Importancia de los Páramos
El planeta nos ofrece una vasta variedad de paisajes, y podemos determinar, a simple vista (incluso no conociendo características profundas o determinadas como precipitaciones anuales o promedio de densidad atmosférica) qué tipo de ecosistema es.
Ante todo, diremos que ecosistema es un conjunto de seres vivos (bióticos) y seres no vivos (abióticos) que comparten un territorio determinado y definido por condiciones climáticas particulares y el entorno natural es también específico.
En ese sentido, el parámo se define como tal por dos cuestiones fundamentales: por un lado, el relieve del suelo, que es de montaña, y el clima, que en general es siempre intertropical (un clima cálido). A veces se suele pensar en un páramo como un territorio solitario y totalmente adverso para el desarrollo de la vida, pero esto es una frecuente confusión de conceptos. En los páramos la vegetación puede ser abundante, tienen una fauna amplia e incluso ya desde los tiempos de las primeras civilizaciones, como el caso de los pueblos amerindios de América del Sur, las montañas que formaban parte de los páramos eran la principal fuente de agua, porque desde muchas de ellas nacían los arroyos y los ríos.
De hecho, las Américas Sur y Central, junto al continente africano son las tres zonas del planeta con más presencia de este tipo de ecosistema, sobre todo por sus grandes e imponentes formaciones montañosos (el caso de Los Andes en América del Sur) y por el clima intertropical que predomina durante la mayor parte del año, en el caso de América Central y África.
Sin embargo, en estas zonas, hay una fuerte polémica actual sobre el rol del hombre como transformador de la naturaleza: en el caso de los páramos, por la gran presencia de montañas, es frecuente que se realicen explotaciones con fines de impulsar la actividad minera, y en muchos países, los gobiernos corren la vista de esos asuntos, ya que las empresas de explotación minera suelen aportar grandes sumas en impuestos o desarrollo regional en las áreas donde se instalan (como el caso de la demanda de mano de obra).
Asimismo, no sólo la explotación minera causa estragos en los páramos, sino también la explotación forestal, que en el caso de Argentina, es realmente preocupante: durante el siglo XX, por ejemplo, el territorio argentino perdió aproximadamente el 40% de los bosques nativos (sobre todo los de la zona del Noroeste) aún cuando existen leyes que regulan la explotación forestal en áreas (que deberían estar) protegidas.
Trabajo publicado en: Dic., 2013.
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