Definición de Reacio
¿Por qué somos reacios a las cosas?El adjetivo reacio indica desagrado. Se utiliza para expresar que algo produce una sensación de rechazo o insatisfacción por algún motivo.
Etimológicamente viene del latín reactum y su forma verbal es reaccionar. En cuanto a vocablos sinónimos existen varios: opuesto, reticente, adverso y otros.
Contextos de aplicación del término
Los contextos en los que es posible emplear esta palabra son muy diversos: en relación con los gustos personales, las creencias o las valoraciones profesionales. En cualquier caso, ser reacio a algo pone de manifiesto una clara oposición hacia aquello que se desaprueba.
Al decir que alguien es reacio a una cosa, no se trata de algo momentáneo sino que su oposición es permanente. Pensemos, por ejemplo, que a una persona no le gusta volar. Así, es reacio a viajar en avión y su postura no suele variar con el tiempo. Con cierta frecuencia se manifiesta el rechazo de algo con alguna forma adverbial complementaria (totalmente reacio, muy reacio u otras ), indicándose de esta manera que el desagrado es profundo y absoluto.
Una expresión de resistencia
Ser reacio a un asunto implica una cierta resistencia. En este sentido, al afirmar «soy reacio a X» se pone de relieve una idea: que preferentemente no se desea algo pero esta negativa tiene, lógicamente, una graduación (moderada, firme o radical).
Aparentemente puede haber múltiples motivos, aunque éstos se pueden clasificar en distintos grupos:
– Motivos subjetivos. No siempre tenemos razones justificadas que nos impulsan a rechazar algo.
– Causas objetivas. Si algo nos perjudica tenemos una causa concreta para mostrar el rechazo hacia ello.
– Ser reacios no siempre significa que algo nos resulte desagradable. En ocasiones decimos que no queremos algo porque nos gusta demasiado pero sabemos que es perjudicial en cierto sentido.
– Las convicciones ideológicas o las creencias religiosas nos empujan a no aceptar las posiciones opuestas.
– La moda o la presión social influyen en las valoraciones que hacemos. Esta circunstancia es bastante habitual, ya que decimos sí o no porque vivimos influidos por la publicidad o las ideas establecidas. De hecho, hay ideas que son aceptadas mayoritariamente (las políticamente correctas) y oponerse a ellas resulta difícil porque existe una tendencia favorable a aceptarlas. En otras palabras, no es fácil ser reacios a lo políticamente correcto.
Trabajo publicado en: Abr., 2015.
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