Gripe Española de 1918 - Definición, Concepto y Qué es
Periodista esp. e investigador
¿Saben aquello de “llover sobre mojado”? Pues eso es lo que fue la epidemia de gripe de 1918, en plena recta final de la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial), que provocó entre 50 y 100 millones de muertes en todo el mundo.
La llamada “Gripe española” fue una pandemia global provocada por una mutación del virus de la gripe, que actuó con gran virulencia en 1918 y 1919.
No deja de ser curioso que el nombre de “gripe española” no se refiera a donde fue detectada por vez primera o de donde procedía, sino por un simple hecho: al no ser España uno de los países beligerantes en la guerra, la prensa no estaba sujeta a censura, por lo que informó más abiertamente de la pandemia que la prensa de los países que tomaban parte en el conflicto.
No era la primera vez que la humanidad se enfrentaba a una pandemia, ni siquiera a una epidemia de gripe, pero esta se presentaba en un mundo que empezaba a estar globalizado y, por lo tanto, con amplias posibilidades de viajar y contagiarse más rápidamente.
Fue detectada originalmente en los Estados Unidos, y se transmitió a Europa a través de las tropas que abandonaban el país para ir al frente. De Francia pasó a España, donde -como he dicho antes- la prensa empezó a informar de la pandemia, que de ahí tomó su nombre.
Mientras se extendía por todos los Estados Unidos y Europa, también llegaba a África (primeros brotes detectados en Sierra Leona, entonces colonia francesa). No es solo que Asia también resultara afectada, es que esa epidemia de gripe llegó a todos los rincones del mundo, desde Sudáfrica hasta el ártico, desde Siberia hasta California.
Arrasó comunidades enteras por todo el mundo, llegando a matar entre un 3% y un 6% de toda la población mundial en aquellos momentos. Una verdadera hecatombe.
¿Por qué se dió esta mortalidad tan alta? según estudios recientes fue debida a diversos factores que se juntaron para ofrecer el peor escenario posible a la humanidad.
El primero de ellos fue una mutación del virus -el de la gripe muta constantemente- especialmente virulenta, que podría haber mutado en animales, y que resistió a los tratamientos existentes.
En segundo lugar, el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas en los hospitales multiplicaron en varios factores la ratio de propagación de la enfermedad. A las malas condiciones de salubridad de los hospitales para la gente pobre, se añadieron el hacinamiento y las mismas malas condiciones (o peores) de los hospitales militares y de campaña por la guerra. Las ciudades, a las cuales emigraba buena parte de la población rural, también fueron un foco de propagación.
La guerra, con las limitaciones de todo tipo que impuso a las poblaciones (alimenticias, por ejemplo), contribuyó significativamente al empeoramiento de las defensas del organismo de la gente, facilitando la penetración del virus y su acción.
Y, finalmente, el escaso avance de las técnicas médicas, que darían un salto cualitativo importante en la Segunda Guerra Mundial y tras esta, pero que en la época todavía se encontraban más ancladas al pasado que al futuro, hicieron imposible una lucha efectiva contra el virus.
La gripe española desapareció por sí sola tan rápidamente como llegó.
Se desconocen las causas, pero los especialistas especulan con que la mutación tan rápida del virus hizo que su potencial letal también descendiera.
Recientemente, científicos han “revivido” el virus en entornos controlados para estudiarlo, conocer sus causas y mecanismos, y prepararse mejor para posibles futuras pandemias.
La epidemia de Gripe española de 1918 y sus circunstancias, deben servirnos como un serio aviso de cara al futuro, de los peligros a nivel de salud que afronta nuestra sociedad altamente globalizada, y para tomar cartas en el asunto de cara a prevenir que algo similar pueda repetirse.
Actualmente, los viajes han perdido su aura de antaño, y trasladarse de un continente a otro ya no es cuestión de días o semanas, sino de horas. La gente se desplaza en grandes cantidades por todo el orbe, y ya no es raro encontrarse extranjeros incluso en los lugares más recónditos.
Esta globalización, que por sí sola no es mala, puede contribuir a la rápida expansión de una nueva epidemia, que sería mil veces más demoledora que la de 1918.
Foto: Fotolia – Jonathan Stutz
Trabajo publicado en: Ago., 2018.
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