Significado de prejuicio Definición, origen y ejemplos

Definición formal
El prejuicio es una valoración anticipada y tendenciosa, expresada con un tinte negativo a partir de lo que uno sabe y, paralelamente, desconoce.
Influenciado a nivel individual por las experiencias propias y el contexto social, es una autolimitación cultural en oposición a la posibilidad de cambio o de que se puede estar equivocado. Del latín praeiudicium, se puede traducir como juicio previo, estando construido a partir del prefijo pre- que indica anterioridad, e ius, que refiere a la justicia.
Prejuicio racial
Cuando alguien manifiesta una actitud de rechazo hacia una persona o colectivo de distinta raza, es muy probable que dicha actitud tenga una raíz ideológica: creer que ciertas razas son de alguna manera inferiores.
Los prejuicios raciales constituyen un fenómeno social ampliamente extendido y en la mayoría de ocasiones van acompañados de una serie de pautas de conducta: intolerancia, expresiones de odio, discriminación o segregación, etc. Como es lógico, esta situación puede desencadenar actos violentos y un clima de convivencia conflictivo. En cualquier caso, el origen de este tipo de prejuicio es la ignorancia.
El individuo racista tendría que pensar que muchas de las cosas que consume a diario pueden estar hechas por personas de otra raza, que la discriminación racial alimenta el odio y que el sentimiento de superioridad racial es un claro síntoma de inseguridad.
El origen de los prejuicios
En un ambiente en el que se discrimina a un colectivo es muy probable que una persona se contagie y acabe despreciando al colectivo marginado. Así mismo, si alguien es educado por unos padres que juzgan a los demás sin conocerlos, es muy probable que adopte una conducta prejuiciosa. En otras palabras, el ambiente y la educación familiar son los principales factores que condicionan los distintas formas de prejuicio.
Hay otro elemento que interviene en este tipo de valoraciones: la necesidad de encontrar una categoría o etiqueta para casi todo. Así, con una etiqueta predeterminada tenemos la falsa creencia de estar comprendiendo cualquier realidad.
Al pensar con categorías cerradas evitamos enfrentarnos a la complejidad de la realidad. En el lenguaje corriente se emplean habitualmente algunas etiquetas simplificadoras: los gitanos son vagos, los chinos son trabajadores, los alemanes son puntuales, los andaluces son alegres, etc.
En todas estas valoraciones se prejuzga a un colectivo o raza, pero tal idea no se corresponde con la realidad (hay vagos, trabajadores, puntuales y alegres en todas las culturas y resulta imposible utilizar una calificación que englobe a una comunidad).
Ejemplos para entender el prejuicio desde la historia
En la historia de la humanidad los prejuicios han tenido y tienen un papel destacado.
– Los antiguos griegos creían que ciertos trabajos eran indignos y solo podían realizarlos los esclavos.
– Para la mentalidad de los antiguos romanos los pueblos que vivían más allá de sus fronteras tenían una categoría humana inferior y por este motivo les llamaron bárbaros.
– Según las creencias del hinduismo, quienes forman parte de la casta de los parias son personas inferiores por naturaleza.
– Cuando los europeos entraron en contacto con otras civilizaciones en América u Oceanía pensaron que eran infrahumanos y por este motivo creyeron que su dominación e imposición cultural era totalmente legítima.
– Por último, en la mayoría de culturas la mujer ha tenido un rol social inferior al del hombre (esta forma de discriminación se ha basado en un prejuicio: la inteligencia femenina no es igual a la masculina).

