Importancia de la Guerra de los Diez Años
Periodista esp. e investigador
Antes de conseguir definitivamente su independencia de España en 1898 con el concurso de los Estados Unidos, los cubanos habían intentado alguna otra vez tal logro sin éxito. La primera fue en 1868.
La llamada Guerra de los diez años (de 1868 a 1878) fue el primero de los enfrentamientos armados entre los independentistas cubanos y España.
Los orígenes de la reclamación de independencia de Cuba deben buscarse, como en cualquier otro territorio que reclame su independencia, tanto en motivos socio-políticos (una sociedad diferenciada, en este caso mezcolanza de los habitantes primigenios, los españoles llegados desde el siglo XV, y los esclavos, así como la consideración y el trato de colonia recibido por la metrópoli) como económicos.
En el caso de los económicos, el gobierno colonial favorecía a los grandes terratenientes en contraposición a una mayoría de la población que pasaba estrecheces, cuando no directamente hambre.
También los hombres de negocios que no poseían plantaciones de azúcar, pasaban estrecheces por culpa de los impuestos establecidos desde la metrópoli, que no redundaban en una mejora de las condiciones de la isla, si no que iban a engrosar las arcas españolas en la península.
Todo este caldo de cultivo estalló el 10 de octubre de 1868 con el llamado Grito de Yara.
El Grito consistió en un manifiesto firmado por Carlos Manuel de Céspedes llamando a las armas para luchar contra España en pro de la independencia de Cuba.
Céspedes dió ejemplo liberando a sus esclavos e invitándolos a que se unieran a la lucha. También eligió una bandera que ya lucía la combinación de colores que hoy luce la bandera cubana, pero de forma diferente: con una franja blanca en la parte superior que contiene un cuadrado rojo con una estrella blanca en el medio en su punta izquierda, y bajo estos elementos, una franja azul. Parecida, pues, a la bandera de Texas intercambiando el color rojo por el azul y viceversa, y con el cuadrado con la estrella restringido a ocupar la mitad superior.
Inicialmente, los rebeldes no pudieron cumplir con su objetivo de ocupar y liberar las poblaciones de Manzanillo ni de Yara, por lo que se refugiaron en la sierra, concretamente en la Sierra de Naguas.
Al alzamiento se unirían posteriormente las poblaciones de Oriente, Camagüey y Las Villas. Por parte del bando unionista, fue contrarrestado con la formación de partidas irregulares que arrasaron diversos lugares, fomentando el pánico entre la población rural, pero consiguiendo el efecto contrario al que deseaban: como en todas las guerras de liberación en las que la población civil ha sufrido ataques, esto decantó a muchos hacia el bando independentista.
En muchos sentidos, la Guerra de los diez años constituye el colofón en el proceso de creación de la identidad cubana contemporánea.
Bayamo fue nombrada la capital de los insurrectos, aunque tomada pronto por las tropas españolas.
En esta lucha se daba el esquema que luego se repitió hasta la saciedad en otros conflictos derivados del colonialismo, como la Guerra del Vietnam, por ejemplo: el ejército regular ocupante dominaba las áreas urbanas, pero se le escapaba el completo control de las rurales, que es donde los rebeldes tenían su feudo, utilizando por ello tácticas de guerrillas.
Poco a poco, el ejército rebelde iba acrecentando sus filas con nuevos reclutas, huidos de la represión española e idealistas, entrenando en tácticas militares, y conjuntándose.
Esto hizo que, sobre 1874, el ejército cubano ya se encontrara en disposición de enfrentarse al español.
En la Batalla de Las Guásimas, en marzo de 1874, las tropas cubanas derrotan a las españolas.
La táctica española consistirá, a partir de ese momento, en enviar tanto más soldados para derrotar al enemigo por simple superioridad numérica, como en “españolizar” la isla, enviando a numerosos colonos.
No faltarán voluntarios entre estos últimos para ir a probar suerte al territorio, huyendo del hambre y la pobreza crónicos en algunas regiones de España, o bien de la Tercera Guerra Carlista, un conflicto en la península, geográficamente limitado, pero que tuvo su impacto.
Especial terror infundían a las tropas españolas los soldados mambises armados con machetes, una herramienta de trabajo que, en manos expertas, podía hacer un gran daño.
El avance cubano se vio entorpecido y, en última instancia, lastrado por las desavenencias políticas entre sus líderes.
Céspedes, el pater patriae al ser el primer sublevado, moría en Sierra Maestra en febrero de 1874, tras ser depuesto como presidente provisional por Salvador Cisneros Betancourt, a manos de las tropas españolas.
Paralelamente, en 1876 finaliza la tercera Guerra Carlista y, con una península pacificada, el gobierno español puede dedicar sus esfuerzos plenamente a la guerra en Cuba.
Con la nueva torna de la situación, ambos bandos abren negociaciones de paz en 1878, que culminarán con la firma de la paz el 10 de febrero del mismo año.
No todos los cubanos que participaron en el conflicto quedaron satisfechos con el acuerdo de paz, lo que motivaría el estallido, un año más tarde, de la llamada Guerra Chiquita y, finalmente, en 1895 al conflicto armado que, con los Estados Unidos de por medio, llevaría finalmente a la independencia.
Fotos Fotolia
Trabajo publicado en: Feb., 2019.
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