Definición de Motor
Comúnmente escuchamos que la palabra motor hace referencia a personas o algunas entidades que desarrollan ciertas tareas o que “llevan adelante” ideas o emprendimientos pero que, en definitiva, no conllevan ningún trabajo en el sentido físico. No resultará raro oír que la gente se refiere a alguien que ya no está diciendo que “era el motor” de la familia, o que era “el motor” en una oficina o en cualquier otro lugar. Siempre, indefectiblemente, se hace referencia al movimiento, a la acción de moverse, de andar, de hacer funcionar algo… Vaya novedad la que traemos…
Lo mismo puede suceder en la informática. Motor, la palabra motor, se aplica comúnmente en la jerga a términos tales como “motor de búsqueda” o “engine” y siempre se hace referencia a lo mismo: el hecho de generar un “movimiento” que produzca definitivamente una acción. Para el caso de estos «motores de búsqueda», a partir de una serie de palabras clave, se desencadena el proceso de pesquisa en diferentes direcciones electrónicas en búsqueda de un resultado final. Desde los primeros buscadores, conformados por los robots de la primera mitad de la década de 1990, hasta las modernas tecnologías de las spiders y los metabuscadores, el principio regente ha sido la analogía absoluta con los motores: la producción de un verdadero «movimiento».
Nosotros los amantes de los autos, casi como que ignoramos y dejamos de lado cualquier otra acepción de esta palabra que no haga referencia a uno de los más maravillosos inventos del hombre: el automóvil.
¿Qué sería de los autos que amamos y disfrutamos sin el motor? La nada… sólo un bello objeto de diseño y nada más. Sin dudas, el pasaje de la tracción a sangre, mediada por el esfuerzo de caballos, bueyes, burros o mulas significó un salto imponente en términos de rendimiento y calidad en el transporte. Fue en este contexto que los principios que rigen el funcionamiento de un motor fueron enunciados por Beau de Rochas y luego, ya en 1862, fueron llevados a la práctica por el alemán Otto, lo que finalmente derivó en que el ciclo de transformaciones que provoca un fluido en el interior del motor se denomine ciclo Otto.
Palabras más, palabras menos, y al margen del marco histórico plagado de numerosas anécdota, lo cierto es que el motor es el verdadero corazón de nuestro amigo, el auto, y el que (en definitiva) nos permite disfrutarlo a pleno.
El motor es, en palabras harto simplificadas, una máquina que puede convertir la energía que se encuentre almacenada de diferentes formas en su interior, como pueden ser combustibles, baterías o fuentes de otro tipo, en energía mecánica que finalmente termina realizando “un trabajo”, un “movimiento”. O sea que, básicamente, el motor transforma la energía química (de los combustibles) en energía mecánica que se traduce efectivamente en su eje de salida. Se produce de este modo una fuerza que provoca indefectiblemente movimiento. Esta capacidad de transformación energética tuvo su origen en las primeras máquinas de vapor, en las cuales la energía térmica era convertida en energía mecánica, para llegar a su apoteosis con la conversión de combustibles fósiles en la capacidad de desplazamiento. A partir de entonces, la difusión de los automóviles inició un crecimiento de proporciones exponenciales, desde los tradicionales diseños que comenzaron a poblar con lentitud las calles de las grandes ciudades en la década de 1930 hasta los formidables prototipos modernos de variados diseños que recorren urbes y caminos en el siglo XXI.
Si tuviésemos que resumirlo en unas pocas palabras, podríamos decir que el funcionamiento del motor trata sobre lo siguiente: entradas y salidas (ver segunda imagen). En el apartado de “entradas” ubicamos al aire y los combustibles con el agregado del aporte hecho por sistemas auxiliares como los lubricantes, los sistemas de refrigeración y la energía eléctrica. Asimismo, dentro del bloque del motor ubicamos como “entrantes” a los diferentes sistemas de distribución, mecanismos pistón-biela-manivela y como resultante (o “salida”) tendríamos a la energía mecánica producida como derivado de todo lo anterior, dejando para lo último todo lo residual como pueden ser los gases de la combustión y el calor producido.
Motores los hay de todo tipo: están aquellos que consiguen la energía proveniente de fluidos (motores eólicos, hidráulicos, de aire comprimido, térmicos, etc.). Los hay también la energía de los sólidos y aquellos que terminan consiguiendo la energía de otras formas especiales (por ejemplo los motores eléctricos).
Las características generales de los motores se podrían clasificar de la siguiente manera:
– El rendimiento: es el cociente entre la potencia útil y la potencia absorbida. Es importante en este punto citar que la potencia no es otra cosa que la energía que se transfiere en función del tiempo de acción; por tradición, suele seguir expresándose en caballos de fuerza, pese a la preferencia mundial con utilizar al vatio como unidad de medición.
– Velocidad de giro (o nominal): ésta es la velocidad angular del cigüeñal, vale decir, el número de radianes por segundo a las que gira. Vale recordar que el radián es una medida angular equivalente a unos 57º sexagesimales.
– Potencia: es la resultante del trabajo que el motor es capaz de desarrollar a una determinada velocidad de giro en una determinada unidad de tiempo. La relación entre el peso y la potencia de un auto es una de las variables cardinales para definir la capacidad de desplazamiento en velocidad en tramos de extensión reducida. Este principio es el que permite a los autos de Fórmula 1 participar de los certámenes, dado que trasportan muy poco peso en el marco de una potencia muy elevada-
– Par motor: es finalmente el momento de rotación que acciona sobre el eje del motor y termina determinando su giro. Generalmente se mide en kilográmetros (kgm) o Newtons-Metro (Nm, también denominados joules en el sistema internacional).
Señoras y señores, con ustedes, el motor.
Trabajo publicado en: Ago., 2008.
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