Definición de Sentidos (los cinco sentidos)
Licenciado en Física
Los sentidos, basado en cinco elementos clave: vista, oído, olfato, gusto y tacto, conforman de manera general las distintas formas que tenemos los seres humanos de percibir el mundo a nuestro alrededor y a nosotros mismos, trabajándose en todo momento. No obstante, es importante recalcar que hablar sólo de cinco sentidos es algo reduccionista y está lejos de ser una representación fiable, al menos fisiológicamente hablando, de todas las maneras en que nuestro cuerpo es capaz de percibir el exterior y el interior de este.
Tipos de receptores sensitivos
La manera en la que nosotros percibimos el mundo que nos rodea es a través de distintos receptores especializados que recogen información y la convierten en señales que pueden ser interpretadas por el sistema nervioso central. Los cinco tipos básicos de receptores sensitivos son:
1) Mecanorreceptores: Detectan la compresión mecánica o su estiramiento o el de los tejidos adyacentes. Algunos ejemplos de esto son la sensación táctil y la detección de compresión mecánica acústica por medio del oído.
2) Termorreceptores: Detectan los cambios de temperatura. Algunos de estos receptores detectan el calor y otros el frío.
3) Nociceptores: También conocidos como receptores del dolor. Se encargan de detectar daños físicos y químicos que sufren los tejidos.
4) Fotorreceptores: Son células especializadas que se encuentran en la retina y que detectan la luz.
5) Quimiorreceptores: Son capaces de reaccionar a sustancias químicas o cambios químicos tanto en el exterior como en el interior del organismo. Detectan el gusto en la boca, el olfato en la nariz, la cantidad de oxígeno en sangre, la osmolalidad de los líquidos corporales, el pH, concentración de dióxido de carbono, etc.
Estos cinco tipos de receptores constituyen los sistemas sensitivos a través de los cuales recopilamos información del interior y del exterior del cuerpo. La sensibilidad puede dividirse de manera general en sensibilidad somática que son los mecanismos a través de los cuales se recopila información sensitiva de todo el cuerpo y en sensibilidades especiales que aluden específicamente a la vista, el oído, el olfato, el gusto y el equilibrio.
Sensibilidad somática
La sensibilidad somática puede clasificarse a su vez en tres tipos fisiológicos:
1) Sensibilidad mecanorreceptora: Formada a su vez por las sensaciones táctiles y posicionales. Se activa debido a desplazamientos mecánicos de algún tejido del organismo.
2) Sensibilidad termorreceptora: Se encarga de detectar el calor y el frío.
3) Sensibilidad al dolor: Reacciona antes distintos tipos de daños que sufren los tejidos del cuerpo.
Debido al enfoque de este texto nos limitaremos solamente a hablar de la sensibilidad táctil.
Sensibilidad táctil
La sensibilidad táctil está compuesta por al menos seis tipos de receptores totalmente diferentes entre sí. En primer lugar, podríamos mencionar a las terminaciones nerviosas libres que están distribuidas en la piel y en otros tejidos, estas terminaciones detectan el tacto y la presión.
En segundo lugar, el corpúsculo de Meissner es un receptor al tacto de gran sensibilidad. Estos corpúsculos se encuentran principalmente en las partes de la piel que carecen de pelo como las yemas de los dedos y los labios. Son capaces de detectar movimientos sutiles de objetos sobre la superficie de la piel y también de reaccionar a vibraciones de baja frecuencia.
Por otro lado, tenemos receptores de terminación bulbar que son responsables de determinar un contacto continuo de los objetos contra la piel. Este tipo de receptores junto con los corpúsculos de Meissner cumplen funciones muy importantes en la localización de sensaciones táctiles en zonas específicas y en la determinación de texturas.
También en la sensación táctil participan los órganos terminales del pelo que son fibras nerviosas que se enroscan en la base del pelo y detectan el leve movimiento de estos sobre el cuerpo.
Las terminaciones de Ruffini son terminaciones nerviosas ubicadas en las capas más profundas de la piel y en algunos tejidos internos. Estas terminaciones se encargan de detectar estados de deformación continua como los contactos intensos prolongados y la presión. La presencia de terminaciones de Ruffini en las articulaciones también permite detectar el grado de rotación articular.
Finalmente, se tiene a los corpúsculos de Pacini que se ubican por debajo de la piel y en el tejido conectivo. Estos receptores son estimulados por compresiones locales rápidas y resultan de utilidad para detectar la vibración tisular y cambios rápidos en el estado mecánico de los tejidos.
Sensibilidades especiales: La vista
Los ojos son órganos especializados en reaccionar a la luz y convertirla en impulsos nerviosos que viajan hasta el cerebro. Desde el punto de vista óptico, el ojo humano puede compararse con una cámara fotográfica que posee un sistema de lentes (córnea, humor acuoso y cristalino), un sistema de apertura variable (pupila) y una película fotográfica que reacciona a la luz (retina).
Cuando la luz incide sobre nuestros ojos la córnea, el humor acuoso y el cristalino se encarga de refractarla y enfocarla hacía la parte posterior del ojo donde se encuentra la retina. Nosotros somos capaces de ver luz con longitudes de onda que oscilan entre los 700 y los 400 n.m., estas longitudes de onda corresponden a los colores rojo y violeta, respectivamente.
La retina, que es la parte del ojo sensible a la luz, está conformada por distintas capas de neuronas y de células fotorreceptoras llamadas conos y bastones. Los conos son los responsables de la visión de los colores y existen tres tipos que son sensibles de manera selectiva a luz roja, verde y azul. Por otro lado, los bastones ofrecen una visión monocromática en escala de grises y son relevantes especialmente en situaciones con poca luz.
Cuando los fotorreceptores de la retina son estimulados por luz se transmiten impulsos nerviosos que viajan a través de las distintas capas de neuronas que conforman la retina y posteriormente a través del nervio óptica hasta llegar a la corteza visual del cerebro para formar la imagen.
La audición y el equilibrio
La audición es la capacidad que tenemos de reaccionar al sonido. El sonido son ondas de presión que viajan a través del aire o de otros medios. Cuando estas ondas de presión llegan a nuestro oído, el pabellón auricular, que es la parte visible del oído, se encarga de redirigir el sonido hacía el canal auditivo para que pueda arribar al tímpano.
El tímpano es una membrana elástica que vibra cuando el sonido llega a esta, también marca la división entre el oído externo y el oído medio. Unidos al tímpano se encuentran los huesecillos que conforman el oído medio y que se conocen como martillo, yunque y estribo. Este sistema de pequeños huesos se encarga de amplificar las vibraciones captadas por el tímpano para transmitirla a las estructuras del oído interno.
En el oído interno se ubica un sistema de tubos en espiral llamado cóclea. Entre las diversas estructuras que conforman la cóclea se encuentre el órgano de Corti el cuál contiene una serie de célula ciliadas que responden a las vibraciones acústicas y convierte ese estímulo en señales nerviosas que viajan a través del nervio coclear hasta el cerebro.
Si bien el oído interno juega un papel fundamental en la audición, también participa en el sentido del equilibrio. El sistema vestibular es una estructura que posee dos ensanchamientos compuestos también por célula ciliadas que son capaces de transmitir información sobre la posición de la cabeza con respecto al suelo, brindando así un sentido de ubicación espacial y de equilibrio.
El gusto
La percepción del gusto es mayormente una función de las yemas gustativas de la boca, sin embargo, a esta percepción también contribuyen en gran medida el sentido del olfato y las sensaciones táctiles de la boca.
La lengua está provista de distintos quimiorreceptores en las células gustativas que son capaces de detectar una amplia variedad de sustancias químicas. Estas capacidades de los receptores gustativos han sido clasificadas en cinco categorías llamadas sensaciones gustativas primarias, cuyas combinaciones conforman los distintos sabores que puede detectar nuestro sentido del gusto. Estas categorías son agrio, salado, dulce, amargo y umami.
Las yemas gustativas de la lengua están compuestas por aproximadamente 50 células epiteliales cada una, algunas de estas células actúan como sostén y otras son células gustativas. Los extremos externos de las células gustativas se disponen en torno a una especie de poro gustativo. Desde este punto emergen varias microvellosidades que proporcionan la superficie receptora para el gusto. Finalmente, alrededor del racimo de células gustativas hay una ramificación de fibras nerviosas que se encargan de llevar la información gustativa hasta el cerebro.
La sensación gustativa se activa dependiendo de la composición química de las sensaciones gustativas primarias. Por ejemplo, el sabor agrio está causado por los ácidos, es decir, concentraciones altas de iones de hidrógeno que activan los receptores gustativos. Por otro lado, el sabor salado se detecta por medio de sales ionizadas, principalmente por iones de sodio.
El olfato
El sentido del olfato es el mecanismo a través del cual detectamos sustancias químicas que viajan a través del aire o de aerosoles y que logran entrar a nuestra nariz. La membrana olfatoria es la encargada de procesar la sensación olfatoria, se encuentra en la parte superior de las narinas.
La membrana olfatoria está compuesta por células de sostén y por célula olfatorias especializadas en detectar distintas sustancias químicas. Existen alrededor de 100 millones de células olfatorias en el epitelio olfatorio y en los extremos de cada una de estas células sobresalen de 4 a 25 cilios olfatorios y que se proyectan hacía la capa mucosa que revista la cara interna de las fosas nasales.
Los cilios olfatorios son los encargados de responder a los estímulos químicos, la sensación olfatoria recogida por las células olfatorias es llevada hacía el bulbo olfatorio, que es una estructura conformada por distintas células nerviosas que reciben la información olfatoria y la llevan a través del tracto olfatorio hasta el cerebro.
El olfato es el menos conocido de nuestros sentidos, esto es en parte debido a que no puede estudiarse con facilidad debido a la subjetividad de la percepción olfatoria y a que el olfato está menos desarrollado en los seres humanos en comparación con otros mamíferos que cuentan con un sentido del olfato más agudo. Aún con estas limitaciones, diversos estudios han indicado la existencia de al menos 100 sensaciones olfatorias primarias y de alrededor de 1,000 tipos distintos de receptores olfatorios.
Art. actualizado: Abril 2023; sobre el original de diciembre, 2008.
Referencias
Arthur C. Guyton & John E. Hall. (2016). Tratado de Fisiología Médica (Decimotercera Edición). España: Elsevier.Linda S. Costanzo. (2011). Fisiología (Cuarta Edición). España: Elsevier.
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