Importancia del Protocolo de Kyoto
Científicamente comprobado y con vasto material que lo reafirma, el calentamiento global es un problema del que empezamos a ver las consecuencias ya y que probablemente, si no es detenido, deje más daño a futuro de lo que podemos realmente sospechar. Ante esta preocupación urgente, los diferentes Estados del mundo adheridos a la ONU y a su Convención sobre el Cambio Climático han creado un protocolo conocido como el Protocolo de Kyoto que tiene un valor central para planificar la detención y la retractación de los daños generados por este complejo fenómeno.
Marco de origen y características de un documento para salvar al planeta
La problemática del cambio climático y el daño que el mismo genera a los ecosistemas del planeta es algo que se ha planteado hace largas décadas en público. No fue sino hasta mediados de 1990 que este problema comenzó a verse con más claridad y empezó a ser tomado como una amenaza a futuro en serio. El uso y abuso que el ser humano ha hecho sobre los recursos naturales y ambientes del planeta, especialmente desde que las economías mundiales se expandieron con la Revolución Industrial del siglo XVIII, ha generado lesiones de gravedad a la naturaleza y esto es lo que ha transformado muchos elementos que antes eran distintos, por ejemplo la temperatura, la fuerza y la asiduidad de las precipitaciones, las sequías, la extinción de animales, etc.
Es en este entorno, cuando la naturaleza empezó a dar señales de preocupación al ser humano en sus ambientes de vida cotidiano a través de inundaciones, huracanes, temperaturas máximas, etc., que se desarrolló el Protocolo de Kyoto, un tipo de acuerdo internacional en el que participaron desde su comienzo una gran cantidad de países para comprometerse a reducir las emisiones de gases contaminantes. La relevancia de este acuerdo estuvo centrada en el hecho de que se buscaba redireccionar las economías de cada país para hacerlas más saludables y ecológicas, limitando y revirtiendo en lo posible el daño causado al planeta.
Las respuestas y resultados que decepcionan a muchos
Veinte años después de firmado este protocolo, los resultados aún brillan por su ausencia y el avance del cambio climático no se ha modificado como se había esperado. Si bien las transformaciones en las economías del Tercer Mundo han muchas veces ayudado a mejorar las estadísticas, se supo desde un principio que los países del Primer Mundo o países desarrollados eran quienes más responsabilidad tenían en la contaminación y que por lo tanto eran ellos los que debían urgentemente modificar la base de su producción industrial y química.
En los últimos tiempos Estados Unidos ha logrado avanzar en esta cuestión, sobre todo en lo que respecta al uso de energías renovables, comprometiéndose el ex presidente Obama a reducir las emisiones de gas en un 30% para el año 2030, pero en el año 2017 el presidente Donald Trump señaló que no ratificará el acuerdo, quitándole a la problemática del cambio climático centralidad en su administración. Por su parte, regiones como Canadá, la Unión Europea o Rusia todavía no logran comprometerse del todo en este trabajo y ponen trabas debido principalmente a la condición de transformar sus economías productivas, base de su riqueza y desarrollo.
Imágenes: Fotolia – Blambca, Volovo Nandor
Trabajo publicado en: Ene., 2018.
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