Definición de Esqueleto Axial
Licenciado en Biología
El esqueleto axial desempeña un papel fundamental en el interior del cuerpo, trabajando como eje central y proporcionando la base para la organización del resto del sistema esquelético (en este caso, el denominado esqueleto apendicular).
Los animales vertebrados, entre los que nos encontramos nosotros, los seres humanos, contamos con un esqueleto interno, o endoesqueleto, formado por huesos. Este esqueleto, también conocido como sistema óseo, es una de las características definitorias de los vertebrados, un gran grupo de animales que incluye peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
Funciones del sistema óseo
El sistema óseo tiene varias funciones muy importantes, es el soporte estructural del cuerpo: todos los tejidos blandos del cuerpo están adosados a él a través de tendones, músculos u otras estructuras conectivas o epiteliales. Estos anclajes impiden que los órganos internos se muevan libremente dentro de los espacios corporales y que cada uno tenga un sitio predefinido. Otra de las funciones importantes es la de protección a ciertos órganos internos.
Algunos órganos se alojan directamente dentro de cavidades formadas por el sistema óseo, así, estos órganos se encuentran dentro de “cajas” de hueso que los protegen de impactos, dado que el hueso es muy resistente.
Una última función importantísima es la de permitir el movimiento y servir como sitio de anclaje para los músculos. Los músculos son los efectores de fuerza y mueven los huesos a los que están anclados, permitiendo el movimiento o la estabilización del cuerpo.
Huesos del esqueleto axial
El esqueleto axial forma el eje del cuerpo, de ahí su nombre. Axis en latín significa eje. De hecho, muchos idiomas modernos utilizan la misma palabra para “eje”. Está formado por varios huesos que se encargan de soportar el peso del cuerpo, proteger los órganos vitales y mantener la estructura corporal.
El cráneo
Es el hueso más grande del esqueleto axial, está formado por varios huesos unidos entre sí.
La función principal del cráneo es contener y proteger a los órganos encefálicos del SNC (sistema nervioso central: cerebro y cerebelo). El cráneo también aloja a los órganos de los sentidos: la vista, el oído, el olfato y el gusto.
Además, el cráneo también actúa como punto de sujeción para músculos de la cara, de la mandíbula y del cuello. Estos músculos nos permiten mover la cara, los ojos, mover la cabeza, masticar. Muchos mamíferos pueden incluso mover las orejas.
La columna vertebral
Es una de las estructuras principales del esqueleto axial. La columna está formada por huesos que son como discos aplanados y unidos entre sí: las vértebras. A diferencia de las uniones de los huesos del cráneo, la unión de las vertebras es flexible.
Entre cada vértebra hay un disco blando, de cartílago, que facilita el movimiento. Esta disposición permite que la columna se doble y gire. Estos discos son los discos intervertebrales.
En el ser humano, son 33 vertebras que se dividen en cinco regiones: cervical, torácica, lumbar, sacra y coccígea. Solo 24 de estás vertebras son móviles, que forman el cuello y la espalda. Las vértebras sacras y coxígeas se fusionan para forman los huesos sacro y coxis, respectivamente.
La mayoría de los mamíferos tiene una cantidad de vertebras similar. Las vertebras del cuello, las cervicales, siempre son 7, desde el ratón a la jirafa. Las vértebras coxígeas no están fusionadas, y forman la cola.
La estructura de la columna en peces, anfibios, reptiles y aves es esencialmente la misma, solo que el número y la forma de las vértebras son diferentes a los de los mamíferos.
Los músculos de la espalda, los abdominales y los glúteos tienen anclajes en la columna vertebral y su función es mantenerla en posición erguida. Estos músculos, llamados músculos posturales, hacen fuerzas contrarias a la fuerza de gravedad, para mantener nuestra postura erecta y estabilizar la marcha, evitando que nos caigamos de boca mientras caminamos.
La columna vertebral tiene un tubo hueco que la recorre de punta a punta, el conducto raquídeo o conducto vertebral.
Dentro de él está la médula espinal: un órgano del sistema nervioso central que conecta los órganos encefálicos con el resto del cuerpo. De la medula salen los nervios hacía todos los rincones del cuerpo, y algunas respuestas simples, como los reflejos, se elaboran directamente en la medula espinal.
Cada vértebra tiene un orificio central que, cuando se apilan, forma este conducto continuo. Las vértebras rodean a la médula espinal de posibles lesiones. Además, los discos intervertebrales actúan como amortiguadores, absorbiendo los impactos y las fuerzas que podrían dañar la médula espinal. Esta combinación de estructura ósea protectora y amortiguación de discos proporciona un entorno seguro para la médula espinal mientras permite una gran movilidad.
Un deslizamiento o golpe brusco de las vértebras puede lesionar o romper la medula espinal, y su gravedad varía, desde síntomas leves como hormigueos, dolor persistente, debilidad o rigidez muscular. Si la gravedad de la lesión espinal es mayor, pueden aparecer alteraciones sensitivas, incontinencia, hasta los casos más graves que pueden desembocar en una parálisis de la parte del cuerpo que ha quedado desconectada del encéfalo. Por este motivo, los golpes fuertes en la espalda son peligrosos.
Las costillas
Las costillas son huesos curvos y aplanados que se articulan con las vértebras de la columna vertebral. Por delante, la caja torácica está “cerrada” por el esternón, un hueso plano al que se articulan las costillas.
Se extienden desde la espalda hacia el tórax, formando un “jaula” llamada caja torácica, que contiene y protege a los pulmones y el corazón. A diferencia de los órganos del SNC, esta protección es parcial, ya que la caja torácica no es continua, como lo es el cráneo y la columna.
Además, las costillas desempeñan un papel fundamental en el proceso respiratorio, ya que su movimiento hacia adentro y hacia afuera permite la expansión y contracción de la cavidad torácica. Cuando la caja torácica se expande, el volumen pulmonar aumenta, y el aire ingresa a los pulmones. Cuando se contrae, el aire es expulsado de los pulmones.
Estos movimientos rítmicos de las costillas son involuntarios y están controlados por los músculos respiratorios: los intercostales y el diafragma. Si bien podemos controlar parcialmente los movimientos respiratorios, es imposible dejar de respirar voluntariamente hasta poner en riesgo la vida y no necesitamos recordar que debemos respirar.
Trabajo publicado en: May., 2024.
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