Definición de Amatista
Las piedras preciosas o gemas son estudiadas dentro de una disciplina, la gemología. Ésta, a su vez, forma parte de las llamadas ciencias geológicas. La descripción de la amatista debe entenderse en el marco de estas coordenadas científicas.
Etimológicamente esta palabra proviene del griego, concretamente del vocablo amethystos, que quiere decir «no borracho» o «que combate la embriaguez». Esta curiosa denominación se debe a que los griegos creían que esta piedra servía para reducir los efectos del alcohol.
Se trata de una variedad del cuarzo que presenta un característico color lila con distinta intensidad dependiendo de la cantidad de hierro que contenga. Asimismo, es muy sensible al efecto del calor, el cual produce un cambio en la valencia del hierro y esto provoca una alteración de su color. En la escala Mohs que mide la dureza de los minerales, la amatista tiene un nivel 7 (el talco tiene una dureza con valor 1 y el diamante tiene un valor 10).
Proviene del magma, es decir, de las rocas fundidas por el efecto del calor. Este mineral se encuentra normalmente en filones junto a otros minerales.
En cuanto a su localización, hay yacimientos en Australia, Brasil, Estados Unidos, Bolivia y Argentina.
Un mineral muy valorado en la joyería
Hay constancia histórica de esta piedra desde los tiempos más remotos. Los antiguos egipcios ya la empleaban como piedra ornamental para fabricar joyas y objetos decorativos (se cree que esta gema se encontraba en uno de los anillos de Cleopatra).
En la actualidad el valor de la amatista está directamente relacionado con su color y brillo. La variante siberiana y la «Rose de France» son las más cotizadas en el mundo de la joyería.
Dimensión simbólica
En la Biblia se hace referencia a la amatista, pues era una de las piedras asociadas a las doce tribus de Israel. Por otra parte, en algunas leyendas populares se cuenta que el anillo que José regaló a María llevaba una piedra de amatista. Esta circunstancia hizo que fuera considerada un símbolo de la sinceridad y la humildad.
Según la mitología griega el Dios Dionisio se enamoró de una joven llamada Amethystos, quien quería permanecer casta y pura. La diosa Artemisa decidió ayudar a la joven y la convirtió en una piedra blanca para así mantenerla alejada de la lujuria de Dionisio. Sin embargo, cuando Dionisio se acercó a la piedra y derramó sobre ella unas lágrimas de color púrpura la piedra se transformó en una amatista.
En la tradición cristiana medieval se empleaba como un símbolo de la castidad y la pureza y por este motivo los obispos y cardenales la llevaban en sus anillos.
Quienes creen en el poder curativo de las piedras sostienen que alivia el dolor, tiene un efecto antiinflamatorio, potencia la intuición y reduce los efectos del insomnio. Al mismo tiempo, se la considera la gema de la espiritualidad y la armonía. Se utiliza a menudo como un elemento que potencia la meditación.
Fotos Fotolia: Mist / Lainen
Trabajo publicado en: Oct., 2018.
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