Importancia de la Mitosis

Serena Cuoghi
Título de Profesora de Biología

La importancia de la mitosis radica en su condición de reproducción celular por excelencia, característica de la inmensa mayoría de las formas de vida que actualmente pueblan la Tierra. En este punto, es fundamental recordar que el material genético de las células puede organizarse de dos modos distintos. Por un lado, los organismos procariontes se caracterizan por un cromosoma único que no presenta envoltura en un núcleo. Estas células (bacterias, algunas algas primitivas) se dividen por simple fisión. En cambio, los organismos eucariontes (vegetales, incluidas las demás algas, hongos, protistas, animales) conservan el material genético de sus células en una estructura subcelular denominada núcleo. En el interior nuclear, el ADN (ácido desoxirribonucleico) se encuentra ordenado y “empaquetado” en un número par de cromosomas.

El transcurso de los eventos evolutivos necesitó, en un momento determinado de sus orígenes, la implementación de un mecanismo eficiente que permitiese a las primeras células adquirir la compleja cualidad biológica de reproducirse, más allá de los procesos básicos que los procariotas tenían –y siguen teniendo– para ello. A medida que el material genético asumía un mayor grado de complejidad, su necesaria replicación también avanzó hacia una metodología más asertiva y eficiente, por medio de la cual no solo garantizar un mecanismo más rápido para su codificación, sino también la incorporación de la posibilidad de generar “errores de traducción” durante el proceso, fenómeno que impulsó la creación de la variabilidad genética que gozan las millares de especies distintas que pudieron evolucionar como consecuencia.

Proceso

Durante la mitosis, el material genético contenido en el núcleo se ordena de modo tal que cada uno de los cromosomas es copiado por enzimas específicas para repartirse en partes iguales en cada una de las dos células hijas que surgirán de este proceso. Por lo tanto, la mitosis consiste en un mecanismo reproductivo durante el cual la totalidad del ADN de una célula eucarionte es copiado a sí mismo para dar lugar a nuevos elementos celulares.

Los tejidos con mayor proporción de mitosis son aquellos que se caracterizan por una rápida renovación celular o por un crecimiento sostenido y continuo. Sobresalen en este aspecto los tejidos embrionarios, todos los epitelios (piel y mucosas de distintos órganos) y la mayor parte de las células reproductivas. Por el contrario, los tejidos más estables se caracterizan por la ausencia de división de sus células y, por ende, de mitosis. En este contexto, las células musculares y las neuronas de los mamíferos superiores, como el hombre, ya no realizan mitosis.

Vale distinguir a la mitosis de la meiosis, que es otro proceso de división celular en el cual se forman células hijas sin duplicación previa del material de los cromosomas. Por lo tanto, las nuevas células tienen la mitad de los cromosomas; este mecanismo es el que da lugar a óvulos y espermatozoides, esto es, las células reproductivas. La fusión de estos elementos da lugar a un nuevo organismo que, desde su primera célula, se caracteriza por un material genético íntegro, completamente novedoso e individual. Asimismo, se advierte que la mitosis es un fenómeno muy controlado y ajustado para evitar alteraciones durante la reproducción celular. En los tejidos neoplásicos, el proceso de mitosis pierde ese control biológico y las células se reproducen de un modo acelerado y sin regulación, lo que explica gran parte del comportamiento del cáncer y otras enfermedades asociadas.

Dividir para crecer

El proceso de división del material genético de las células a través de la mitosis trajo también como consecuencia la capacidad celular de conformar tejidos, mediante la interconexión de células contiguas, idénticas y especializadas en algún tipo de función particular, dando el salto hacia la constitución de órganos complejos, quienes a su vez asumieron roles distintos, pero con una correlación sistémica que permitió el progreso hacia especies cada vez más complejas.

Todo este desarrollo interno de los organismos ha sido aprovechado evolutivamente para dar paso a especies de cada vez más grandes y complejas, entre las cuales la variabilidad genética pone en manifiesto la importancia que el ambiente tiene sobre las oportunidades que marcan el destino de la supervivencia de las especies, así como su convivencia entre sí.

Evolución y variación

Durante el proceso de división cromosómica gestionada por la mitosis, muchos son los factores externos que pueden influir. Desde sustancias químicas con potencial mutagénico ajenas al proceso, como por ejemplo compuestos organoclorados, organofosforados o incluso los metales pesados, hasta factores físicos y energéticos como la radiación o los campos electromagnéticos, pasando principalmente por los propios estímulos que el ambiente imprime sobre cada una de las especies como principal motor de los cambios evolutivos, ante una adaptación más que necesaria, la cual ha permitido la aparición de modificaciones moleculares en el código genético de maneras tanto independientes para cada especie, como aquellas que se encuentran correlacionadas entre dos o más especies, estableciéndose así un carácter coevolutivo entre las especies.

Un ejemplo común de este fenómeno es fácilmente observable entre algunas especies, pertenecientes siempre a un mismo nicho y vinculadas por medio de sus roles dentro de la cadena trófica, evidenciándose el juego existente entre presas y depredadores, con un gran abanico de posibilidades de engaños adaptativos, en donde las primeras han tenido el estímulo de transformar su propia genética hacia el desarrollo de apariencias tanto visuales como químicas, semejantes a las de sus depredadores de manera de poder mantener a salvo la mayor cantidad posible de los miembros de su especie, mientras que los últimos se han visto forzados hacia la evolución de sus capacidades físicas para la agudización de sus sentidos y habilidades motoras, para no morir de hambre por dejarse pasar por tontos.

Fenómenos mutagénicos

Ante la existencia entonces de tantos elementos externos influyentes sobre los resultados de la división mitótica, bien puede llevar a cuestionar justificadamente la eficiencia de este mecanismo de reproducción celular. Sin embargo, la capacidad de generar dos células hijas idénticas a partir de una célula madre, no es tan frágil y vulnerable como pudiese parecer.

La combinación entre el cambio molecular de la estructura del ADN y la viabilidad de su éxito para la supervivencia de las células resultantes tras la mitosis es ya otra historia mucho más compleja, debido a que no todo tipo de mutación puede permitir el normal desempeño de las células modificadas, hecho que en realidad es mucho más frecuente de lo que pudiese siquiera imaginarse o incluso rastreastrearse, produciéndose normalmente una eliminación silenciosamente sistémica de las células mutantes inviables, mientras que se pueden evidenciar sólo a través del tiempo, los resultados de aquellas hazañas fortuitamente exitosas de las células que lograron enfrentar un cambio y sobrevivir con su consecuente aporte transmitido a las siguientes generaciones de la misma especie, gracias a las divisiones por mitosis que seguirán replicando la mutación como la nueva configuración normal en las células generadas.

Referencias

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Cárdenas, O. (2013). Biología celular y humana. Ecoe Ediciones.

Lodish, H. (2005). Biología celular y molecular. Ed. Médica Panamericana.

Mazia, D. (1961). Mitosis and the physiology of cell division. In The cell (pp. 77-412). Academic Press.

McIntosh, J. R., Molodtsov, M. I., & Ataullakhanov, F. I. (2012). Biophysics of mitosis. Quarterly reviews of biophysics, 45(2), 147-207.

Por: Serena Cuoghi. Profesora de Biología egresada de la UPEL. Docente especialista en Dificultades de Aprendizaje. Experta en PNL y Superaprendizaje. Desempeño en Ciencias Biológicas, e investigadora en Biodescodificación.

Trabajo publicado en: Ago., 2012.

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