Definición de Tacaño
En el lenguaje corriente se denomina tacaño a aquel individuo que se destaca por su mezquindad y avaricia a la hora de efectuar gastos propios y también cuando alguien de su entorno le solicita algún tipo de colaboración o de ayuda monetaria, o sea, el tacaño procura realizar los menos gastos posibles, abrir la billetera poco y para lo justo y necesario, jamás para derrochar o comprar algo que no es de necesidad y urgencia.
Persona avara a la cual no le gusta gasta su dinero en casi nada sino atesorarlo
El tacaño es una persona para nada afecta a gastar dinero en cualquier circunstancia, es decir, no importa que el gasto implique una diversión o el adquirir algo que sume confort a la calidad de vida, porque nada de ello será razón suficiente para que el tacaño gaste su dinero ahorrado, atesorado.
Su afán especialmente es atesorar dinero, guardarlo, y muchas veces llegan a ostentar grandes cantidades, que guardan celosamente en cajas fuertes por ejemplo.
Cabe destacar, que en los grados más extremos de tacañería, el tacaño, incluso, es capaz de abandonar las comodidades si es que eso implica gastar y gastar dinero para mantenerlas.
No necesariamente el tacaño es siempre una persona adinerada que se rehúsa a gastar dinero, también puede tratarse de una persona que no dispone de demasiado dinero y entonces, con mayor ahínco defenderá y guardará lo poco que tiene o que puede guardar.
Un pecado para la religión que puede inducir a la comisión de delitos
Generalmente, quien es tacaño padece de avaricia, uno de los siete pecados capitales, y que implica el desmedido deseo de poseer riquezas con la simple razón de guardarlas y no de gastarlas.
Esta ansiedad por atesorar riquezas es un afán desordenado y no normal, que afectará el comportamiento conforme de una persona.
Desde el punto de vista de la religión, como señalamos, se ha indicado como uno de los pecados capitales, porque se la asocia directamente con un vicio y pecado porque trastoca lo lícito.
En muchas ocasiones la avaricia aparece asociada a otros pecados y puede desembocar en la comisión de delitos contra la propiedad privada, la estafa, el soborno y la traición, entre otros.
En ese interés desmedido por obtener más y más riqueza no admitirá ningún límite, ni siquiera el que le impone la misma ley.
Si hay que traicionar o estafar a alguien, el avaro, no lo pensará ni un minuto y lo hará, aunque esa persona sea un familiar o un amigo.
La religión considera que este comportamiento aleja a la persona de Dios, porque su foco sobre lo material lo separa definitivamente del camino espiritual que se espera que siga.
Y lo más triste es que estas personas que presentan esta problemática no se vinculan bien con su entorno, suelen mantener peleas si ven que alguien gasta de su dinero más de lo que corresponda, y ni hablar si es que estafa a un amigo para lograr más dinero.
Problemas de inserción social
Los avaros son personas que normalmente están muy solos y suelen ser discriminados por su comportamiento tan errático.
En el fondo sufren sobremanera por esa imposibilidad de aceptar gastar su dinero, y por la obsesión de acumular más, y que no se les escurra.
Así es que el tacaño se pasará la vida entera acumulando riquezas materiales, materializadas en dinero, o en objetos y bienes de valor, aunque, de ninguna manera estará dispuesto a gastarlas, ni mucho menos a compartirlas con alguien, aunque sea un ser querido y cercano.
Los especialistas en el estudio de trastornos como estos, consideran que una causa de este estado de cosas es haber padecido en el pasado fuertes carencias económicas que generan un tremendo temor a perderlas ahora que se las tiene.
En la mayoría de las culturas el tacaño es objeto de comentarios y burlas por parte de su entorno que se ríe de su extrema negativa a gastar dinero y su estereotipo es corriente de apreciar en historias de ficción justamente para darle a la historia un toque de humor y de ironía.
Por ejemplo, en los casos más severos, hay individuos que todos los días usan la misma ropa porque no quieren gastar en comprar nueva.
Trabajo publicado en: Abr., 2012.
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