Importancia de la Textura
Título de Profesora de Biología
Una de las cualidades más placenteras que podemos experimentar a través del tacto es la sensación que nos provocan las diversas texturas de los objetos. Ser capaces de percibir esta condición nos brinda información valiosa sobre parte de la naturaleza física de las cosas que nos rodean, y con ello poder también expresar y evocar emociones en contextos determinados, participando de forma discreta entre los recursos de nuestro lenguaje no verbal. Si tocas una hoja de papel de impresora y luego tocas un ladrillo, seguramente te darás cuenta de que ambos no producen el mismo estímulo a tu sentido del tacto. La hoja de papel te parecerá suave, por su condición lisa, pero el ladrillo será áspera e incluso puede que retires tu mano al tocarlo porque no te agrada.
Aunque no haya una permanente atención consciente sobre la percepción de la textura, es una de las cualidades que más interacción tiene con este estado de la mente, atrayendo con mucha facilidad nuestra atención, convirtiéndose junto con el color en uno de los factores predominantes a la hora incluso de seleccionar las cosas que compramos, por ejemplo, a la hora de realizar las compras de alimentos evaluamos el estado en el cual se encuentran frutas y vegetales desde diferentes valoraciones, aportándonos la textura una muy considerable información sobre el estado de frescura en el cual se puedan encontrar al conocer previamente cuál es la textura que corresponde a su estado óptimo.
Entre suavidad y dureza
La sensación visual que nos transmite la textura nos da una primera impresión sobre esta cualidad en el objeto, esa información en la mayoría de los casos se convierte en un factor promotor para el desear tocar el objeto o, por el contrario, alejarnos de este, sintiendo un rechazo que nos previene de posibles lastimaduras, por ende, bien se puede decir que la percepción de la textura nos permite: 1) hacer una valoración previa sobre las condiciones de las cosas; 2) tomar decisiones conscientes para el contacto con determinados objetos y superficies; y 3) reaccionar de manera subconsciente evitando correr riesgos ante el roce con texturas que puedan lastimarnos físicamente.
Por un lado, las cosas que juzgamos como suaves a la vista automáticamente nos encienden un deseo por sentir el placer de tocarlas, mientras que por el otro contemplamos las formas ásperas desde la prudencial distancia, siendo así como inconscientemente percibimos la realidad, que existen cada vez más productos elaborados en función de agradar no solo a la vista, sino también al tacto, aprovechándose como una gran estrategia para el incremento de las ventas por parte de las tiendas que en la actualidad incorporan la estimulación de los diversos sentidos, para una experiencia más emocional en el proceso de selección y compra, tanto de bienes como de servicios.
Las diferentes formaciones en la superficie de cualquier objeto se denomina textura, que es la disposición de todas las partículas que componen al objeto y que mediante el sentido del tacto se pueden identificar y reconocer. Sin embargo, dentro de las texturas, hay dos grandes clasificaciones: por una parte, están las texturas naturales, presentes en objetos de la naturaleza, como por ejemplo la textura de una hoja de cualquier planta o la piel de un animal. Otros ejemplos podrían ser una piedra, el tronco de un árbol o también la textura del suelo. Luego, la categoría de las texturas artificiales, engloba a todas aquellas que han sido creadas por la mano humana, como es el caso del papel, del plástico, de las telas y como el ejemplo de antes, de un ladrillo por ejemplo.
El placer de tocar
Desde el nacimiento el sentido del tacto es el que presenta mayor desarrollo junto con el olfato, condición biológica que permite al bebé poder tantear en el entorno hasta encontrar a la madre para proveerse de alimento, instinto natural que no se pierde a través del crecimiento sino que, muy por el contrario, se mantiene predominante a lo largo de toda la vida. Como consecuencia de esto, las primeras experiencias educativas del ser humano se generan precisamente a través del tacto ya que la percepción de la textura se convierte en un factor de valoración permanente sobre el entorno, sirviendo como un recurso didáctico con gran impacto en los niños a medida que ven estimulada la motricidad fina y gruesa, al igual que la asociación de la realidad sobre los diversos materiales y formas existentes.
Este modo de conectarnos con el mundo exterior es lo que nos lleva hacia la búsqueda permanente del contacto físico, por medio de una asociación profunda con los estados emocionales, acto que nos conduce hacia el hábito de rodearnos de objetos con texturas suaves para poder disfrutar de sus beneficios tranquilizadores, mientras que las texturas más ásperas suelen ser empleadas en los elementos externos que evocan cierto nivel de protección, tendencia muy aprovechada dentro del paisajismo, el diseño de exteriores y la arquitectura.
Advirtiendo cambios
Del mismo modo, las artes visuales también hacen un gran uso de la textura dentro del desarrollo de las diversas imágenes y obras, con mayor énfasis en áreas como la escultura, la cerámica, la joyería, la pintura y el diseño, quienes a través del juego con los diversos elementos expresivos, otorgan la posibilidad de la más amplia variedad de texturas perceptibles, tanto por la vista como por el tacto, condición que permite a su vez el aprovechamiento de la textura como recurso expresivo para trascender el arte por encima de las dificultades visuales que puedan existir, ofreciendo un nuevo mecanismo de interacción entre el arte y el espectador por medio de la percepción háptica, lo cual está siendo aprovechado como modelo inclusivo, pero también como una nueva tendencia hacia el disfrute y la contemplación del arte.
La textura es un componente clave en el arte, que se define como una irregularidad dentro de una superficie continua, y que por el hecho de que las texturas se perciben a través del tacto, precisamente a partir de estas variaciones de la superficie de una obra, el artista busca estimular el sentido de quienes aprecian la obra, despertando también así sensaciones y emociones más profundas, y más interiorizadas que el simple contacto físico del tacto con la obra.
Pero además de esto, hay texturas que también pueden ser percibidas mediante la vista, como por ejemplo nosotros podemos diferenciar visualmente una camisa de tela fina de un saco tejido con lana. Aún sin tocarlo, podemos tener una idea de que ambas texturas son diferentes e incluso, porque antes hemos experimentado el contacto con la textura de manera tactil, podemos incluso imaginar cómo se siente al tocarla.
Por esto, y mediante técnicas profesionales, los artistas muchas veces acuden a métodos de representación que facilitan que el objeto representado tenga una verosimilitud marcada con el objeto real en sí, y que de esa manera la obra tenga un «realismo» ante la vista de quien observa la obra de arte. Los sentidos son la puerta de entrada de todos los estímulos de nuestro alrededor, y en la profesión de los artistas, «despertar» los sentidos es una tarea primordial.
Referencias
Dezcallar Sáez, T. (2012). Relación entre procesos mentales y sentido háptico: emociones y recuerdos mediante el análisis empírico de texturas. Universitat Autònoma de Barcelona.
Medina Rodriguez, A. (2020). Sensaciones que brindan las texturas por medio de los textiles. Corporación Unificada Nacional de Educación Superior CUN.
Molina González, M. N. (2019). Bienestar, espacios y percepciones: diseño a través del tacto. Universidad Autónoma de Nuevo León.
Pakman, M. (2014). Texturas de la imaginación (Vol. 302609). Editorial Gedisa.
Art. actualizado: Junio 2023; sobre el original de octubre, 2013.
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