Definición de Ejército Rojo
Periodista esp. e investigador
Existen unidades militares o ejércitos que han pasado a la historia con nombre propio; así, tenemos a la guardia pretoriana romana, los berserker vikingos, los inmortales persas, la Wehrmacht o la Grande Armée con la que Napoleón invadió Rusia.
Precisamente, este último país, Rusia, vio el nacimiento y crecimiento de una fuerza militar que, en su momento, fue considerada una de las principales del mundo si no la principal: el ejército rojo.
La fundación del ejército rojo data de la revolución de octubre de 1917, como necesidad de oponerse militarmente al ejército blanco.
Este último estaba compuesto por una amalgama de fuerzas que se oponían al régimen soviético, entre ellas muchos militares zaristas.
Inicialmente, el ejército rojo fue formado por las unidades del ejército que se habían revoltado contra el poder imperial, así como los obreros más belicosos. La necesidad inicial fue la de poner orden en las diversas milicias que estos habían creado a lo largo y ancho del territorio ruso y de algunos de los territorios que posteriormente devendrían de la Unión Soviética.
León Trotski fue el primer comandante supremo del ejército rojo, el hombre encargado de organizarlo y dotarlo de disciplina y efectividad suficiente para ser solvente en el campo de batalla.
La primera fase de creación y estabilización del ejército rojo era crucial y, consciente de ello, Trotski no dudó en utilizar personal del antiguo ejército zarista para aprender las tácticas militares y para que asesoraran a la fuerza militar de nuevo cuño, aunque tampoco dudó en incorporar sus propios conocimientos y los de los activistas bolcheviques en cuestión de guerra de guerrillas y otras prácticas de lo que hoy llamaríamos “guerra asimétrica”.
La primera prueba de fuego del ejército rojo, la guerra civil rusa subsiguiente a la revolución, fue superada con nota.
Esto no fue óbice del posterior fracaso del brazo armado de la revolución comunista ante Polonia, en la guerra que enfrentó a ambos países en paralelo a la guerra civil rusa.
Esta es una constante que ha visto el ejército rojo a lo largo de su historia: la victoria contra enemigos difíciles, como las tropas del eje en la Segunda Guerra Mundial, o la Victoria de mínimos ante Finlandia, sufriendo una cantidad de bajas y diversas derrotas puntuales que ayudaron a que Finlandia conservase su independencia frente a la URSS.
Debido al aislamiento que internacionalmente se había impuesto al régimen comunista de la URSS, en el periodo de entreguerras el ejército rojo tuvo que desarrollar nuevas tácticas y armamento en secreto.
Es sintomática de esa época la colaboración con Alemania (incluso cuando esta ya era gobernada por Hitler a partir de 1933) en materia de guerra blindada (tanques) y aviación, una colaboración que fue mejor aprovechada por los germanos, los cuales también aprovecharon una debilidad del ejército rojo: la falta de oficiales cualificados debido a las purgas estalinistas.
Con la subida al poder del paranoico Stalin, este inició una serie de purgas que afectaron a la mayoría de los mandos capacitados del ejército rojo, a los cuales el dictador georgiano veía como una amenaza política.
Como resultado de esto, el descabezamiento del ejército y, con ello, su privación de mandos capaces, la imposibilidad de contraatacar del ejército rojo hasta bien entrada la guerra (prácticamente, cuando los alemanes estuvieron a las puertas de Moscú) queda ampliamente explicada.
Es precisamente en este periodo, el del mayor conflicto (que en Rusia se conoce como la Gran Guerra Patria), en el que la doctrina del ejército rojo, con uso profuso de grandes cantidades de tanques y asaltos a tumba abierta de la infantería, queda establecida, y que fundamentará la potencia de sus unidades blindadas por las décadas siguientes (actualmente, Rusia posee el ejército con mayor número de tanques del mundo).
Dicha doctrina se había ensayado en el conflicto en Mongolia, en el cual soviéticos y japoneses se habían enfrentado, con victoria para los primeros bajo el mando de Gueorgui Zhúkov, el mariscal que en 1945 sería el encargado de liquidar la batalla de Berlín.
Durante la guerra, el comandante supremo del ejército rojo fue el propio Stalin, y sus mandos todavía estaban fuertemente politizados, y ello explica algunos grandes fracasos.
La victoria final de los soviéticos en la batalla de Berlín tiene varias explicaciones, algunas de ellas que centran la culpa en las propias fuerzas del eje, pero entre cuyas emerge poderosamente la superioridad numérica del ejército rojo, que llevó una verdadera alud de hombres (también máquinas y recursos de todo tipo) sobre el Reich.
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, el ejército rojo se caracteriza por algunas pocas intervenciones directas (Hungría, Checoslovaquia y Afganistán entre ellas), y el asesoramiento y apoyo a varios niveles de otros gobiernos y movimientos izquierdistas repartidos por todo el mundo.
Hasta los últimos días de la guerra fría, cuando la URSS fue disuelta, el ejército rojo se mantuvo como una fuerza militar de unas dimensiones y un potencial extraordinario. Hoy en día, su descendiente directo es el ejército ruso, pero son muchas las fuerzas militares que comparten de una forma u otra dicha herencia, y guardan unas tradiciones que emanan directamente del ejército rojo, las de los países surgidos de la desintegración de la URSS.
Fotos: Fotolia – Popaukropa / Petr Bonek
Trabajo publicado en: Nov., 2017.
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