Importancia del Tipo de Conexión a Internet
Internet es una tecnología que brinda millones de posibilidades a sus usuarios, y que hoy en día se ha hecho casi imprescindible en la vida moderna. El acceso a internet, a la red de redes, se hace ya no sólo desde ordenadores fijos como antaño, sino desde todo tipo de dispositivos: televisores, móviles, tablets, electrodomésticos inteligentes… casi todos los aparatos electrónicos buscan aprovechar sus ventajas.
Como siempre, para el acceso a Internet, es necesario e imprescindible que tengamos un dispositivo que permita la conexión, pero además que tengamos la posibilidad de usar esa conexión, bien mediante algún punto de acceso contratado con una compañía proveedora o bien mediante un acceso público. El tipo de conexión a internet usado determina y siempre es un factor limitante para la calidad, fiabilidad y rapidez de esta. Usando un simil muy gráfico, imaginemos que el dispositivo que usamos (PC, móvil…) es un coche y el tipo de conexión el camino por el que viaja. De nada nos sirve tener un automóvil deportivo si lo usamos en un camino de cabras: para poder utilizar todo su potencial, necesitaremos una autopista amplia. Y lo mismo sucede a la inversa: si tenemos una carreta tirada por burros, por muchos carriles que tengamos, no vamos a viajar más rápido. Ambos, tanto los dispositivos como la conexión, han evolucionado a lo largo de los tiempos de forma casi simultánea, permitiendo cada vez conexiones más estables y rápidas.
Los tipos de conexión a internet se dividen principalmente en dos tipos: físicas, cuando la conexión se realiza fisicamente, por cable, e inalámbricas, cuando la conexión se realiza sin cables. Cada una de ellas tiene sus ventajas e inconvenientes. Las conexiones físicas suelen ser más estables y rápidas, pero claro, no permiten una conexión en movimiento, algo que para los dispositivos móviles no es para nada adecuado. Es por ello que el sector que más auge ha experimentado en los ultimos años, el del móvil, ha sido también el que más ha evolucionado. Aún así, las redes móviles no siempre están disponibles, pues dependen de la cobertura, la distancia hasta las antenas emisoras, los obstáculos… etc. También debemos señalar que muchas de las conexiones que usamos diariamente, son mixtas: esto es, la señal principal llega por cable, y luego se transforma en inalámbrica mediante un router (muchos puntos Wi-Fi funcionan así).
Las conexiones por cable fueron desde luego, las primeras en aparecer. En principio mediante conexión directa entre dispositivos, luego usando la línea telefónica y un modem (modulador-demodulador) para traducir la señal analógica. Más tarde apareció la señal digital (RDSI, ADSL), y finalmente las compañías introdujeron el cable de fibra óptica, que hoy en día ofrece velocidades superiores a los 100 Mbps.
En cuanto a las conexiones inalámbricas, han crecido a la par que el uso de dispositivos móviles. Dentro de este grupo podemos englobar las conexiones Wireless tipo WI-FI, la conexión por satélite (usada en los GPS y navegadores) y las redes móviles. Estas últimas son quizás las más importantes en la actualidad. Nacieron igualmente como un tipo de conexión analógica, con capacidades muy limitadas, para irse transformando y ampliando paulatinamente con cada nueva generación. Así, de los 0,06 Mbps que permitía la 2G a los casi 1000 Mbps de velocidad que permite la 4G, la diferencia es, como vemos, abismal.
Además de estos dos tipos principales, existen muchas otras diferenciaciones. Por ejemplo, una conexión puede ser directa o indirecta, dedicada o compartida, pública o privada… y un largo etcétera.
Trabajo publicado en: Sep., 2014.
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