Importancia del Ciclo del Agua

Serena Cuoghi
Título de Profesora de Biología

Entre la atmósfera y la corteza terrestre se cumplen a diario una infinidad de procesos fisicoquímicos y fenómenos ambientales, entre los cuales destaca por su alta relevancia el ciclo del agua, como hecho esencial que permite la existencia y manutención de la vida tal y como la conocemos. El constante proceso de transformación del agua en sus diversos estados posibles es lo que precisamente permite que esta sustancia sea capaz de abarcar en abundancia la mayor parte de la superficie terrestre y escabullirse hacia el subsuelo en su líquida condición, convirtiéndose en un recurso de fácil acceso para la gran mayoría de las especies, no obstante, el cumplimiento de su ciclo es también un fenómeno con gran fragilidad que depende de un sinnúmero de factores climáticos y geográficos, los cuales al encontrarse afectados por los impactos ocasionados como consecuencia de la actividad humana, han alterado a su vez la dinámica que el agua cumple, ocasionando una gran cantidad de efectos colaterales.

Para comprender cómo ocurre este ciclo, es importante comenzar señalando que el agua, uno de los elementos naturales que se encuentra en mayor cantidad en el planeta, está presente en tres posibles estados diferentes: estado sólido, estado líquido y estado gaseoso. Cada uno de estos se ve representado por hielos o nieve, agua fluyente o vapor de gas respectivamente.

Uno de los primeros pasos a partir de los cuales se desarrolla el ciclo del agua es cuando se hacen presente en la atmósfera las nubes o el vapor de agua, es decir, el agua en estado gaseoso. Este vapor de agua puede ser generado por la evaporación de los oceános y de otros espacios acuosos. Así, hablamos de la evaporación y de condensación cuando ese agua evaporada se condensa en forma de nubes. Como estas formaciones de nube o gases normalmente se encuentran a temperaturas muy bajas, se convierten en nubes pesadas y más densas que comienzan a generar precipitaciones en forma de agua o nieve (estados líquidos y sólidos respectivamente). Este período se conoce entonces como precipitación. Tanto el agua como la nieve se infiltran en la tierra generando almacenes de agua subterránea. Otra muy importante cantidad de agua se escurre hacia manantiales, ríos y eventualmente mares y océanos, volviendo al lugar desde donde comienza el ciclo y realimentando en su camino todos los diferentes espacios en los que existe agua.

Posibilidad de vida

El hecho de que la mayor parte de los componentes del organismo sea precisamente agua, conlleva a la exigencia de una gran demanda permanente en la disponibilidad de este recurso por parte de la mayoría de los ecosistemas, aún cuando muchas especies han podido evolucionar hacia la conquista de territorios menos afortunados en la presencia hídrica.

La fragilidad que por ende muestran los diversos ecosistemas ante los cambios en la presencia, frecuencia y volumen de agua que puedan disponer es, sin lugar a dudas, uno de los factores más predominantes entre los que están poniendo en riesgo la supervivencia de una gran cantidad de especies y el equilibrio de todas las demás dinámicas necesarias para la vida, haciéndose prioritario el desarrollo y ejecución de medidas ambientales que permitan proteger a los puntos críticos sobre los que se sustenta el ciclo del agua para poder cumplirse con su habitual regularidad, considerándose entre éstos tanto los aspectos geográficos como los propiamente biológicos, y más particularmente los comprendidos a la flora, debido al papel tan trascendental que las plantas, y especialmente los bosques, tienen en el proceso que permite la restitución del agua necesaria dentro del propio ecosistema y su dispersión hacia otras áreas circundantes por medio de los ríos, los cuales a su vez mantienen el almacenamiento superficial del vital líquido en lagos y lagunas, a la par que permiten su percolación hacia las capas internas del suelo con todos los demás beneficios que esto implica.

Estabilidad natural

Esta incesante dinámica de transformaciones de estado y espacio que experimenta el agua lleva eras enteras sin detenerse, contando con el tiempo suficiente para permitir la imposición de un equilibrio relativamente regular y único para cada parte del planeta, no obstante, en las últimas décadas la intervención humana ha impreso una transformación significativa en las características geográficas, por medio de modificaciones lo suficientemente drásticas como la tala extensiva de bosques y cambios topográficos de suelos y relieves, que para la atmósfera, el clima y el agua se hacían ya imposibles de dejar pasar desapercibidas.

Como consecuencia a dichas variaciones, el muy disciplinado ciclo del agua ha visto interrumpido y desviado de curso su normal flujo, comprendiéndose apenas hasta ahora que este fenómeno no impacta tan sólo en la región específica humanamente intervenida, sino que como producto de la propia globalización de los fenómenos atmosféricos, y el inseparable vínculo entre éstos y las dinámicas hídricas, se están haciendo cada vez más frecuentes y destructivos los impactos que es capaz de generar a grandes distancias de su lugar de origen.

Las consecuencias de alterar el proceso no sólo se convierte en un fenómeno con problemas de nivel global, sino que a su vez se vuelve fuertemente en contra de su propio creador. La humanidad depende cada vez más del vital líquido para realizar cualquier tipo de actividad, desde su básica y elemental supervivencia como organismo vivo, hasta la más trivial labor que se haya inventado, pasando por el elevadísimo consumo que realiza por medio de las industrias, las cuales en mayor o menos medida, terminan incorporando también sus altas dosis de contaminantes al agua, con lo que ha terminado pasando de ser un recurso renovable a uno cada vez más escaso, limitado y ahora en la punta superior en la lista de prioridades a resolver entre los impactos que hemos ocasionado, esperando que aún podamos estar a tiempo de realizar las reversiones necesarias y finalmente aprender a convivir en la armonía que la naturaleza nos había brindado desde antes de nuestra propia existencia.

Referencias

Aranda, D. F. C. (1984). Procesos del ciclo hidrológico. UASLP.

de Quirós, F. M. B., & Castilla, A. G. L. (2022). Economía circular en el ciclo del agua. In Agua, energía y medio ambiente (pp. 775-794). Universitat d´ Alacant/Universidad de Alicante.

Galvín, R. M. (2008). Características físicas, químicas y biológicas de las aguas. España: EMACSA.

Mook, W. G. (Ed.). (2002). Isótopos ambientales en el ciclo hidrológico (Vol. 1). IGME.

 
 
 
Por: Serena Cuoghi. Profesora de Biología egresada de la UPEL. Docente especialista en Dificultades de Aprendizaje. Experta en PNL y Superaprendizaje. Desempeño en Ciencias Biológicas, e investigadora en Biodescodificación.

Trabajo publicado en: Jul., 2011.
Datos para citar en modelo APA: Cuoghi, S. (julio, 2011). Importancia del Ciclo del Agua. Significado.com. Desde https://significado.com/im-ciclo-del-agua/
 

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