Definición de Polinización
Licenciado en Biología
La polinización es el principal mecanismo de reproducción sexual en las plantas, y el único entre las angiospermas y gimnospermas. La polinización implica la transferencia del polen, que es el portador de células reproductoras o gametas masculinas, desde la antera, que es el órgano floral encargado de la producción de gametas masculinas, hasta el estigma, que es la parte superior del gineceo u ovario.
El ovario tiene forma de botella y está formado por varias partes: en el fondo de la botella se encuentra la gameta femenina, el cuello de la botella se denomina estilo y la “tapa” es el estigma, que es la parte receptiva del ovario.
Cuando el polen llega al estigma, queda adherido a él por sustancias pegajosas, comienza a germinar y a formar un delgado tubo que crece a través del estilo (“el cuello de la botella”) hasta alcanzar la gameta femenina. Dentro de ese tubo viajan las gametas masculinas, que serán las encargadas de fecundar a la gameta femenina para formar un embrión y una semilla.
En las gimnospermas, que no tienen flores, el proceso implica la transferencia de polen del cono masculino al cono femenino. Una vez que el polen llega al cono femenino, el proceso es muy similar.
Autopolinización y polinización cruzada
Existen dos formas principales de polinización: la autopolinización y la polinización cruzada.
La autopolinización ocurre cuando el polen de una flor se deposita en el estigma de la misma flor o de otra en la misma planta. Hay plantas que tienen flores perfectas, que tienen órganos femeninos y masculinos, y en estas plantas, hay riesgo de autopolinización.
La autopolinización conlleva la combinación de material genético de una sola planta, lo que hace que la descendencia tenga menor variabilidad genética que si fuesen descendientes de dos individuos diferentes. Esta situación puede llevar a una endogamia, donde los individuos se reproducen con hermanos o parientes muy próximos, o con sí mismos en el caso de las plantas con flores perfectas.
Desde luego, está situación no es benéfica para la supervivencia de la progenie, e incluso puede ser perjudicial porque además de disminuir la variabilidad genética de la especie (y por consiguiente, limitar su habilidad adaptativa), puede ocasionar que la descendencia tenga problemas genéticos y una pérdida de vigor. El efecto a largo plazo es el mismo que ocurre entre animales cruzados entre hermanos.
Por el contrario, la polinización cruzada implica la transferencia de polen entre flores de individuos distintos de la misma especie.
Muchas plantas han desarrollado estrategias para favorecer la polinización cruzada y evitar la autopolinización.
La estrategia más evidente es tener flores masculinas y femeninas en distintas plantas y la polinización es cruzada, no existe ni siquiera la posibilidad de que estas plantas se autopolinicen. Sin llegar a tener este grado de diferenciación, algunas plantas, como el pepino, tienen flores masculinas y femeninas ubicadas en diferentes partes de la planta, lo que dificulta la autopolinización.
Pero la mayor parte de las plantas dan flores que producen ambos tipos de gametas. En algunas especies, el polen y el ovario maduran en diferentes momentos. Estas flores hacen que la autopolinización sea casi imposible.
Si el polen madura antes que el ovario, o viceversa, no ocurrirá la autopolinización; dado que cuando el polen está maduro el ovario no lo está. En este caso, también la polinización deberá ser cruzada.
Otras especies han desarrollado características físicas que dificultad la autopolinización, como tener anteras más cortas que el estilo. De esta forma, el estigma queda por encima de las anteras, y el polen que cae de ellas no llega al estigma (que está más alto).
Vectores de polinización
Todas las barreras a la autopolinización tienen la ventaja de que favorecen la polinización cruzada y aumentan la variabilidad genética de la descendencia, también plantean el problema del trasporte del polen de una flor a otra.
Este problema es particularmente relevante si tenemos en cuenta que las plantas son organismos casi inmóviles.
Aquí entran en juego los vectores de polinización. Un vector es un agente que traslada algo de un sitio a otro. En el caso de un virus, por ejemplo, el virus del dengue, el vector es el mosquito, que lo único que hace es trasladar al virus de un infectado al siguiente.
En el caso de las plantas, el vector de polinización tiene la función de trasladar el polen desde las anteras de una flor al estigma de la flor receptora.
Hay varios tipos de vectores de polinización, y pueden ser agentes del medio físico, como el viento y el agua o agentes bióticos, es decir, otros seres vivos. En este último caso también se los llama polinizadores.
Los insectos son los polinizadores más comunes, pero también las aves y los murciélagos son polinizadores relevantes para algunos tipos de plantas.
Si el polen es dispersado por el viento, el tipo de polinización se conoce como anemofilia. Si el agua es el agente dispersor, se denomina hidrofilia y si hay un polinizador, zoofilia.
Así, se puede hablar de polinización anemófila, hidrófila o zoófila.
Los tipos de polinización anemófila e hidrófila son ineficaces porque la planta lanza al viento o al agua el polen, sin garantías de a dónde va a ir a parar. Esto requiere producir grandes cantidades de polen, porque mucho terminará en lugares inadecuados y se perderá.
Con la polinización zoófila, el proceso es más eficiente y específico.
Muchos insectos prefieren las flores de ciertas especies, ya sea porque se alimentan de ellas, porque les atrae su néctar, su aroma o su color. Esto, para la planta es una ventaja, porque el insecto no irá a cualquier flor, sino a otra de su misma especie.
La polinización zoófila es más eficiente, porque requiere menos cantidad de polen y es especifica, porque el insecto que traslada el polen es muy probable que siempre visite flores de la misma especie de planta.
Para atraer a sus polinizadores (y para evitar que se equivoquen de flor y visiten la de otras especies) las plantas producen flores patrones de colores y aromas distintivos, y, además, producen una sustancia azucarada: el néctar, que es la recompensa que se lleva el insecto por su servicio de polinización.
Cuando el insecto visita la flor para obtener el néctar, la planta lo cubre de polen.
Esta asociación entre plantas e insectos es lo que permitió la asombrosa diversidad y éxito evolutivo de insectos y de angiospermas (las plantas con flores) y ha originado una coevolución de las plantas con su polinizador, en la que ambas especies se adaptan a los cambios evolutivos de la otra.
Art. actualizado: Mayo 2024; sobre el original de diciembre, 2013.
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