Definición de Pragmatismo

El concepto de pragmatismo dispone de dos usos en nuestro idioma.

Actitud y pensamiento en la que se valoriza de manera especial y excluyente la utilidad y la practicidad de las cosas

Por un lado, a aquella actitud y pensamiento en la que se valoriza de manera especial y excluyente la utilidad y la practicidad de las cosas se la llama pragmatismo. En tanto, a la persona que actúa en este sentido se la designa comúnmente como pragmático.

Valoración del pragmatismo en estos tiempos

En la actualidad el pragmatismo suele ser muy estimado y por ende aquellos que disponen de este valor son más valorados en detrimento de los que no lo son. Esta situación se explica en el hecho de que el pragmático suele responder y actuar ante los problemas o contingencias que se suceden en algún contexto, de una manera inmediata y generalmente con soluciones efectivas. Y claro, en el mundo de hoy, en el que las cosas suceden de manera inmediata, se demanda una actitud de este tipo y por eso se la valora sobremanera.

Por otro lado, la persona que es pragmática se caracterizará del resto porque sabe aprovechar cada oportunidad que se le presenta porque de la misma sabe que obtendrá un fin que le es útil en algo o que le reporta un beneficio.

Y para sumar otro argumento a favor de la valoración del pragmático, debemos decir que hay algunas actividades laborales y circunstancias que propone la vida, que justamente exigen la disposición de pragmatismo para enfrentarlas y sortearlas, y de esta manera conseguir los objetivos propuestos.

Movimiento filosófico nacido en Estados Unidos, que se caracteriza por su valorización de la práctica y la experiencia

Y por otra parte, el concepto designa a aquel movimiento filosófico, oriundo de Estados Unidos, que se caracteriza por su valorización de la práctica y la experiencia, y entonces, en este sentido, considera a los efectos prácticos de una teoría como la única opción válida a la hora de juzgar la veracidad de la misma.
Este movimiento surgió en las postrimerías del siglo XIX y tiene como principales representantes y difusores a los filósofos Charles Sanders Peirce, John Dewey y William James.

De acuerdo a estos filósofos, los objetos deberán ser considerados por la función práctica que presentan, a lo que se suma el rechazo por los conceptos humanos y las verdades absolutas. Ellos sostienen que las ideas pueden cambiar en cualquier momento.

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