Definición de Arte Urbano
Título de Profesora de Biología
El arte urbano es toda manifestación artística realizada en espacios abiertos en las ciudades, tendiendo a desafiar límites privados, y en muchos casos se considera un acto de vandalismo porque uno de los principales objetivos es transmitir un mensaje de protesta y/o exponer una realidad que se trata de esconder.
Existen zonas y/o muestras organizadas bajo una concepción colectiva, orientada por la intención de hacer evidente un movimiento que integra diversas actividades en torno a una temática particular que impacta sobre los factores sociales, culturales y económicos de una localidad, tomando un matiz propagandístico que rompe también con los esquemas sugeridos por el área publicitaria convencional, cualidad que ha sido aprovechada en múltiples ocasiones a lo largo de la historia, para la discreta organización de movimientos sociales con propósitos de reacción política adversa ante situaciones de opresión, desigualdad y dictaduras, asumiendo una contundente carga ideológica de lucha y búsqueda de justicia, mientras protege la identidad de sus creadores, de allí que la mayoría de las veces pintas, grafitis, murales y carteles aparecieran de la nada tras su silenciosa creación bajo el amparo de la cómplice oscuridad nocturna, pues la naturaleza subversiva de semejante intervención gráfica de los espacios urbanos suele considerarse un acto vandálico punible, tanto por las autoridades como por los demás habitantes de la urbe, quienes en muchas ocasiones son afectados por la aparición de una decoración no deseada en las paredes, ventanales y puertas de sus propiedades, ya que en estos casos cualquier espacio sirve de lienzo, lo que impulsa a su vez al desarrollo de nuevas técnicas y materiales que pueden tornarse enriquecedores para las artes plásticas en general.
Ejemplos del arte urbano
El arte urbano puede y tiene que seguir tomando nuevas formas de manifestarse, sin embargo, entre sus raíces más modernas se encuentran fuertemente ancladas las siguientes:
1) los grafitis, con mucho uso de pinturas de esmalte en aerosol, que dan forma y realce a textos muchas veces incomprensibles para el espectador ajeno a saber quién estaba cumpliendo años, o de quién o qué era el aniversario, apareciendo mayormente como actos de rebeldía o intensas demostraciones afectivas tanto positivas como negativas entre los miembros de una localidad normalmente marginada, pero que en las últimas décadas se encuentran trascendiendo hacia el desarrollo de expresiones cada vez más definidas y de contextos más generalizados que permiten el aprovechamiento de esta muy colorida técnica para el ornado de espacios públicos y turísticos al alcance de todos los estratos sociales, como por ejemplo los expuestos.
2) los murales, que aprovechan al máximo la continuidad visual que permiten las paredes, sea en formato horizontal como vertical, y que pueden valerse de todo tipo de recursos y materiales para la creación de obras visuales con una estética más pulida y planificada, orientada normalmente hacia el resalte de valores comunitarios y con un alto grado de participación colectiva, de allí que sean los favoritos a la hora de realizar actividades escolares de alto impacto, pues la nobleza del arte mural, permite un recurso didáctico, inmersivo y divertido mediante el cual dar la oportunidad, desde los niños más pequeños hasta las personas más ancianas, de vivir la experiencia creativa de recrear una escena artística que refleja algún tema especialmente sensible.
3) las pintas, tradicionalmente desarrolladas con intención propagandística y haciendo uso de plantillas de fabricación artesanal, permiten la rápida colocación de un mensaje concreto sobre cualquier superficie urbana, alertando inmediatamente a la población sobre algún fenómeno que requiere de atención masiva, como por ejemplo las confrontaciones políticas y las protestas públicas por el logro de derechos cada vez más igualitarios.
4) el arte callejero 3D, por medio de obras hiperrealistas que juegan con las perspectivas, emulando escenarios que juegan de manera ilusoria con la capacidad visual de los espectadores, como por ejemplo las creadas por el artista Edgar Mueller.
5) los mosaicos, que permiten a su vez la reutilización de una gran variedad de materiales de desecho, especialmente de construcción, contribuyendo también de manera directa a la causa ambientalista y permitiendo una mayor perdurabilidad y resistencia de las obras.
6) el arte callejero conceptual, que puede recurrir a diversas expresiones extendiéndose desde la música, en donde el Hip Hop y el Rap asumen la batuta, abriendo paso a bailes como el Break Dance, y la producción de instalaciones y performance que abren debates puntuales sobre alguna crítica en un momento dado.
7) el arte textil urbano, que propiamente se extiende hacia múltiples otros argumentos que inducen hacia la adopción de prendas que permiten la identificación cultural de los miembros de algún movimiento urbano, trascendiendo hasta un cada vez más creciente impacto sobre el mundo de la moda urbana y en general.
8) las esculturas, que trascienden en el tiempo como una de las formas de arte más antiguas que han sabido adaptarse a todos los contextos y escenarios, recordándonos la importancia de su capacidad de permanencia en el tiempo.
Importancia como vehículo sociocultural
Ante todas estas cualidades, como recurso para la visibilización de la necesidad de unidad y lucha ante los problemas de las sociedades, expone:
1) la generación de una plataforma para la expresión de ideas, pensamientos y propuestas sobre problemas que abarcan desde lo social hasta lo ambiental;
2) el incremento del nivel de la conciencia social ante las problemáticas al exponerlas ante la vista de todos;
3) el abordaje de los problemas por medio del debate colectivo, integrando a los ciudadanos de manera participativa en la construcción de las soluciones necesarias, lo cual ha impulsado a su vez a la transformación de las políticas públicas y el rompimiento de la unilateralidad política en la solución de los problemas;
4) la búsqueda de nuevas y cada vez más amplias propuestas para la intervención artística de las urbes, reivindicando al arte urbano como una auténtica opción para el embellecimiento de los espacios públicos y hacer que el arte esté al alcance de todos por igual;
5) la celebración de la diversidad e inclusión de los sectores sociales más marginados, así como la permanente sensibilización social sobre los problemas que enfrentan;
6) la transformación y modernización de los espacios urbanos para el incremento de su potencial atractivo turístico con lo que mejorar las economías locales, mientras brinda también a sus ciudadanos confort y esparcimiento para la mejora de su calidad de vida;
7) la valorización de un creciente mercado artístico que permite el desarrollo de fuentes de trabajo estables e independientes a través del aprovechamiento de las dotes artísticas y manuales de las personas y la comercialización de una infinidad de productos que pueden abarcar a todos los sectores manufactureros;
8) la recuperación de áreas urbanas para su reactivación en el mercado inmobiliario, demostrando que el arte urbano también influye en las dinámicas del movimiento de las poblaciones;
9) la transmisión del patrimonio e identidad cultural de las comunidades, permitiendo la preservación de las raíces históricas de sus tradiciones al plasmar su existencia en imágenes y demás muestras artísticas;
10) la transformación de la percepción social sobre el arte en sí mismo y la legitimación de nuevas formas de expresión que abre las puertas hacia la diversidad de técnicas y enfoques, despenalizando las manifestaciones creativas y sacando de las sombras a sus actores.
Imágenes y colores para el diálogo cultural
La creatividad y la capacidad de expresión son dos habilidades que acompañan al ser humano a lo largo de su vida, las cuales pueden reflejarse bajo distintas formas según los patrones de creencias y los valores culturales y personales que pueda tener cada uno, ingredientes que les otorgan un carácter único, particular e ilimitado a la hora de surgir la necesidad de exteriorizarlas, por medio de la creación de casi cualquier resultado visible como las imágenes, los dibujos y las pinturas, tangible como las esculturas y los adornos arquitectónicos o intangible como la música y la danza, dando origen con ello, a lo que hemos denominado como arte, por su valor estético y la profunda conexión que tiene con el sentir humano, convirtiéndose en un recurso que con el pasar del tiempo nos ha permitido también el registro y narrativa de nuestra propia historia, tanto individual como colectiva, que se aprovecha de cualquier tipo de escenario y contexto para manifestarse.
No es de extrañar entonces que también los espacios más cotidianos de nuestro desarrollo se encuentren impregnados de una fuerte carga expresiva de formas, líneas, colores, ritmos y texturas con los cuales se abren los implícitos discursos entre la intención de sus creadores y las interpretaciones de quienes las contemplan, mientras contribuyen al enriquecimiento, en algunos casos del atractivo urbano, mientras que en otros aportan más bien a la generación de un ruido visual que deja en evidencia las situaciones potencialmente caóticas de una determinada localidad, por ende, las expresiones artísticas concebidas y plasmadas en los entornos urbanos, fungen en primera instancia como manifestación semiótica de las culturas subyacentes ante las estratificaciones sociales, ideológicas y hasta políticas de sus habitantes.
La puesta en escena pública de los diversos trabajos artísticos rompe también con la figura elitista y privativa del encierro del arte tras los espacios tradicionalmente museografiables, habilitando a cualquier transeúnte de participar en el diálogo permanente sobre cada uno de los factores que envuelven a la obra, desde su cuestionamiento estético, hasta el desarrollo de la reflexión profunda de su esencia y discurso, permitiéndole construirse y argumentar su propio criterio con el cual poder también contribuir en la generación de aportes para la materialización de las soluciones aspiradas en colectivo sobre las problemáticas sociales y urbanísticas, haciendo que el arte urbano adopte la postura de árbitro imparcial que, además de invitar a la participación crítica sobre un discurso, asume la nobleza de cargarse a cuesta todas las críticas necesarias para la evidenciación de las múltiples posturas y aristas que parten desde los potenciales orígenes de los problemas, hasta las diversas formas de solucionarlos, más allá incluso de las intenciones que originalmente tuvieran los propios artistas al haberlas creado, promoviendo con todo esto la construcción de propuestas transformadoras que responsabilizan tanto a ciudadanos como gobernantes sobre la mejora de las realidades urbanas.
Trabajo publicado en: Oct., 2024.
Referencias
Ballaz, X. (2009). El graffiti como herramienta social. Una mirada psicosocial a las potencialidades críticas del arte urbano. Violencia y salud mental, 131-144.Caldeira, T. (2010). Espacio, segregación y arte urbano en el Brasil. Katz editores.
Checa-Artasu, M. M. (2013). Arte urbano y participación ciudadana para la rehabilitación. Espacialidades, 3(1), 24-46.
Martínez Felipe, C., & Martínez Agut, M. D. P. (2021). El arte urbano en la educación no formal: propuestas educativas. Revista Electrónica'Quaderns d'Animació i Educació Social', 2021, num. 34, p. 1-16.
Serrano-Martínez, C. (2016). El arte urbano como instrumento de empoderamiento y visibilización. El Festival de Asalto. Comunitania: revista internacional de trabajo social y ciencias sociales, 11, 9-26.
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