Definición de Uberización
Periodista esp. e investigador
Uber, el servicio de contratación de coches particulares con chófer, similar al del taxi, pero cuyo concepto originario era que fueran amateurs (entendiendo a los taxistas como profesionales) sin licencia quienes ofrecieran el servicio, no solamente ha revolucionado en parte el modelo económico de los servicios, sino que ha generado una gran polémica en varios sentidos.
Los taxistas ven a los choferes de Uber como intrusistas profesionales que operan ofreciendo servicios de transporte sin disponer de licencia en un entorno fuertemente regulado, pero no son los únicos que se quejan de este nuevo modelo de negocio.
Las autoridades fiscales también ven un problema en una actividad que se lleva, como en el caso de AirBnB (otro servicio que “uberiza” el alquiler de viviendas), los impuestos a otros países que ofrecen un mejor régimen impositivo, con lo cual la compañía que presta el servicio puede pagar menos impuestos y no contribuye en muchos de los países en los cuales sí recauda dinero para sus arcas.
La “uberización” de los servicios es, para algunos, la revolución en la forma en la que estos son ofrecidos, de una forma que se conoce como economía colaborativa, mientras que para otros son la precarización de estos, con contratos basura que implican muchas horas de trabajo por un sueldo escaso, y una fuga de impuestos hacia paraísos fiscales.
Pese a que el nombre de esta tendencia en los negocios tecnológicos deriva directamente de la empresa Uber, tal vez la más exitosa en este tipo de emprendimientos tecnológicos, hay miles de exponentes de esta forma de hacer las cosas, siendo otra empresa también famosa la ya antes mencionada AirBnB.
Un rasgo diferencial de la uberización es que es un modelo de negocio que dice poner al alcance de cualquiera la prestación de un servicio determinado, y no solo de los profesionales del sector.
En el caso concreto de Uber, este servicio es el de transporte. No es necesario tener licencia de taxi o ser un chófer profesional para darse de alta como chófer de Uber, puede hacerlo cualquiera que tenga un coche.
Así, uno puede preguntarse: “¿y cómo evalúo la capacidad de uno de estos conductores?” Muy simple: con otra característica de este tipo de servicios, las evaluaciones y los comentarios de sus clientes anteriores.
Tanto Uber como AirBnB o los demás servicios que echan mano de un modelo uberizado, permiten a los usuarios de su servicio puntuar y comentar el trabajo de quienes lo prestan, estableciendo de esta forma una suerte de ránking y haciendo que sean los propios clientes los que actúen a modo de “inspectores” del personal que utilizan para prestar el servicio.
Otra característica que define la uberización es que las transacciones económicas que se realizan para pagar el servicio se llevan a cabo en el marco de la misma plataforma de prestación.
Esto implica que rara vez se empleen sistemas de cobro tradicionales, siendo las nuevas formas de pago como Paypal entre otras, las más empleadas, aunque queda margen para el pago con tarjetas de crédito, pero el dinero se acaba gestionando siempre de forma electrónica.
Esto facilita que dicho dinero se vaya a cuentas en países distintos de aquellos donde se presta el servicio.
Con el tiempo, se ha ido viendo que estos “países distintos”, en realidad son paraísos fiscales, o bien países que, sin recibir esta denominación, presentan una fiscalidad más laxa para las empresas, como es el caso de Irlanda.
La uberización ha traído también el miedo a que desaparezcan las profesiones en cuyo sector entra este modelo.
En el caso de Uber, los taxistas temen por la bajada de su volumen de negocio, lo que redunda en una precarización de sus condiciones (tienen que trabajar más para ganar lo mismo que antes, o ni siquiera llegan a conseguirlo), y que también acaba comportando pérdida de puestos de trabajo.
En cambio, los defensores del modelo se refieren a una reinvención del sector, a su democratización (en el caso concreto de los taxis, citan la fuerte regulación del sector como algo no deseado por la mayoría de la gente y nefasto para el libre mercado), y a diversos beneficios sociales, como la igualdad de oportunidades a acceder a trabajar a dichos sectores.
Las empresas que prestan el servicio uberizado no contratan a quien lo acaba prestando, ni poseen aquello objeto del servicio.
Por ejemplo, quienes se anuncian como chóferes en la plataforma Uber no lo hacen oficialmente como trabajadores de la empresa, sino que su relación es como un freelance que cobra estrictamente por los servicios prestados, y no con un sueldo fijo.
Uber tampoco posee los coches con los que se prestan los servicios (por lo menos, no hasta hace poco, aunque la empresa ahora se está haciendo con una flota de vehículos en algunos lugares); AirBnB no posee los habitajes que se pueden contratar a través de su servicio, ni contrata quienes te atienden en ellos (a diferencia de los hoteles).
Para poder introducirse en sectores fuertemente regulados, las empresas que echan mano de la uberización tienden a aprovechar lagunas legales o actuar en un ámbito que no queda claro.
Esto ha provocado que las administraciones públicas hayan tardado a reaccionar ante el reto que suponen estas nuevas iniciativas, y cuando lo han hecho han sido normalmente favorables al “viejo orden”.
En el caso de Uber -así como en el de AirBnB- han sido dictadas diversas sentencias adversas a la compañía que la alejan de poder prestar servicios como lo ha venido haciendo hasta ahora en diferentes ciudades del mundo, pero en general la justicia ha tardado años en dictar sentencias, y no en todas partes ha llegado a hacerse.
El próximo sector susceptible de ser uberizado es el de los servicios financieros, un proceso que de hecho ya ha empezado pero de una forma más lenta.
Aunque el modelo con el que la uberización tomará al asalto el sector financiero no se ceñirá del todo a los cánones básicos, sí contendrá muchos de los mismos elementos (evidentemente, no será cualquiera quien podrá montar un banco…).
Empresas como Paypal o el nacimiento y éxito del Bitcoin, nos dan ideas de por donde pueden ir los tiros.
Fotos: Fotolia – frol / nyul
Trabajo publicado en: Abr., 2018.
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