Qué es Frivolidad
Profesora en Filosofía
Frivolidad hace referencia a la cualidad de lo superficial o irrelevante, es decir, aquello que resulta banal, ligero o poco comprometido con la realidad de la época.
Una persona frívola, en el lenguaje corriente, es aquella que asume un comportamiento frente a la vida en virtud del cual solamente busca satisfacer sus intereses individuales, sin preocuparse por las cuestiones que hacen a la vida de la comunidad a la que pertenece. La frivolidad se relaciona, así, con una actitud de indiferencia frente a problemáticas políticas, sociales o históricas.
Presupuestos conceptuales de la noción de frivolidad
La noción de frivolidad solamente adquiere sentido si existe la presuposición de que ciertas actitudes frente a la vida, ciertos discursos u obras son más comprometidos que otros. En un sentido teórico, la oposición entre lo frívolo y lo comprometido remite a la distinción entre forma y contenido, siendo el contenido jerarquizado por sobre la forma. No obstante, este modo de conceptualización no es aceptado de manera unánime, sino que distintas tradiciones de pensamiento lo han puesto en cuestión.
La diferenciación entre forma y contenido es propia de los sistemas idealistas, los cuales, usualmente, ubican la forma como una expresión del contenido que sería, en última instancia, lo que dota de sentido a la primera. Por el contrario, en las corrientes de pensamiento a partir de las cuales tal oposición se pone en tensión, hay una valoración de la forma por sí misma, sin remitirla necesariamente a un sentido más allá de ella, sino que forma y contenido están unidos y significan sin hacer referencia a una idea exterior.
La frivolidad en la política
Durante la modernidad, la esfera del espacio público, identificada con la política, se constituyó conceptualmente por oposición a la esfera de la vida privada, identificada con los intereses y deseos personales. La política era, entonces, identificada con la acción, plasmada en un espacio autónomo destinado a tal fin y organizada de acuerdo con un esquema de estrategias y objetivos concretos. Luego, la intervención política era pensada desde un enfoque racional, desligado de los aspectos afectivos y emocionales de sus actores.
Hacia el siglo XX, se pone en cuestión tal paradigma de lo político, como resultado, en gran medida, de las críticas de distintas corrientes feministas, las cuales sostienen que “todo lo personal es político”. Bajo este encuadre, la intervención política no solamente se reduce a los mecanismos de participación oficiales, constituidos como canales a través de los cuales solamente ciertos actores sociales pueden expresarse, sino que lo político involucra dimensiones de la vida social que alcanzan, también, a los modos de relación que habían sido recluidos al orden de lo privado.
Emerge una legitimación de ciertas expresiones, más bien vinculadas a lo emocional o afectivo, en el espacio de lo público, las cuales se asumen como fundamentalmente politizadas. Es decir, se llevan al espacio público discusiones que, bajo el esquema de la racionalidad moderna, habían quedado anuladas por tratarse de “cuestiones sentimentales”. Estas cuestiones, ahora, se revelan como asuntos de peso para desarticular ciertas violencias, por ejemplo, la denominada “violencia doméstica” que, como su nombre lo indica, lejos de tratarse como una problemática social, se leía en términos de un problema hogareño e individual.
Las discusiones en torno a la frivolidad
El cuestionamiento hacia la diferenciación entre la esfera de lo público y de lo privado, por tratarse de una oposición que encubría un ordenamiento de jerarquías y violencias en el seno de la sociedad, no sólo permitió habilitar la discusión pública sobre una serie de problemáticas hasta entonces invisibilizadas, sino que, por la misma razón, suscitó una fuerte reacción de parte de quienes entendían esa operación como “frívola”.
La acusación de una “frivolidad” frente a la necesidad de poner en discusión problemáticas vinculadas a las configuraciones de identidades, de relaciones mediadas por lo sentimental, de deseos, de vulnerabilidades, calificándolas como temas “superficiales”, usualmente, encubre un estado de situación de injusticia que había permanecido oculto durante largo tiempo.
Trabajo publicado en: Mar., 2022.
Referencias
López Montiel, G. (2007) La frivolidad de la política en la hipermodernidad. Casa del tiempo, 1, pp. 52-55.Coppel, E. P. (2009). Lo personal es político. Trama y fondo: revista de cultura, (27), 105-110.
Foto: Adobe - Manuel Crespo
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