Definición de Impermanencia
Hay una evidencia que se presenta ante nosotros de manera rotunda: todo está sujeto a un proceso de cambio. En otras palabras, a pesar de la aparente estabilidad de lo que nos rodea, nada permanece igual a sí mismo.
La idea de impermanencia puede generar reacciones diversas en nuestro interior: desasosiego, indiferencia, excitación o curiosidad.
En la filosofía budista
Si todo se transforma y nosotros mismos somos protagonistas de la fugacidad de la existencia, es lógico que la filosofía se plantee esta cuestión como un problema. En la doctrina budista la impermanencia viene a ser como una ley general que afecta a todas las cosas. Dicha ley es observable en las estrellas, en las plantas y animales, en los seres humanos, en los sistemas políticos o en los ciclos económicos.
En este proceso inevitable hay momentos de expansión y triunfo y, lógicamente, momentos asociados a la desintegración y al fracaso.
La energía física y mental también está sujeta a la impermanencia
Desde el punto de vista físico y mental, podemos dejarnos llevar por los ciclos cambiantes. Si el ciclo es positivo, nos sentiremos satisfechos y si es negativo experimentaremos una sensación de fracaso. Para el budismo este planteamiento vital es un error, pues supone no aceptar que las cosas fluyen y que su esencia consiste en dejar de ser lo que son.
El supuesto éxito puede estar vacío de contenido y el supuesto fracaso puede estar lleno de enseñanzas positivas. La impermanencia consiste en entender la inevitabilidad de la existencia al margen de la idea de placer o dolor.
La insatisfacción permanente del hombre occidental
En la cultura occidental nos guiamos por el binomio éxito-fracaso. Para el budismo se trata de una dualidad falsa y engañosa. Si aceptamos el principio de impermanencia podemos romper con las ataduras del triunfo y la derrota.
La sensación de insatisfacción permanente ilustra la debilidad del planteamiento existencial de los occidentales. Los triunfos que logramos son satisfactorios de manera temporal y buscamos nuevos triunfos para sentirnos bien. De igual manera, las derrotas nos hunden y solo vemos en ellas la parte negativa.
La idea de impermanencia puede servirnos de inspiración para alcanzar la plenitud emocional, para afrontar la muerte sin temor y para vivir el presente sin miedos. Si aceptamos que todo es transitorio se produce un doble efecto: el dolor se puede soportar mejor y evitamos la constante búsqueda del placer.
Foto: Fotolia – rohkost
Trabajo publicado en: Sep., 2018.
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