Definición de Reloj Biológico
Todos los seres vivos tienen un sistema que establece sus ritmos vitales. Este mecanismo interno es conocido como reloj biológico y, como es lógico, también afecta a los humanos.
Un reloj que se distingue en cada fase de la vida
Estamos sometidos a ciclos vitales diversos (los de la gestación, la noche y el día o los latidos del corazón) y todos ellos funcionan como si fueran un reloj. El regulador de dicho reloj se encuentra en nuestro cerebro, concretamente en la región del hipotálamo, en la cual se realiza una interacción con el medio ambiente externo que va marcando nuestros ritmos como especie y como individuos concretos.
El reloj biológico comunica señales temporales a nuestro cuerpo. Este proceso se realiza a través de señales de salida, que son neurotransmisores o señales nerviosas que envían información a otras zonas. Al mismo tiempo, para que esto se produzca es necesario que intervenga la melatonina, una hormona situada en la glándula pineal de nuestro cerebro. Así, el reloj de nuestro cerebro recibe señales externas (por ejemplo, la luz o la oscuridad del exterior), después procesa la información y emite mensajes al propio cerebro y a los distintos órganos.
Un calendario interno
Este reloj mantiene una programación horaria del cuerpo. Tenemos, por lo tanto, un calendario interno que funciona por la acción de la melatonina mencionada y de los neurotransmisores implicados. Estos dos mecanismos intervienen en los procesos de reproducción de algunas especies (por ejemplo, en los períodos de celo).
La melatonina no es una hormona que permanezca estable. De hecho, en los humanos varía en la pubertad y en la vejez y por este motivo nuestro ritmo vital en ambos periodos es muy singular.
Cada persona tiene su propio reloj
Cada persona tiene pequeñas variaciones en su reloj biológico. Hay individuos que tienen más energía al levantarse y a lo largo del día la van perdiendo y serían personas diurnas. En cambio, otros se despiertan con menos energía y durante la noche tienen más vitalidad, por lo que son más nocturnos. Esta cualidad matutina o vespertina se denomina cronotipo y es muy común que cambie desde la infancia a la pubertad y con el envejecimiento se regrese al cronotipo propio de la infancia.
A medida que los humanos nos hemos desvinculado de los ciclos ambientales debido a la luz artificial, hemos perdido las referencias naturales.
Por último, no hay que pensar que la luz y la oscuridad son las únicas señales que ponen en hora nuestro cuerpo, sino que nuestra forma de vida puede modificar los ritmos vitales.
Trabajo publicado en: Abr., 2015.
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