Masacre de San Fernando de 2010 - Definición, Concepto y Qué es

En un cobertizo de un rancho abandonado de la localidad mexicana de San Fernando en el estado de Tamaulipas fueron encontrados los cuerpos de 72 migrantes de Sudamérica y Centroamérica. Los hechos ocurrieron entre el 21 y el 23 de agosto de 2010 y entre los fallecidos había hombres, mujeres y niños de Honduras, Brasil, El Salvador, Ecuador y Guatemala.

Los cadáveres aparecieron con señales de tortura, con los ojos vendados y con un disparo. Todos ellos intentaban atravesar la frontera de México para dirigirse a Estados Unidos. Solo un joven ecuatoriano pudo sobrevivir a la matanza, pues se hizo pasar por muerto durante varias horas y luego logró huir hacia un lugar seguro.

Un año después de la masacre se descubrieron en el mismo lugar nuevas fosas comunes con cientos de víctimas.

Los miembros del grupo «los Zetas» son considerados los principales sospechosos de la matanza

Después de ser atendido de sus heridas, el único sobreviviente relató a las autoridades que los homicidas se identificaron como miembros del grupo «los Zetas» y decidieron ejecutarlos porque los migrantes no aceptaron trabajar como sicarios para esta organización criminal.

Según otra versión de lo ocurrido, los migrantes no aceptaron convertirse en «mulas» para el transporte de droga.

En cualquier caso, al negarse a colaborar con los criminales fueron ejecutados de forma despiadada.

El episodio de San Fernando debe entenderse en el contexto de la migración ilegal a Estados Unidos. En este sentido, cada año miles de latinoamericanos atraviesan ilegalmente la frontera mexicana buscando «el sueño americano» y acaban convirtiéndose en las víctimas de organizaciones criminales mexicanas.

Si bien los Zetas y otras organizaciones criminales se dedican al narcotráfico, el secuestro y la extorsión a los migrantes se han convertido en una nueva fuente de ingresos para los narcos.

Una matanza que todavía está envuelta en el misterio

A pesar de la investigación policial, los responsables de la Masacre de San Fernando no han sido puestos a disposición de la justicia. Por otra parte, existen sospechas fundadas sobre la participación de las autoridades locales.

Los periodistas que han investigado estos crímenes ponen de manifiesto algunos datos llamativos. En primer lugar, el joven ecuatoriano que milagrosamente salvó la vida fue devuelto a su país de manera inmediata en un programa de protección de testigos y los medios de comunicación no pudieron conocer su testimonio.

En segundo lugar, pocos días después de la masacre un funcionario y un policía local que investigaban los crímenes fueron encontrados decapitados.

Por último, los habitantes de la localidad de San Fernando no han podido colaborar con la justicia, pues temen posibles represalias de los carteles.