Definición de Maniqueísmo
Profesora en Filosofía
El maniqueísmo es la corriente religiosa sincrética de origen persa establecida por Mani (215-276) en el siglo III, la cual se caracterizaba por la postulación de la oposición entre el bien y el mal, en eterna lucha entre sí.
La religión maniquea
La religión maniquea fue fundada por Mani hacia el 242 después de Cristo, en Babilonia. Se trataba de una doctrina que predicaba un dualismo religioso, apoyado sobre el antiguo dualismo persa de Zoroastro, pero incorporando a él elementos del budismo, el gnosticismo siríaco y el cristianismo.
El dualismo fundamental maniqueo consistía en el postulado de que el mundo está formado por dos sustancias en pugna, por un lado, la luz, de índole puramente espiritual, identificada con Dios mismo, por el otro, las tinieblas, asociadas con lo material. La luz, como símbolo de Dios, representaba el principio del bien, mientras que las tinieblas representaban el mal. El conflicto entre ambos principios o sustancias antagónicas (Dios y el Rey de las tinieblas) rompe el statu quo original del universo, que solamente se recobrará una vez cumplido el destino de derrota del rey de las tinieblas.
El hombre, en la doctrina maniquea, se halla separado de la luz por su carácter carnal y concupiscente. La figura bíblica de Adán es releída bajo la forma de un esclavo de la lujuria, que finalmente es rescatado, mientras que Eva representa la complicidad con los artificios diabólicos, que la conducen a perderse en las tinieblas. En la escatología maniquea, la purificación del alma que conduce a la salvación consiste en la liberación de la luz de entre las tinieblas, luego de atravesar el purgatorio tras la muerte. Los hombres entregados a los placeres sensuales no alcanzan la salvación.
La religión maniquea fue perseguida por el cristianismo, subsistiendo hasta el siglo X como iglesia herética y a través de sectas hasta el siglo XIII. En China, sobrevivió de manera clandestina hasta el siglo XVII.
La disputa agustiniana con el maniqueísmo
San Agustín, en De Libero Arbitrio, responde contra el maniqueísmo a razón del carácter determinista de sus postulados. Para Agustín, la experiencia de la libertad y la capacidad humana de decisión voluntaria son condición necesaria de la teología. Al mismo tiempo, discute con el dualismo maniqueo entre la luz y las tinieblas como fundamentos igualmente válidos. Desde su perspectiva, ambas fuerzas son grados de emanación del Uno eterno y absoluto: las tinieblas no constituyen un principio sustancial en sí mismas, sino que resultan de la privación de luz, en otros términos, del alejamiento respecto de la voluntad divina.
En la concepción teológica agustiniana, Dios es indivisible y omnipresente, de modo tal que no hay posibilidad de un dualismo como el maniqueo. No existe, luego, un reino de las tinieblas esencialmente malo, sino una inexistencia sustancial de bondad, como carencia. El mal es esencialmente una carencia, la privación del bien, pero no tiene un carácter sustancial en sí mismo. Toda criatura tiene, en mayor o menor medida, un propósito en la creación, por lo que nunca es absolutamente mala. Todo lo que emana de Dios, no solamente como creador, sino también dada su inmanencia en el mundo —es decir, su presencia en todas las cosas—, es esencialmente bueno, puesto que Dios es pura bondad. Por lo tanto, el mal nunca proviene de Dios, sino que se explica en tanto la voluntad humana es libre y puede elegir entre el bien y el mal. El mal se produce cuando el hombre abusa de la libertad concedida por Dios con bondad y decide apartarse de él. El problema que advierte San Agustín respecto del maniqueísmo consiste en que, al eliminar la voluntad humana y hacer depender el mal de una fuerza independiente, por un lado, resta poder a la divinidad, pero, por otro lado, hace a Dios responsable del mal en la tierra.
El maniqueísmo en el vocabulario corriente
En el habla común, el término “maniqueo” se ha conservado bajo un uso peyorativo, como forma de caracterizar a personas con tendencia a simplificar la realidad bajo una férrea oposición entre lo bueno y lo malo, sin considerar términos medios.
Trabajo publicado en: Mar., 2022.
Referencias
Ruda, O. J. (1965) San Agustín, los maniqueos y el problema del mal, Universidad (Santa Fé), LXIII, pp. 29-43.Escriba un comentario
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