Definición de Caballo
Título de Profesora de Biología
El caballo es un mamífero cuadrúpedo, perisodáctilo, perteneciente a la familia de los équidos. Sus principales características físicas son: un gran porte, aproximadamente mide 1,5 m de altura, sus patas terminan en un solo dedo que tiene una uña llamada casco, la cabeza es alargada, las orejas relativamente pequeñas, su cola es larga y presenta crin en el cuello.
El tamaño de los caballos varía considerablemente entre las diferentes razas y también en ello mucho tendrá que ver la nutrición. Existen tres tipos: pesados o de tiro (entre 163 y 183 cm), ligeros o de silla (entre 142 y 163 cm) y ponis y razas miniatura (no superan los 147 cm). La capa de un caballo refiere a la coloración de su pelaje, aunque existen grandes variaciones las principales capas son: alazán, albino, apalusa, bayo, blanco, castaño, mulato, isabelo, palomino, pía, roano y tordo. Por su lado, los aires de un caballo son las diferentes formas que tiene el mismo de desplazarse, siendo tres las mismas: paso, trote y galope. Esas maravillosas criaturas de robusta musculatura, seductoras crines y comprensiva mirada, cuyo brioso garbo ha reescrito el curso de la humanidad en más de una ocasión, y que pese a muchos cuestionables contextos aún siguen ofreciéndonos un gran cúmulo de bondades como:
1) transporte en los ámbitos rurales;
2) asistencia laboral en las granjas;
3) recursos biológicos para la investigación científica, como para el desarrollo de vacunas;
4) la sosegante compañía de relaciones espirituales profundas y duraderas;
5) mecanismos de esparcimiento de diversa índole;
6) en algunas conservadas regiones, una fuente alimenticia de proteínas de alta calidad.
En la actualidad, en buena medida, los caballos se emplean para llevar a cabo prácticas deportivas como consecuencia de sus grandes condiciones atléticas. Los deportes más populares que emplean caballos son: polo, pato, salto, doma clásica, doma vaquera, horseball, concurso completo, cross, coleo, entre otros.
A la hembra de los caballos se la denomina yegua, a la cría de caballo-yegua, potros o potrillos en el caso de ser machos y potrancas si son hembras. A la cría y empleo del caballo por parte del hombre se lo conoce como ganadería equina o caballar. La domesticación de este animal se remonta a la prehistoria, probablemente a la Edad de Bronce.
Si bien el expuesto anteriormente es el uso más frecuente que presenta el término, también se lo emplea para referirse a: la pieza del ajedrez con forma de caballo, la cual es la única capaz de saltar sobre la demás; al aparato gimnástico que se encuentra formado por cuatro patas más un elemento superior alargado que culmina en punta y que se salta apoyando las manos. Y en la jerga de las drogas, caballo se le llama a la heroína.
Mucho más que un transporte
Partiendo desde tiempos de las tribus originarias del corazón del continente asiático, hace unos 3.500 años atrás, en donde posiblemente comenzó a despertar en el humano la curiosidad por los equinos primitivos y el deseo por su domesticación, se dio origen a una estrecha relación que progresivamente fue promoviendo la transformación incluso de los linajes genéticos de los cuales proceden los caballos modernos, habiendo sido nuestra influencia sobre ellos tan relevante como la nuestra para su estirpe.
Desde entonces, las ventajas de contar con el apoyo de estos animales, debido a su voluntarioso carácter y su bajo nivel de fiereza que permitieron su adiestramiento, fueron rápidamente extendidas hacia todos los rincones del mundo, a medida que la humanidad se iba interrelacionando entre sí, haciendo posible el propio traslado de las personas de un pueblo a otro, reduciendo la fatiga de los más largos recorridos al poder transportar las cargas pesadas y hasta a las mismas personas, hecho que rindió viable la posibilidad del establecimiento de las extensas rutas comerciales que sirvieron de base para la creación de una economía del mundo, mientras que los poseedores de caballos eran vistos con un estatus superior, cimentado sobre el potencial laboral y económico del que gozaba, gracias a los caballos, cualidad que aún hoy en día sigue siendo apreciada socialmente del mismo modo en la mayoría de las culturas modernas.
Esta capacidad de carga de los equinos permitió, además del abastecimiento de los poblados y el intercambio de bienes y productos entre ellos, también el incremento en el potencial de defensa y ataque entre las naciones, fortaleciendo el desempeño de los ejércitos y, seguramente, avivando aún más el deseo de conquista en quienes se regían como imperios debido a su implacable caballería.
Por algo los caballos de fuerza
Con destinos no menos sacrificados, los caballos en el desarrollo de las labores y oficios previos a la invención de los primeros automóviles, redujeron considerablemente la necesidad del esfuerzo físico humano, transfiriéndole su potencia muscular al movimiento de engranajes y poleas, en casi todo tipo de artefactos, lo que sin duda alguna contribuyó de manera contundente en el incremento progresivo de la productividad y, en lo que poco se ha mencionado, en el propio promedio de vida de las personas, como consecuencia de la disminución de los factores de riesgo físico y sobre esfuerzos que deterioraban la salud desde muy temprana edad.
La proporcionalidad del trabajo realizado viene matemáticamente establecida en función de la fuerza necesaria para lograr un desplazamiento dado, según lo cual, la capacidad de trabajo en cualquier menester comenzó a ser evaluado en base a la cantidad de caballos dispuestos al servicio de la noble labor, habiendo sido un hecho tan relevante que aún, en su honor, se conserva en uso la relación de los caballos de fuerza como unidad de cálculo universal, para indicar el potencial de trabajo de cualquier artefacto con movilidad aunque sea ejercida de manera autónoma.
Del susurro en el oído a la terapia equina
Aunque para algunas culturas y recetas gastronómicas, la carne de caballo siga siendo una irreemplazable exquisitez, su empleo como fuente primordial de proteínas sí que se ha visto considerablemente mermado, quedando la mayoría de los criaderos de caballos avocados hacia el usufructo benéfico de estos animales para el desarrollo de los deportes ecuestres, como el polo, la equitación y las cada vez más controladas carreras de caballos, o bien para actividades aún más profundas como las terapias físicas y emocionales que son capaces de ofrecernos, mediante el beneficio que confieren al equilibrio, la fuerza muscular y la coordinación, a través de la sincronía que demanda la monta a caballo, por medio de un vaivén que estimula por demás el desarrollo de la confianza mutua y la auténtica empatía desinteresada.
Art. actualizado: Oct. 2024; sobre el original de febrero, 2011.
Referencias
Contissa, F. (2022). La historia concisa de las carreras de caballos. Lecturas: Educación Física y Deportes, 27(292).Córdoba, M. M. V., Alcalá, A. M., Franganillo, A. R., & Alzaga, E. (2000). El libro genealógico en la conservación y mejora equina. Archivos de zootecnia, 49(185), 125-133.
Raulff, U. (2018). Adiós al caballo. Taurus.
Rodríguez Garrido, N. (2022). El Libro de los Caballos en la formación de" Reyes, prinçipes e altos sennores"(siglos XIV y XV). eHumanista, 52.
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