Definición de Contrato Inteligente
Periodista esp. e investigador
Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC, por sus siglas) están pensadas tanto para acceder más fácilmente a la información a todos los niveles y para poder incrementar nuestras fuentes, como para automatizar tareas.
La automatización nos permite dejar de lado muchas tareas repetitivas, a las que a partir de un determinado momento ya no tenemos que prestar atención, en favor de dedicar ese tiempo ahorrado a tareas que requieran de nuestra creatividad.
Entre las tareas que podemos ahorrarnos se encuentra la de verificación y realización de tareas que puedan ser hechas a través de computadora mediante Internet, correspondientes al cumplimiento de las cláusulas de un contrato. Es lo que se llama “contrato inteligente”.
Un smart contract consiste en la plasmación en forma de programa informático, de un contrato entre dos o más partes. Se utiliza para la ejecución de acciones de forma automática en casos de cumplimiento o no cumplimiento de las cláusulas.
Antes de profundizar en la explicación, y para aclarar conceptos, pongamos un ejemplo: imaginemos que debemos firmar un contrato entre varias personas que prevé que, cuando cada una de ellas ingrese una determinada cantidad en una cuenta corriente, se constituirá una sociedad y se realizará un reparto de acciones acorde con las cantidades ingresadas por cada una de las personas participantes.
Esto, sin el concurso de un sistema que permita el uso de smart contracts puede requerir de una visita al abogado o notario para firmar un acuerdo, seguida de sendas visitas a los respectivos bancos, y una o varias visitas al abogado o notario con un comprobante de que se ha realizado el ingreso con la cantidad apropiada.
Finalmente, puede ser necesario aún otra visita para firmar el contrato definitivo una vez realizados los trámites anteriores, con el reparto de participaciones correspondiente ya correctamente realizado.
Pero ¿qué pasa si contamos con un contrato inteligente? Pues que una vez realizados los correspondientes ingresos, los sistemas informáticos de los bancos podría avisar de forma automatizada (por ejemplo mediante un e-mail, un mensaje SMS o una petición HTTP) al sistema que aloja el contrato, el cual, y una vez realizados todos los ingresos, llevaría a cabo el reparto de las acciones, e incluso podría llegar a establecer la sociedad de forma automatizada si el trámite estuviera previsto por la administración pública.
Todo ello, como vemos, ahorrando a todos los participantes un buen número de visitas al abogado o notario, y agilizando la ejecución de los trámites.
Los contratos inteligentes utilizan, en su base, la tecnología blockchain, la cual se ha demostrado altamente segura, hasta el punto de que su seguridad no ha sido nunca violada.
No es la única tecnología que permite la creación de contratos inteligentes, pero sí la más obvia y que tenemos a nuestra disposición a día de hoy.
Los smart contracts no son una entelequia que deba implementarse y utilizarse todavía, una promesa de futuro, si no que son una realidad palpable que ya se está utilizando, aunque en reducidas ocasiones.
Ello es debido a la novedad de la tecnología y de su uso, al desconocimiento de dicha posibilidad por parte del público final, al desconocimiento de la tecnología por parte del mundo legal, y cierta aversión por parte de quienes entienden en leyes a cambiar sus hábitos (no en todos los casos, pero sí en muchos).
Finalmente, las administraciones, incluidas la de justícia, funcionan a un ritmo más lento que la sociedad, por lo que todavía tardarán en reconocer, aceptar y apoyar este uso de la tecnología.
Como ejemplo de su uso puedo explicar el caso de una sociedad inscrita en el registro mercantil de Madrid (España) en junio de 2018 que utilizó un smart contract para constituirse después de que las partes presentaran un ingreso en forma de criptomoneda.
Foto Fotolia: Siberian
Trabajo publicado en: Ene., 2019.
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