Importancia del Lavado de Manos
Título de Profesora de Biología
Entre las normas más básicas de higiene que uno recibe desde niño, se encuentra el repetitivo mandato de lavarse las manos. Cada vez que se visita el baño, al preparar cualquier tipo de alimento, luego de acariciar la mascota, e incluso si aún no se ha hecho nada que visiblemente pueda comprobar la presencia de suciedad, las manos deben ser rigurosamente lavadas con agua y jabón. Pero, ¿a qué se debe tanta rigidez y meticulosidad? Pues bien, 1) son el medio de transporte directo de un sinnúmero de agentes patógenos de todo tipo; 2) las exponemos de manera permanente e inconsciente sobre casi cualquier superficie, sin percatarnos de los riesgos potenciales; 3) podemos absorber a través de ellas una gran cantidad de sustancias químicas; 4) son un recurso comunicacional no verbal que en muchas culturas se emplea para el intercambio de contacto físico de cortesía o afecto entre las personas; y 5) dependemos de ellas en casi la totalidad de asuntos que ejecutamos a diario, así que es de sabios brindarles su merecido cuidado.
La salud entra por la boca, ¿o no?
La multiplicidad de microorganismos que podemos recoger y albergar en nuestras manos, procedentes de cualquier tipo de superficie y medio, es tan amplia como peligrosa. Los niños suelen estar siempre mucho más expuestos que los adultos a sufrir de enfermedades provocadas por hongos, virus y bacterias que hayan pasado a la boca y de allí al interior del organismo, por medio del aventón que le pueden ofrecer las manos. Esta desproporcionada variación en el contagio de las enfermedades infecciosas de las estadísticas por edades, depende casi estrictamente de la poca conciencia que aún se tiene cuando pequeños, sobre el peligro potencial al cual se enfrenta nuestra salud por la falta de una higiene adecuada y el natural impulso de tocarlo y probarlo todo, para ir creando nuestras propias experiencias sensitivas.
De allí que se requiera el esfuerzo extra de recordar a los niños el lavado frecuente de sus manos y la vigilancia necesaria que garantice su correcto proceder, de manera que puedan mantenerse más saludables, corriendo un menor riesgo de padecer de enfermedades infecciosas, como las tan comunes aftas bucales, herpes y amigdalitis que tantas molestias les ocasionan.
Heridas escondidas
Es necesario tomar conciencia de esta práctica, particularmente, mientras desarrollamos actividades que se encuentren fuertemente comprometidas, como por ejemplo, atender a una persona enferma, cocinar, hacer trabajos de jardinería o bricolaje, entre otras, es la posibilidad de hacernos pequeños cortes y tener lesiones por medio de los cuales los agentes patógenos puedan encontrar una vía de acceso rápido, incluso aquellos que no producen infecciones directas e inmediatas, sino que pacientemente se destinan hacia alcanzar el torrente sanguíneo, para esconderse durante años dentro del organismo, manifestándose posteriormente con cuadros de mucha gravedad clínica, como por ejemplo hacen algunas especies del género salmonella.
Aunque la gran mayoría de los virus no sobreviven en el ambiente exterior más que unos escasos segundos, bien que pueden pasar rápidamente de una persona a otra por medio del intercambio directo de fluidos, los cuales también pueden tener una acción inmediata, sirviendo de vehículo para todo tipo de patógenos, de allí que en el servicio y atención a la salud, médicos, enfermeras y demás personal, mantengan una total asepsia en sus manos, así como el uso de guantes para evitar contaminarlas, protegiendo de este modo tanto al paciente como a sí mismos.
Respeto al ‘blanco’
Uno de los motivos menos mencionados en cualquier tipo de literatura concerniente a la higiene personal, pero que suele convertirse en uno de los de mayor demanda entre las personas, es el de considerar tener las manos limpias por el simple motivo de no ensuciar aquello que se pueda tocar.
Desde la fina lencería de la abuela, hasta el nuevo libro recién comprado, cualquier superficie corre el riesgo de preservar el no tan grato recuerdo de la visita de unas manos sucias, por lo que debe tenerse una consideración extrema cuando se manipulan cosas de colores claros y más aún al no ser de nuestra propiedad, teniendo la gentileza de lavarnos las manos previamente, eliminado así también las posibles trazas de la grasa que nuestra propia piel genera.
Otro consejo que suele ser omitido, pero es de gran utilidad, es higienizarse con frecuencia cuando se escribe haciendo uso de lápices de grafito, aunque muchos bolígrafos y plumillas también pueden ir ensuciando las manos a medida que se desarrolla algún trabajo con ellos, por lo que ha de convertirse en una práctica frecuente si deseas que tus escritos y obras mantengan una imagen impecable.
Referencias
Alba-Leonel, A., Fajardo-Ortiz, G., & Papaqui-Hernández, J. (2014). La importancia del lavado de manos por parte del personal a cargo del cuidado de los pacientes hospitalizados. Revista de enfermería neurológica, 13(1), 19-24.
Javier, L., & Cardiel, C. (2004). Reflexiones acerca del lavado de manos. Rev Med IMSS, 42(6), 519-524.
Padrón, E. R., Landín, F. A. C., & Reyes, S. A. R. (2015). Apuntes históricos sobre el lavado de las manos. Revista Cubana de Estomatología, 52(2), 217-226.
Ville, C. (1996). Biología. 8va Edición. México. McGraw-Hill.
Art. actualizado: Marzo 2023; sobre el original de julio, 2011.
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