Importancia del Ahorro
El valor del ahorro comprende una decisión personal que tiene como principal objetivo configurar un capital o patrimonio de cara a los próximos años y en función de las necesidades que se puedan ir generando, para que de esta forma pueda servir como soporte para satisfacer cualquier apuro o requerimiento monetario, bien personal o familiar, como por ejemplo, sufragar los estudios de los hijos, afrontar los años de la jubilación o adquirir cualquier bien material (vivienda, coche, electrodomésticos, etc.).
En todos los casos, la práctica de la cultura del ahorro conlleva una serie de beneficios, empezando por menores chances de endeudarse y, por tanto, limitar la contratación de cualquier fuente de financiación: créditos, mini-préstamos rápidos o el uso de las tarjetas de crédito, evitando, de esta manera, el pago de comisiones, intereses y otra clase de gastos bancarios. Del mismo modo, impulsa a protegerse ante gastos no esperados: factura dental, el colegio de los niños más pequeños o cualquier desfase en el presupuesto familiar. También, cobra especial relevancia el hecho de que este hábito genera mayor estabilidad económica, entre otras razones, porque ayuda a organizar mejor un presupuesto personal, doméstico o empresarial, a la vez que tendrá una especial incidencia para aprovechar realizar oportunidades de compra; la adquisición de una vivienda o coche, compra de valores en los mercados de renta variable o directamente para sufragar las próximas vacaciones. Por último, ahorrar permite a todos alcanzar metas a medio y largo plazo, enseñando a los más pequeños de la casa a impulsar hábitos muy aleccionadores desde muy temprano, para entender la necesidad y valor de gestionar su incipiente patrimonio.
En cualquier caso, ahorrar supone generar y disponer de una bolsa monetaria que procede del gasto ordinario. De todas las formas, no solo es monopolio por parte de las personas individuales o familias, sino que afecta igualmente a las empresas en el sentido de que estas puedan tener un colchón económico para momentos de crisis o dificultad. Esta actuación se materializa también en que permite gestionar de manera eficiente los recursos de las compañías, al mismo tiempo que será una herramienta que pueden llevar a cabo para expandirse y crecer empresarialmente.
Ventajas que genera el ahorro
En todos los casos, la práctica de la cultura del ahorro conlleva una serie de beneficios, empezando por menores chances de endeudarse y, por tanto, limitar la contratación de cualquier fuente de financiación: créditos, mini-préstamos rápidos o el uso de las tarjetas de crédito, evitando, de esta manera, el pago de comisiones, intereses y otra clase de gastos bancarios. Del mismo modo, impulsa a protegerse ante gastos no esperados: factura dental, el colegio de los niños más pequeños o cualquier desfase en el presupuesto familiar. También, cobra especial relevancia el hecho de que este hábito genera mayor estabilidad económica, entre otras razones porque ayuda a organizar mejor un presupuesto personal, doméstico o empresarial, a la vez que tendrá una especial incidencia para aprovechar realizar oportunidades de compra; la adquisición de una vivienda o coche, compra de valores en los mercados de renta variable o directamente para sufragar las próximas vacaciones. Por último, ahorrar permite a todos alcanzar metas a medio y largo plazo, enseñando a los más pequeños de la casa a impulsar hábitos muy aleccionadores desde muy temprano, para entender la necesidad y valor de gestionar su incipiente patrimonio.
¿Se puede medir el ahorro? Desde el punto de vista económico, sí. A través de la tasa de ahorro que es el porcentaje que se obtiene del Producto Interior Bruto (PIB) que va destinado a esta práctica de gestión monetaria. En otras palabras, es la cantidad de la renta que va dirigida al ahorro. Siendo uno de los principales parámetros para medir el estado de las cuentas de los hogares. Y que variarán en función de la aceptación de esta medida. En este sentido, los datos ofrecidos por el Banco Mundial constatan que la tasa de ahorro en Estados Unidos de América, una de las más altas del mundo, registró el 19 % al término de 2020. Esto quiere decir que de cada 100 dólares, 19 van al propio hogar y no a inversiones o gastos.
A medida que este porcentaje es más alto significa que existe una mayor capacidad para impulsar el ahorro, y a la inversa. Siendo, por otra parte, un dato muy relevante para el análisis económico. Hasta el punto de que los gobiernos y autoridades monetarias lo utilizan para impulsar ciertas medidas económicas. Tanto en épocas de expansión como en recesión.
Productos financieros desde donde se puede ahorrar
Ante la demanda de buena parte de la sociedad para llevar a cabo esta estrategia monetaria, las entidades financieros decidieron crear una serie de productos financieros que cumplen con esta función. Todos ellos coinciden en alguna de sus características más relevantes. Una de las principales consiste en que garantizan el capital depositado y ofrecen un tipo de interés que varía en función del precio del dinero. No es muy elevado, pero a cambio permiten ir agrandando poco a poco el capital todos los años. Es el caso concreto de los depósitos bancarios a plazo, cuentas de ahorro, pagarés bancario y deuda del estado (letras, obligaciones y bonos). Con una flexibilidad en los plazos (corto, medio o largo) en dependencia de las las propias particularidades del ahorrador.
No obstante, conviene no confundir los productos destinados al ahorro de los confeccionados para la inversión. En donde en estos últimos prima la idea de rentabilizar los ahorros a costa de asumir una serie de riesgos. Es decir, puede perderse una parte muy importante de la operación, como en el caso de la inversión en los mercados de renta variable. Por otra parte, incidir en el componente defensivo o conservador que tienen todos los productos para el ahorro. No en vano, prima la seguridad por encima de las posibles ganancias que el titular pudiese obtener a su vencimiento.
Trabajo publicado en: Mar., 2014.
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