Definición de Atorrante
Si un argentino o un uruguayo escucha la palabra atorrante sabe que se refiere a una persona vaga, perezosa y que le gusta gandulear. También puede aludir a un individuo marginal y que no tiene una vida convencional, por ejemplo un vagabundo.
En países como República Dominicana o Costa Rica el término atorrante sirve para mencionar a alguien con una vida desordenada. En cambio, en Venezuela esta palabra se utiliza para calificar a alguien que se comporta de manera escandalosa, vulgar o grosera y una segunda acepción indica que alguien atorrante es un arrogante y un pretencioso.
De lo anteriormente expuesto, podemos colegir dos ideas:
1) estamos ante un americanismo, pues es una palabra que no se emplea en el español que se habla en España y
2) se trata de un término despectivo y peyorativo.
El debate de la etimología
La etimología de la palabra es incierta. De hecho, hay versiones contrapuestas sobre su auténtico origen.
Se afirma que puede venir de un fabricante de cañerías apellidado Torrent y que se convirtió en un personaje muy popular en Argentina a finales del siglo XlX. Hay una versión muy parecida según la cual los tubos del alcantarillado de Buenos Aires llevaban el nombre del fabricante, A. Torrans. Según otro criterio etimológico, atorrante podría venir del catalán, ya que turrar quiere decir tostar o quemar y se dice que una persona esta torrada cuando está sofocada por el sol y, por lo tanto, se encuentra cansada y abatida. Hay estudiosos de la lengua que afirman que atorrante es una palabra propia del lunfardo rioplantense, una hipótesis bastante razonable si tenemos en cuenta que este vocablo aparece en las letras de algunos tangos.
El problema de algunas etimologías y el uso de extranjerismos
La controversia de la etimología del término atorrante nos recuerda una realidad: no es fácil determinar con absoluta certeza el origen de las palabras. El vocabulario en español proviene mayoritariamente del griego y del latín. Sin embargo, un idioma es una entidad viva y cambiante y, en consecuencia, recibe influencias de otras lenguas, cuyos vocablos tienen sus propias etimologías.
En español empleamos términos de origen francés (como acné, affaire o bombón), del italiano (a capela, acuarela, crescendo o cucurucho), del alemán (brindis, feudo u homosexual) y, por supuesto, del inglés (club, fútbol, link y otros muchos). El uso de extranjerismos supone un enriquecimiento de la lengua, una manera de ampliar sus horizontes y de asumir nuevas formas de expresión.
Fotos: iStock – Leonardo Patrizi / Voyagerix
Trabajo publicado en: Feb., 2016.
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