merecedoras de un cuidado especializado, por el aporte que brindan como un legado producto de las artes plásticas, la arquitectura e incluso la literatura e historia. Establecer conductas apropiadas orientadas al buen aprovechamiento de estos bienes tangibles permite:
1) el sostenimiento de su valor y utilidad a través de las generaciones, como parte esencial de los legados culturales de cada sociedad;
2) la reducción de costos y complicaciones en las labores de restauración;
3) la prolongación del tiempo de vida útil de las obras, más allá de lo que sus propios creadores concibieran;
4) el fomento de la replicación de estos hábitos como parte de los valores de respeto y cuidado hacia las cosas, estimulando el desarrollo de un estado superior de uso racional de todo cuanto nos rodea.
Cuidando lo que nos queda
Este último punto también nos invita hacia el desarrollo de una reflexión aún más profunda sobre la importancia de crear hábitos conscientes del cómo utilizamos los recursos de los que disponemos, pues de fondo se encuentra un cúmulo de posibles consecuencias que impactan, en un principio sobre las propias condiciones personales, ya que al no mantener adecuadamente lo que se posee esto se revierte en una condición de mayor consumo, implicando el incremento de los gastos tanto monetarios como de los recursos empleados para la satisfacción de las necesidades más básicas, como el agua, los combustibles y la energía eléctrica, derivando en segundo plano, al incremento del desgaste general de las fuentes primarias de las cuales se obtienen todos y cada uno de los recursos naturales que nos permiten disfrutar de una buena calidad de vida, al coste mayor del detrimento de la calidad de vida de las personas con menor poder adquisitivo y de todas las demás especies cuyos hábitats se han convertido en fuente de explotación de recursos.
Ser más cuidadoso con lo que se tiene, por ende, contribuye con la indispensable valorización que hemos de desarrollar sobre los recursos, en vías de establecer una mejor relación con el planeta, haciendo viable el desarrollo de procesos de producción y consumo más sustentables, que ofrezcan verdaderas soluciones a los problemas ambientales que hemos ocasionado con la sobre explotación indiscriminada de cuanto podemos aprovechar, generando graves deterioros en los ecosistemas, empobrecimiento y contaminación de suelos y aguas, así como la liberación de gases de efecto invernadero, alterando la dinámica de los ciclos biogeoquímicos, con repercusiones que en suma han ocasionado la extinción de especies y la aceleración vertiginosa de un cambio climático que, por la magnitud de las variaciones que presenta, dificulta enormemente las posibilidades de readaptación para todos los seres vivos, incrementando exponencialmente el riesgo de supervivencia futura para muchas más especies de las ya hemos desaparecido.
La titánica tarea de revertir los daños
En virtud de esto, se hace cada vez más frecuente la incorporación dentro de las agendas empresariales y gubernamentales del discurso sobre orientarse hacia la cooperación con las estrategias de desarrollo y producción sustentable que permitan la preservación de las áreas naturales, sin embargo, de poco sirve la generación de políticas de alta esfera para los sectores industriales, si cada una de las personas no asumimos también nuestra propia responsabilidad personal sobre los patrones de consumo que solemos mantener, participando de manera directa al incremento de la explotación de los recursos de los que dependemos y la generación masiva de desechos, cuya reutilización aún no alcanza los niveles necesarios para solventar los problemas de contaminación que acarrean.
La participación conjunta entre productores y consumidores se presenta entonces como única posibilidad real para la efectividad de las medidas que pudieran tomarse hacia la preservación del planeta, permitiendo la salvaguarda de las especies y el equilibrio de los ecosistemas, siendo que para poder garantizar semejante meta, a la par ha de velarse por la recuperación de la mayor cantidad posible de desechos de baja tasa de degradabilidad natural, como plásticos, vidrios, metales y derivados del caucho, bien sea mediante su reutilización, como mediante las opciones de un reciclaje sustentable. Del mismo modo, el procesamiento de las aguas contaminadas para la recuperación de sus condiciones óptimas es un objetivo que, además de deber ser prioritario para la propia disponibilidad de este recurso para el consumo humano y el sustento de las actividades agrícolas, se hace indispensable para la reducción de la dispersión de los elementos contaminantes de una región a otra, sirviendo como medio de transporte principal para la mayoría de los agentes tóxicos que ponen en riesgo la vida en el planeta.
Cambios para el bienestar de todos
Entre los aportes personales con los que podemos apoyar a la preservación del planeta desde la pequeña escala personal se encuentran:
1) la responsable educación de niños y jóvenes desde el seno de sus propios hogares, sobre la importancia extrema que representa este tema, fomentándoles el desarrollo de los diversos hábitos con los que pueden contribuir en la salvaguarda de la vida de todos;
2) la adopción de hábitos conscientes orientados al consumo responsable de los recursos, en función de lo que sea auténticamente necesario;
3) maximizar el aprovechamiento del tiempo de vida útil de los artefactos tecnológicos, como smartphones, tablets, ordenadores y otros gadgets, evitando dejarse llevar por las dinámicas consumistas de su remplazo por mera moda;
4) realizar compras conscientes, evaluando la procedencia de los productos, en pro de contribuir con aquellas empresas que asumen auténticos modelos de producción sustentable y consumiendo lo que realmente sea necesario;
5) la reutilización de la mayor cantidad posible de residuos, así como la contribución con los sistemas de reciclaje que pudiesen hallarse disponibles;
6) la preferencia por el uso de servicios ecoturísticos que presenten opciones recreativas de bajo impacto, con actividades en armonía con los ambientes naturales; entre muchas otras estrategias que pueden presentarse a discreción de las posibilidades y propuestas de las comunidades, empresas y Estados.
Art. actualizado: Feb. 2024; sobre el original de junio, 2014.
Referencias
Bel, J. S. (2004). De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje. Urbano, 7(10), 42-49.De Romero, J. G., García, J. C., Gavidia, A., & Santana, A. G. V. (2020). Desarrollo sostenible: Desde la mirada de preservación del medio ambiente colombiano. Revista de Ciencias Sociales, 26(4), 293-307.
Michalski, S. (2006). Preservación de las colecciones. Cómo administrar un museo: Manual práctico, 51-90.
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