Definición de Cuenta Corriente

Dentro del mundo bancario, el cliente puede realizar varias acciones que obviamente tienen que ver con el movimiento y las transacciones de dinero o capital. Una de las formas más comunes y accesibles a las que un cliente de un banco puede acceder es la de la cuenta corriente que, junto a la de la caja de ahorro, es una de las más utilizadas a nivel mundial por los clientes de estas instituciones. Pero, ¿qué es una cuenta corriente?

Tanto las cajas de ahorro como las cuentas corrientes son espacios artificiales o inexistentes que el banco crea a sus clientes para que exista la noción de la posesión de un determinado capital. Así, ese dinero no es que está de manera concreta en el banco si no que la entidad reconoce que el individuo o particular que posee una de esas dos cuentas tiene un contrato con el banco y el mismo deberá entregarle la plata cuando el particular lo solicite. De este modo, los bancos se aseguran mantener clientes y contar con capital de manera permanente.

En el caso de la cuenta corriente estamos hablando de un tipo de contrato que supone beneficios para ambas partes. El cliente recibe una cuenta a su nombre con la que podrá realizar diversos movimientos o transacciones bancarias: depositar dinero, extraer dinero (en el caso de que lo tenga), pagar servicios, hacer transferencias, etc. Una de las principales diferencias entre una cuenta corriente y una caja de ahorros es que la cuenta corriente permite utilizar cheques que pueden ser otorgados por el banco a nombre del dueño de la cuenta para que efectúe con ellos las transacciones de manera segura.

Por otro lado, la cuenta corriente también le permite al particular realizar gastos con tarjetas de débito o crédito incluso cuando no haya capital disponible en la cuenta. Esto es así ya que el usuario puede establecer con el banco un tope de crédito que le dará libertad para realizar más gastos que serán inicialmente cubiertos por el banco pero luego deberán ser pagados a futuro por el cliente.