Definición de Habitus
Profesora en Filosofía
El concepto de habitus —término del latín que expresa la idea de “forma de ser”, “actitud”, “disposición”— fue desarrollado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002), ocupando un rol central en su teoría, cuya noción no es equivalente a lo que entendemos por hábito en el lenguaje corriente, sino que comprende a un conjunto de principios que estructuran nuestros modos de percibir, valorar y actuar, los cuales adquirimos y reproducimos por el solo hecho de pertenecer a un conjunto social.
Se trata de principios estructurales que generan disposiciones, hábitos, formas de sentir, en virtud de los cuales las personas que pertenecen a un mismo espacio social actuarán de manera similar ante situaciones parecidas.
Bourdieu desarrolla la noción de habitus para explicar los rituales por medio de los cuales se conformaban los matrimonios en una sociedad dada, señalando que podían observarse estrategias compartidas que se repetían entre los casos singulares. Dichas estrategias no se limitaban a las normas explícitas para el emparejamiento, sino que respondían a comportamientos implícitamente aceptados.
El habitus como estructura
El habitus aparece como un conjunto de principios estructurantes de la percepción y de la conducta de los individuos al interior de un determinado conjunto social, en cuanto regla tales acciones. Son, en este sentido, los “paradigmas” que ordenan las prácticas sociales y los sentidos que ellas adquieren en el espacio social. Dichos principios son incorporados a los esquemas mentales y a las disposiciones corporales a través de la socialización de los individuos, desde su infancia. En consecuencia, aquellos conforman un saber tácito, que no está mediado por la conciencia del individuo, sino que funciona como un “automatismo” práctico.
No existe un único habitus homogéneo para toda una sociedad, sino que, al hablar de habitus, se hace referencia al ajuste entre las condiciones materiales de existencia de los sujetos —asociadas a su posición al interior de las clases sociales, de acuerdo con los recursos económicos disponibles; así como a su inserción en las instituciones sociales— y un sistema de disposiciones, prácticas y representaciones simbólica que reafirman la pertenencia de tales sujetos al grupo social definido por aquellas condiciones. El habitus, como estructura estructurante, tiene un carácter objetivo; es decir, no es subjetivo, puesto que no depende de cada individuo y sus decisiones conscientes, sino que es lo que determina el campo de las decisiones posibles para ese individuo.
En tanto sistema objetivo, la existencia del habitus trasciende a los sujetos aislados, por lo que Bourdieu lo caracteriza como “duradero” y, a su vez, “transferible”, ya sea porque un individuo manifiesta el mismo habitus en campos intercambiables (por ejemplo, en sus gustos gastronómicos, sus gustos musicales, sus actividades de ocio, etcétera), o porque reproduce ese habitus al transferirlo a otros en instancias de socialización (como la crianza de los hijos o la educación institucional).
Por ejemplo, el habitus de una persona perteneciente a las clases altas de una sociedad determinará sus consumos culturales (qué tipo de música escuchará, qué obras irá a ver al teatro), sus formas de vestir, de hablar, sus gestos y demás; los cuales, probablemente, no coincidirán con los de una persona perteneciente a un grupo social marginado. Así, tomando otro ejemplo, se verifica estadísticamente que, frente a un rendimiento académico similar, las familias de clases bajas se encuentran con mayores dificultades para que sus hijos accedan y permanezcan en el sistema educativo formal.
Por un lado, el conjunto de disposiciones y prácticas sociales depende de la pertenencia a un cierto colectivo y, por el otro, la reafirma. En el mismo sentido, la objetividad del habitus refleja que éste no consiste en un mandato expreso al que se debe obediencia, por ejemplo, no es una orden que pueda ser emitida desde el poder político; sino que se produce colectivamente, como resultado de afinidades electivas entre los miembros de un grupo.
Habitus y sentido común
Otra forma de hacer referencia al habitus es a través de la noción de sentido común, es decir, del sentido que regula las reacciones socialmente esperables en una situación determinada, así como las opiniones públicas. Cabe notar que esta dimensión del habitus lo convierte en un sustrato para el ejercicio de la dominación, dado que éste opera como un fundamento para la legitimidad del poder, que es enseñado “pedagógicamente” desde la socialización primaria. De este modo, se hace posible la perpetuación de mecanismos arbitrarios en el ejercicio del mando social y político. Como contrapartida, la modificación de las condiciones sociales conlleva una transformación del habitus.
Trabajo publicado en: Ago., 2022.
Referencias
García, J. S. M. (2017). El habitus. Una revisión analítica. Revista internacional de sociología, 75(3), e067-e067.Escriba un comentario
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