Definición de Oveja Negra
Si escuchamos la frase «mi vecino es la oveja negra de la familia» podemos imaginarnos varias cosas y todas ellas negativas: que se trata de alguien muy rebelde, con mal carácter, que es un delincuente o que tiene cualquier rasgo contrario a lo que se considera aceptable socialmente. De hecho, la frase «es la oveja negra de la familia» significa que es alguien problemático dentro del grupo familiar. Por extensión, alguien puede ser la oveja negra en relación a cualquier colectivo.
Una explicación psicológica
En cualquier colectivo suele haber alguien distinto y que rompe la homogeneidad del grupo. Todo grupo humano necesita una cierta cohesión social, es decir, lazos de unión. Si alguien rompe dichos lazos se convierte en una persona indeseable y, por lo tanto, acaba siendo la oveja negra. Esta idea la podemos observar a través de individuos que son considerados como raros por algún motivo y su rareza acaba por convertirse en discriminación social.
Origen de la expresión
Se cree que su origen se debe al escaso valor que tenía antiguamente la lana de oveja negra. Así, una circunstancia propia de la ganadería se adaptó al lenguaje corriente y en la actualidad es una expresión muy común en la comunicación coloquial. Incluso en inglés se utiliza el mismo concepto (black sheep), lo cual se debe a que los ingleses consideraban que la oveja negra tenía alguna relación con el diablo.
El mundo de los animales en el lenguaje
Nuestro idioma tiene multitud de expresiones y modismos en los que aparecen los animales. Si decimos que fulanito es un bicho raro sabemos que es alguien con alguna peculiaridad normalmente negativa. Si alguien tiene la costumbre de amenazar a los demás pero no acaba de cumplir con sus amenazas es probable que alguien mencione el refrán «perro ladrador poco mordedor».
Así, el listado de frases o refranes con animales es muy extenso: más lento que una tortuga, más terco que un mulo, no es tan fiero el león como lo pintan, más vale pájaro en mano que ciento volando, lágrimas de cocodrilo, ser un gusano, chivo expiatorio y un largo etcétera. En todos los casos, las características de un animal se extrapolan a las relaciones humanas. En otras palabras, los animales nos sirven como inspiración y como recurso explicativo. Se podría decir, en consecuencia, que hemos humanizado a los animales.
Los animales se han convertido en símbolos de ideas y de valoraciones humanas. Por ejemplo, el burro tiene buena fama probablemente porque había un burro en el pesebre donde nació Jesucristo y la serpiente es una animal temido y odiado por el episodio bíblico de Adán y Eva.
Fotos: iStock – Tolola / Nicolas McComber
Trabajo publicado en: Nov., 2015.
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