Importancia de Aprender a Perdonar
Cuando perdonamos a alguien realizamos una doble acción: disculpamos al otro por el error o la ofensa que cometió hacia nosotros y, al mismo, nos liberamos del sentimiento de rencor. Se trata de un acto de generosidad y de egoísmo.
Estamos siendo generosos porque restamos importancia a la ofensa recibida y ofrecemos una segunda oportunidad y, paralelamente, estamos siendo egoístas en el mejor de los sentidos, porque tomamos la decisión de desprendernos del resentimiento interior, lo cual es un sentimiento que hace daño. En síntesis, el hecho de perdonar es un bien para el otro y para uno mismo.
Una forma de curar las heridas
Si entre dos personas hay un conflicto acompañado de reproches y ofensas mutuas, esta situación previsiblemente desembocará en un sentimiento de rencor por una de las dos partes o por ambas. En otras palabras, se produce una herida emocional. Para que esa herida se cure es necesario el perdón.
Cuando perdonamos expresamos la voluntad de reestablecer un vínculo e intentamos que un acontecimiento del pasado no contamine el futuro. Sin embargo, esto no quiere decir que se olvide la ofensa, pues lo que ha ocurrido no puede borrarse de la memoria. El acto es sincero y auténtico siempre y cuando no vaya acompañado de un resentimiento interior.
Cuando se perdona hay generalmente dos protagonistas implicados: el que ofende y la víctima de una ofensa. La víctima puede decidir libremente si ofrece su perdón.
En ocasiones, es el que ofende quien pide perdón a la víctima. En este último caso, la petición debería ir acompañada de un sincero arrepentimiento y de la voluntad de reparar el daño causado.
Un dilema ético
¿Se puede esperar de una víctima de violación que ofrezca su perdón al violador?, ¿es disculpable cualquier tipo de ofensa?, ¿tiene sentido pedir perdón si uno no está verdaderamente arrepentido de sus acciones?, ¿la acción de perdonar debe ir acompañada de algunas condiciones o debería ser totalmente incondicional?
Estos interrogantes nos recuerdan que perdonar implica un dilema ético de difícil solución.
El ejemplo de Nelson Mandela
Durante veintisiete años Nelson Mandela estuvo en prisión por oponerse al sistema de segregación racial en Sudáfrica. Cuando finalmente salió de la cárcel no propuso la venganza contra quienes le habían privado de la libertad, sino que les perdonó.
Su ejemplo personal fue determinante para que se reestableciera la convivencia y la paz en su país.
Imagen. Fotolia. Andrey Popov
Trabajo publicado en: Oct., 2017.
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