Definición de Suelo
Ingeniera Química
En el planeta tierra existen diversas capas de corteza que son depósitos de residuos de roca, en su mayoría, originados a partir de procesos erosivos y transformaciones físicas y químicas de distintas materias primas. El suelo es la capa de corteza superior-externa, configurada en la litosfera, basada en roca, cuya formación responde a residuos orgánicos, los cuales se transforman en piedras y se depositan a lo largo de años.
Dependiendo del tipo de ambiente y su ubicación geográfica, la composición del suelo varía a lo largo del planeta, dependiendo de muchísimos factores como el clima, la cercanía a cursos de agua, la intensidad de las lluvias, las corrientes de viento, las temperaturas a las que se expone, los microorganismos que se desarrollan sobre él, entre otros. Es decir, el suelo es el lugar donde se llevan a cabo infinitos procesos químicos y físicos relacionados a la vida de los ecosistemas.
Las características del suelo en Argentina son distintas de las que presenta el suelo en México o en España. Sin embargo, los estudiosos de la materia han reconocido algunas de las variaciones más importantes y, por ejemplo, han llegado a la conclusión que los alfisoles (suelos ricos en hierro y aluminio), tal es el nombre de la clasificación y los molisoles (suelos de pastizales) son los mejores suelos para realizar prácticas agrícolas. En efecto, las características nutricionales de estas tierras son superiores para el adecuado desarrollo de las especies vegetales. En general, se postula que los suelos que tienen origen volcánico (como la llanura pampeana) contienen un número acentuado de minerales que favorecen el crecimiento de todo tipo de vegetales, la proliferación de factores bióticos y un mejor rendimiento en términos de la agricultura.
Proceso de formación
El suelo se forma gracias a la combinación de cinco elementos, que además interactúan entre sí, como ser: material parental, topografía, clima, tiempo y organismos vivos. Se analiza su composición, encontraremos cuatro componentes: materia mineral, materia orgánica, agua y aire. El material mineral se encuentra representado por pequeños pedazos de rocas y minerales de varias clases, siendo la grava, la arena, la arcilla y el limo las partículas inorgánicas más importantes que se observan en estos. En tanto, el componente orgánico está dado por las plantas destruidas y resintetizadas parcialmente y los residuos de los animales. Este material de origen biológico forma parte de los procesos de reciclado correspondientes a los ciclos del carbono y del nitrógeno en la naturaleza. Así, la materia orgánica (procedente tanto de los animales y vegetales muertos y en descomposición como de las excretas de numerosos seres vivos) pasa a integrarse al suelo, en lo que constituirá una definitiva fuente de materias primas para que los vegetales sinteticen su propio alimento a partir de estos componentes. Vale destacar que la acción de las formas de vida que pueblan las capas del suelo (hongos, bacterias, protistas, lombrices, otros invertebrados) resulta cardinal para un mejor procesamiento y aprovechamiento de todos estos productos.
Así, en general, el suelo se forma de distintos productos y componentes, algunos imperceptibles al ojo humano y otros no. En principio, la materia sólida es la preponderante, cuya composición se basa en silicatos, óxidos de hierro y de aluminio, materia orgánica, nitratos, carbonatos, sulfuros y cloruros. Ejemplos de estos componentes son la mica, el cuarzo, los feldespatos, la calcita y dolomita y los hummus de distintas clases. Asimismo, aunque parezca extraño, dentro del suelo existen gases, los cuales provienen de la atmósfera como el dióxido de carbono y el oxígeno, pero también gases que se originan de los restos de materia orgánica transformada químicamente y que dan lugar a gases como metano y otros hidrocarburos.
Por último, el suelo se forma también de material líquido. Por ejemplo, cuando se habla de un suelo húmedo se trata de un suelo con alto contenido de agua, la cual, en general, contiene gran cantidad de electrolitos, iones y sales, como así también materia orgánica. Todos los materiales que componen el suelo se encuentran mezclados entre sí, ya que la capacidad de permeación y capilaridad arrastra unos y otros, permitiendo que exista diversidad de fases.
El agua y el aire resultan determinantes y esenciales para el mantenimiento de los suelos, ya que, por ejemplo, la primera es retenida de forma variable dentro de los poros del suelo y, junto con las sales disueltas, formará lo que se conoce como solución de suelo, que será la nutrición esencial para que las plantas se desarrollen y crezcan. El aire no es un elemento continuo en el suelo, pero está localizado en los poros también y su humedad promedio es mucho más que la que se observa en la atmósfera. De esta forma, los factores abióticos del suelo variarán en cantidad y en calidad en función de las características químicas de la superficie y de los factores climáticos que lo modelan, junto con la erosión.
Existe debate entre los expertos en edafología (la rama de las ciencias que estudia los suelos) acerca de la consideración de los fondos marinos y fluviales como un estricto «suelo». En su mayoría, concuerdan que se trata de superficies con características tan distintivas que merecen un análisis independiente que los diferencia de los ambientes terrestres y aeroterrestres que abordamos en estas líneas
Tipos de suelo
En función de la composición se determinan de manera general el tipo de suelo. Cabe destacar que, muchas veces, resulta difícil encasillar un suelo en un tipo determinado, pudiendo encontrar en una misma región distintas clases e inclusive combinaciones de ellos, o distintos parámetros que se relacionan directamente a un suelo y a otro.
Según la estructura de este, se identifica como suelos humíferos a aquellos en donde la materia orgánica predomina y su color negro es característico; son muy fértiles gracias a su capacidad de retención de humedad.
En cambio, los suelos arenosos son incapaces de retener humedad y, por lo tanto, no fértiles y escasos de materia orgánica. Mientras que, si tiene un color amarillento, implica que retiene mucha agua con poca capacidad de permeado, y resulta ser arcilloso. En este punto se hace un paréntesis: cuando existen suelos que combinan propiedades de ambos se denominan mixtos.
Los suelos que vemos de color blancuzco, debido a los minerales calcáreos que le confieren este color, son duros y áridos, denominados calizos.
Por su parte, el suelo pedregoso está formado en su mayoría por rocas, es poroso y sin agua.
Propiedades
La composición del suelo, como visto, le confiere su clasificación según la estructura y, es de esperar, que las propiedades y la textura varíen en función de ella. Por ello, para reconocer y clasificar se evalúan distintas propiedades: desde su color, tamaño y distribución de partículas, textura, porosidad, porcentaje de humedad, densidad, pH, composición y consistencia. Estos parámetros están íntimamente relacionados a la solidez del suelo.
A su vez, los suelos tienen otras propiedades como la irradiación solar mientras que, por ejemplo, el tipo de drenaje es una cualidad para tener en cuenta en el desarrollo de actividades como la agricultura. Aquí también se destacan la irrigación, cantidad de nutrientes y posibilidades de fertilización tanto natural (con abono) como sintética. Todas estas propiedades determinarán la productividad del suelo y su fertilidad, es decir, la capacidad de ser fuente de nutrientes como nitrógeno, azufre y otros, necesarios para el desarrollo de los vegetales.
En tanto que, existen otras propiedades físicas capaces de caracterizarlos, como la permeabilidad, la capilaridad, la tenacidad, la cohesión y la variabilidad, demostrando si los componentes resultan en una mezcla homogénea o no.
Cabe destacar una de las principales propiedades: su dinámica, es decir, el suelo está sujeto a cambios continuamente, por lo que puede mutar a lo largo del tiempo.
Art. actualizado: Marzo 2023; sobre el original de noviembre, 2008.
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