Definición de Jeroglífico

Considerado una de las primeras formas de escritura del ser humano, el jeroglífico fue un sistema de escritura desarrollado por la civilización del Antiguo Egipcio. Es sin dudas una de las más famosas formas ya que se estructura en base a dibujos y símbolos en vez de utilizar caracteres. La escritura jeroglífica es considerada además una de las más complejas que pudo crear el ser humano, junto con algunas escrituras orientales, ya que cada símbolo representaba no ya una palabra si no una idea o un concepto. Por lo tanto, su comprensión no es lineal si no que se deben tomar en cuenta todos los dibujos realizados en cada mensaje.

El término jeroglífico significa en griego «escritura santa» o «escritura divina». En este sentido, muchas de las primeras formas de escritura creadas por el hombre pueden entonces recibir el nombre de jeroglífico. Sin embargo, este se aplica casi con exclusividad para los dibujos y símbolos inventados por la civilización egipcia. Sus orígenes nos llevan aproximadamente al 3300 antes de Cristo, momento en el cual el ser humano comenzaba a crear las primeras formas de escritura. Los jeroglíficos eran utilizados como lenguaje por los escribas (un privilegiado grupo de la sociedad que podía leer y escribir) en todo tipo de documentos y escritos, pero también como forma de decoración y de escritura en monumentos y construcciones de gran importancia.

Las formas jeroglíficas no pueden ser comprendidas del mismo modo en que nosotros comprendemos cada palabra o letra de nuestro lenguaje. Esto es así ya que cada caracter, por lo general un símbolo figurativo (aunque no siempre), representa una idea o un concepto que debe ser unido a los demás símbolos para comprender el significado de todo el mensaje. Normalmente, aquellos símbolos figurativos son representaciones de animales o elementos típicos de la cultura egipcia y del medio ambiente en el cual la misma tuvo lugar.

Si bien el hombre occidental tuvo contacto con esta forma de escritura muy tempranamente, a partir de los contactos comerciales establecidos entre Oriente y Occidente, no sería hasta fines del siglo XVIII cuando se descifraría finalmente gran parte de su significado. Esto sucedió al ser descubierta la famosa Piedra Rosetta en 1799 por los franceses. Esta piedra contenía el mismo mensaje en jeroglífico, en demótico (otro idioma característico de Medio Oriente) y en griego, lo cual permitió a los expertos hacer la traducción de gran parte del significado de tales símbolos.