Definición de Preocupación
Licenciada en Psicología
La preocupación es un proceso cognitivo que se caracteriza por pensamientos negativos, repetitivos y persistentes sobre eventos futuros. A menudo, nos encontramos anticipándonos lingüísticamente sobre lo que podría suceder en el futuro e imaginando potenciales amenazas, lo que termina generándonos ansiedad. Pero, ¿por qué nos preocupamos tanto? ¿Cuál es su función? La perspectiva de la psicología cognitivo conductual (TCC) nos ofrece una lente a través de la cual podemos comprender y abordar este proceso.
La función adaptativa de la preocupación: anticipación de amenazas y supervivencia
Como mencionamos, la preocupación nos impulsa a prepararnos para lo que viene. Por ejemplo, si nos preocupamos por la escasez de alimentos, almacenamos provisiones. Si nos preocupa el frío, fabricamos abrigos. Esta preparación anticipada aumenta nuestras posibilidades de supervivencia. Evolutivamente, este mecanismo cognitivo, también tuvo su utilidad: imagina a nuestros antepasados en la sabana africana. Aquellos que eran más cautelosos y preocupados por los depredadores tenían más posibilidades de sobrevivir. La preocupación les ayudaba a estar alerta y a tomar medidas preventivas. En un mundo donde los peligros acechaban en cada esquina, la preocupación era una aliada para anticiparse frente a futuras amenazas que ponían en riesgo la vida.
La Preocupación como estrategia de evitación experiencial: más allá de las vueltas mentales
La TCC nos muestra que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos se influyen mutuamente y bidireccionalmente. La preocupación no es solo un simple “darle vueltas a las cosas”; es una actividad mental que puede afectar nuestra calidad de vida. Diversas investigaciones sobre la función de la preocupación revelan que va más allá de la mera anticipación verbal-lingüística de amenazas potenciales, la preocupación cumple una función crucial: la de ayudar al individuo a evitar otros estímulos y emociones angustiantes.
– La distracción de lo emocional: Cuando nos preocupamos, nuestros pensamientos se desplazan hacia el futuro. ¿Por qué? Desde esta perspectiva, la preocupación sirve como una distracción de temas más emocionales. En este sentido, al enfocarnos en lo que podría suceder, reducimos momentáneamente la intensidad de las emociones presentes. .
– Amortiguación de la excitación fisiológica: La preocupación también funciona como una estrategia de evitación experiencial. Al pensar en el futuro, evitamos enfrentarnos plenamente a las emociones y sensaciones físicas del momento. Imagina que estás ansioso por una presentación importante. En lugar de experimentar la ansiedad en toda su intensidad, te preocupas por los detalles logísticos de la presentación. Esta preocupación amortigua la excitación fisiológica, como si estuvieras poniendo un colchón entre tú y la angustia subyacente.
La Metapreocupación: preocuparse por preocuparse
Un fenómeno interesante relacionado con la preocupación es la metapreocupación. Esto ocurre cuando nos preocupamos por nuestros propios pensamientos preocupantes. Es decir, algunas personas sucumben al pensamiento negativo sobre el pensamiento negativo o sus consecuencias. Esta autorreflexión puede aumentar aún más la ansiedad y dificultar la gestión de la preocupación.
Estrategias para afrontar la preocupación
La Terapia Cognitiva Conductual ofrece herramientas prácticas para manejar la preocupación:
1. Evaluación y Conciencia
El primer paso es evaluar la preocupación. El terapeuta ayuda al paciente a reconocer sus patrones de pensamiento preocupante y a tomar conciencia de cuándo y cómo surge la preocupación. Identificar los desencadenantes y los pensamientos automáticos es fundamental.
2. Reestructuración Cognitiva
La reestructuración cognitiva implica identificar pensamientos negativos y distorsiones cognitivas relacionadas con la preocupación. Aquí el terapeuta ayuda al paciente a cuestionar y cambiar estos pensamientos irracionales.
3. Exposición Gradual
La exposición gradual es una estrategia efectiva para enfrentar los miedos y ansiedades. En el caso de la preocupación, implica exponerse de manera controlada a situaciones o pensamientos que generan preocupación. A medida que el paciente se enfrenta a estas situaciones, su ansiedad disminuye.
4. Tolerancia a la Incertidumbre
La preocupación a menudo surge de la necesidad de tener todo bajo control. La Terapia cognitivo conductual enseña a tolerar la incertidumbre. Aceptar que no siempre podemos prever el futuro ni evitar sorpresas reduce la necesidad de preocuparnos constantemente.
5. Estrategias de Afrontamiento
El terapeuta ayuda al paciente a desarrollar estrategias de afrontamiento más saludables. Esto puede incluir técnicas de mindfulness y habilidades para tolerar la ansiedad asociada.
7. Prevención de Recaídas
Una vez que el paciente ha aprendido estrategias efectivas, se trabaja en la prevención de recaídas. El terapeuta ayuda al paciente a mantener los logros y a enfrentar cualquier recaída con herramientas aprendidas.
En resumen, la Terapia cognitivo conductual ofrece un enfoque integral para tratar la preocupación. Al comprender los mecanismos detrás de la misma y aplicar estrategias específicas, las personas pueden reducir su ansiedad y mejorar su calidad de vida.
Art. actualizado: Abril 2024; sobre el original de noviembre, 2013.
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