Definición de Antivalores

Lilén Gomez
Profesora en Filosofía

Se llama antivalores o contravalores a una serie de valores sociales que, generalmente, se consideran negativos. Entendemos por valores a las cualidades que se estiman acerca de algo o alguien, por ejemplo, tener valentía, decir la verdad, comprometerse con los demás, etcétera.

Si bien todos los individuos estiman determinados valores, éstos no son siempre compartidos por todos ellos, sino que pueden variar de una persona a otra, de un grupo social a otro, o de una cultura a otra. En este sentido, lo que en un contexto dado se considera como un valor positivo, en otro contexto puede ser tomado como un valor negativo.

Polaridad y clasificación de los valores

La posibilidad de que ciertos valores entren en contradicción viene dada por la cualidad de la polaridad que caracteriza su constitución. De acuerdo con dicha cualidad, todos los valores se manifiestan bajo la forma de un valor positivo con su antivalor correspondiente. Por ejemplo, —siguiendo la clasificación axiológica de J. Muñoz en Materiales para una ética ciudadana (1998)—, al interior de los valores religiosos, lo santo se opone a lo profano; de los espirituales, la falsedad se opone a la verdad (lógicos), lo injusto a lo justo (éticos) y lo feo a lo bello (estéticos); de los virtuales, lo débil a lo fuerte; y, por último, al interior de los valores útiles, lo desagradable se opone a lo agradable, lo inadecuado a lo adecuado, y lo inconveniente a lo conveniente.

Otra clasificación posible, de acuerdo con las distintas dimensiones del ser humano, propone como categorías a:

(I) los valores corporales, frente a los cuales los antivalores son aquellos que atentan contra la integridad física, a saber, el hambre, la enfermedad, el agotamiento.

(II) los valores intelectuales, a los que se oponen como antivalores aquellos que obstaculizan el desarrollo cognitivo, como el analfabetismo, la ignorancia o el dogmatismo.

(III) los valores individuales, cuyos antivalores niegan la autonomía y libertad de las personas, por ejemplo, en la obediencia.

(IV) los valores morales, relativos al bien y al deber, ante los cuales la mentira, la injusticia o la violencia se consideran antivalores.

(V) los valores estéticos, respecto de los cuales lo desagradable o lo feo constituye un antivalor; los valores sociales, vinculados con las interacciones del individuo en sociedad, por lo que sus antivalores son aquellos que ponen en tensión los lazos interpersonales, como el individualismo o el egoísmo; (vi) los valores ecológicos, abocados al cuidado del ambiente, cuyo contrario es su destrucción.

(VII) los valores económicos, vinculados con la distribución justa de los recursos materiales, frente a la cual se oponen como antivalores la acumulación y la carencia excesivas, así como el consumismo y la miseria.

(VIII) los valores religiosos, con los cuales confronta el ateísmo.

Valores y sociedad

Cada grupo humano, sociedad o cultura produce y reproduce determinados valores, considerados como positivos. Mientras que los valores consisten en caracteres que son considerados deseables, por lo que se aspira a ellos; por su parte, los antivalores son rechazados, puesto que suponen un perjuicio. No obstante, la carencia de un valor no implica necesariamente la presencia de su antivalor correspondiente; sino que valores y antivalores pueden darse independientemente.

La época actual ha sido caracterizada, desde diferentes teorías, como un momento de “crisis de los valores”, propia de las sociedades modernas. Otra lectura posible al respecto señala que no se trataría de una crisis de valoración, sino de una manifestación de los valores sobre los cuales se apoya la sociedad bajo los términos del modo de producción capitalista. En este sentido, en la medida en que la sociedad se halla dominada por la acumulación del capital, ésta no admite otros valores, puesto que dicha acumulación impone como condición la profundización de las desigualdades entre los individuos.

Por lo tanto, no cabría hablar de sociedades sin valores, puesto que toda sociedad se regula siempre por un orden simbólico en el que se articula normativamente un deber-ser; dicha expresión, en rigor, haría referencia al trastocamiento de unos valores por otros.

Por: Lilén Gomez. Profesora en Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Desempeño en el ámbito de la docencia y la investigación, en áreas de la Filosofía Contemporánea.

Art. actualizado: Julio 2022; sobre el original de marzo, 2010.

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