Significado de sinceridad Definición, valor y sincericidio

Definición formal
La sinceridad es una manifestación de la más pura verdad, que impulsa la transparencia, reflejándose en la manera de actuar. Está presente en lo individual como en lo colectivo, contrastando con el ocultamiento y la manipulación.
En este marco, es un valor que tiene que enseñarse en la formación del individuo. La raíz etimológica tiene referencia en el latín sinceritas, procediendo de sincerus.
Valor de la sinceridad con uno mismo
Cuando pensamos en la sinceridad es muy probable que asociemos este concepto a distintas ideas o reflexiones: la importancia de decir la verdad en la vida cotidiana, el conflicto moral vinculado al hecho de mentir o los problemas personales de quienes tienen la costumbre de contar mentiras. Estas apreciaciones son relevantes, pero no debemos olvidar que la sinceridad debe empezar por uno mismo. En nuestro diálogo interior es muy conveniente no decirnos mentiras.
La peor forma de engaño ocurre cuando intentamos convencernos de una idea falsa. El autoengaño es doblemente dañino: engañamos a los demás ofreciendo una imagen errónea de nosotros mismos y, a la vez, nos acabamos poniendo una trampa peligrosa.
Es posible que la verdad nos parezca dolorosa o incómoda, pero es preferible a vivir con la creencia de una imagen falsa de nosotros mismos.
Sincericidio: no entender los límites de la sinceridad
En principio, faltar a la verdad es malo y la sinceridad es un bien moral. Esta idea general no implica que debamos decir la verdad de manera radical en todo momento. El sincericidio es una interpretación dogmática y peligrosa que consiste, en pocas palabras, en decir la verdad sin ningún tipo de tacto y sin valorar las posibles consecuencias negativas.
Si un amigo está gravemente enfermo no es necesario que le digamos que puede morir. Si alguien ha fracasado con un proyecto, en lugar de recordárselo constantemente es preferible que le animemos a superar su situación. Decir la verdad tiene sentido cuando puede ayudar de alguna manera. De lo contrario puede ser una fuente de conflictos.
Si alguien dice lo que realmente piensa en todo momento está siendo sincero, pero también es un maleducado y un torpe.
La mentira piadosa puede parecer un engaño a primera vista, pero en el fondo es una forma de respetar a los demás.
El mentiroso compulsivo
Todos decimos mentiras en algunas circunstancias. Los niños lo hacen para evitar castigos y los adultos con otros fines: para obtener un beneficio directo, para transmitir una imagen positiva o simplemente para eludir una responsabilidad incómoda. En algunos casos esta inclinación se agudiza notablemente y cuando esto ocurre hablamos de un mentiroso compulsivo o mitómano.
Estos individuos suelen fabular sobre sí mismos para sentirse más importantes socialmente. El mentiroso compulsivo mezcla historias con una parte de verdad y otra totalmente falsa. El mitómano cuenta mentiras porque considera que esta estrategia es útil para sus intereses.
Por otra parte, desde su punto de vista las falsificaciones y manipulaciones son herramientas legítimas para sobrevivir y conseguir sus objetivos. Si bien el mitómano es alguien normalmente hábil a la hora de inventar sus relatos, es inevitable que cometa algún error y que los demás descubran sus falsedades.

