Batalla de Kadesh - Definición, Concepto y Qué es
Periodista esp. e investigador
El antiguo Egipto faraónico tuvo momentos de gran esplendor, también en el campo de batalla, contra enemigos que eran tan poderosos como el mismo país de las pirámides. Uno de esos momentos fue la Batalla de Kadesh.
La Batalla de Kadesh fue un enfrentamiento ocurrido en 1274 antes de Cristo en la ciudad homónima, situada al este de la actual Siria, entre fuerzas egipcias e hititas por el control de la región.
El faraón egipcio era Ramsés II, conocido como “Ramsés el grande” porque su reinado fue una época de oro para Egipto en muchos aspectos, además de que reinó durante la nada despreciable cifra de 66 años, falleciendo a los 87 años (cuando la esperanza de vida no iba mucho más allá de los 40…), mientras que el soberano hitita era Muwatalli II.
Kadesh tiene, además, la virtud de haber sido la primera batalla documentada por las fuentes antiguas, aunque la primera batalla como tal de la que se tiene noticia es la de Megido. La propaganda egipcia se encargó de presentar Kadesh como un gran triunfo de Ramsés, gracias a los cual disponemos de abundantes fuentes.
La batalla se produjo fruto de las escaramuzas provocadas por los hititas en la zona fronteriza, y al ascenso de Egipto como potencia militar.
Ramsés fue un faraón guerrero, que venció a los piratas Shardana en una batalla naval en el delta del Nilo, y que realizó expediciones exitosas contra los territorios nubios del sur. Muwatalli temía que un día, el poder egipcio se girara en contra de Hatti para reconquistar la zona de la actual costa de Siria, tradicionalmente posesión egipcia que los hititas habían conquistado durante el convulso reinado del faraón Akenatón.
Es por ello que empezaron a poner a prueba a sus tradicionales enemigos mediante pequeñas incursiones y escaramuzas.
Ramsés entendió que tenía un problema que se agravaría en el futuro si no hacía nada por atajarlo, así que decidió emprender una expedición militar punitiva que le permitiera, además, recuperar los territorios perdidos hacía unas generaciones, e incluso penetrar en territorio hitita para ampliar sus dominios.
Ramsés llevó al combate cuatro divisiones, nombradas cada una de ellas por uno de los dioses del panteón egipcio (Amón, Ra, Set y Ptah), totalizando 20.000 infantes y 2.000 carros. Los hititas prácticamente duplicaban dicha cifra: 40.000 infantes y 3.700 carros.
Los carros de la época, tirados por uno o dos caballos, provocaban tanto pavor en los soldados enemigos como un tanque en la actualidad.
En esos carros generalmente montaban dos o tres soldados; uno de ello se ocupaba de los caballos, mientras que el otro o los otros dos utilizaban un arco y flechas o bien lanzas para atacar a los enemigos.
Los que no eran alcanzados por los proyectiles, podían sucumbir por la misma embestida de los carros, ya fuera pisoteados por los caballos, o bien golpeados por la estructura del carro en sí.
El objetivo de Ramsés era hacerse con la estratégica ciudad de Kadesh, cosa que Muwatalli sabía perfectamente.
Así que el hitita decidió hacer frente al egipcio en la misma frontera para no cederle ni un palmo de su territorio, demostrando fortaleza.
Ramsés decidió comandar una avanzadilla conformada por una de las cuatro divisiones, de unos 5.000 soldados para acampar en las inmediaciones de la ciudad de Kadesh y empezar a preparar la campaña, viendo directamente el campo de la que debía ser su primera batalla.
El faraón realizó este movimiento en contra de la voluntad de sus generales y su visir, que preferían marchar con todo el ejército conjuntamente, sin dividir las tropas.
Probablemente, Ramsés esperaba pillar a Muwatalli por sorpresa, pero…
Las tropas egipcias capturaron a exploradores hititas que, tras sufrir las torturas de rigor de la época, confesaron la localización de las fuerzas hititas, escondidas tras la ciudad de Kadesh.
Dándose cuenta de su error, Ramsés hizo avisar a los otros tres cuerpos de ejército para que aceleraran su marcha; si los hititas pillaban a los egipcios con tal diferencia de números y conseguían matar al faraón o capturarlo, el desastre para el reino de las pirámides sería de dimensiones épicas.
Muwatalli, bien informado por sus exploradores sobre la situación, decidió entonces realizar una jugada maestra: en vez de atacar el campamento de Ramsés, donde todos los ojos debían estar alerta, decidió lanzarse sobre las divisiones que aceleraban su marcha hacia al norte.
El rey hitita debía ser consciente de que la única preocupación de estas sería llegar cuanto antes y, por ello, podría pillarlas con la guardia baja además de más desorganizadas, por la premura de la marcha.
Los carros hititas se lanzaron en pos de la división Ra, de la cual masacraron la infantería, aunque los carros egipcios de esta unidad lograron huir acelerando el paso hacia el campamento de la división Amón comandada por Ramsés.
Los carros hititas giraron hacia el norte con la intención de perseguirlos y, ya de paso, arrasar el campamento real de Ramsés.
No obstante, el ejército hitita era tan vasto que Muwatalli no podía pagar a los soldados, por lo que les había prometido que podrían quedarse con buena parte del botín obtenido de los egipcios, así que muchas tripulaciones de los carros hititas se desentendieron de la batalla al llegar al campamento egipcio, y se dieron al pillaje.
Ramsés, que era un militar de carrera formado desde su más tierna infancia, lideró un contraataque que se demostró devastador, sabiendo infundir ánimo a sus tropas que pusieron en fuga a los carros hititas y los diezmaron.
Muwatalli lanzó entonces el resto de sus carros sobre el campamento egipcio. estos estaban frescos, y esperaba así poder acabar con las tropas del faraón antes de que las otras dos unidades egipcias aparecieran por el horizonte.
Desgraciadamente para los intereses hititas, las dos divisiones restantes del ejército egipcio aparecieron y presentaron batalla.
Fue en este punto cuando la batalla finalizó de común acuerdo entre ambos contendientes.
La Batalla de Kadesh terminó técnicamente en tablas, aunque Ramsés II la convirtió, de forma interna, en una apoteósica victoria de Egipto, magnificando su papel (que, sin duda, había sido muy importante) y convirtiéndola en una pavorosa derrota hitita y una muestra de su magnanimidad para con los enemigos.
Las estelas egipcias lo presentan enfrentándose prácticamente en solitario a las tropas hititas, y dirigiendo a grandes grupos de prisioneros del ejército de Muwatalli.
En realidad, y si bien el enfrentamiento liquidó las aspiraciones hititas de avanzar más territorio por la zona de la costa de la actual Siria, impidió también a los egipcios recuperar estos territorios.
El tratado de paz posterior entre Ramsés y Muwatalli es también el primero del que se tiene constancia en la historia.
Foto: Fotolia – Erica Guilane-Nachez
Trabajo publicado en: Jul., 2018.
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