Definición de Farsante

La palabra farsante se emplea extendidamente en el lenguaje corriente cuando queremos referirnos a aquella persona que finge determinados sentimientos o bien que aparenta ser aquello que no es, por ejemplo que es rico, cuando por el contrario es absolutamente pobre.

En tanto, al farsante también lo solemos denominar mentiroso o engañador. El concepto opuesto es el de honesto , que justamente refiere a aquella persona que es transparente y recta en su accionar.

Y por otra parte, la palabra farsante se puede emplear para denominar a aquel individuo, normalmente un actor, que representa farsas.

La farsa es una obra de teatro perteneciente al género de la comedia que se caracteriza por presentar un argumento insólito pero marcado por la realidad, rozando lo grotesco, en el cual los personajes se mueven y hablan de manera extravagante y rara.
A pesar de esto, la farsa dispone de una conexión con la realidad que es justamente lo que la hace creíble y también permitirá la identificación del público con lo que proponen sus personajes.

Generalmente, realizan duras críticas a la sociedad, sin embargo, la cuota de humor con la cual se la representa y expresa hace que esa crítica no repercuta de modo agobiante y duro en el espectador, incluso, hasta permite que cada cual se ría de una determinada situación estereotipada. Justamente por esa cuota de ironía y de crítica, la farsa, resultó siempre ser un desafío para cualquier dramaturgo, y claro, su manejo satisfactorio y exitoso significaba un gran valor para el autor en cuestión.

Cabe destacarse que la farsa tiene su origen en la Edad Media y surgió como una alternativa ante el aburrimiento que en el público más humilde generaban los dos géneros hasta ese momento dominantes, tal es el caso de las moralidades y el de los misterios. Por caso es que su inicio fue marginal y estuvo asociado a los estratos más bajos de la sociedad. Por otra parte, las primeras farsas abordaban muchísimo la cuestión religiosa pero desde una postura crítica, con lo cual fue muy resistida por aquellos fervientes religiosos que veían en ella una clara expresión de falta de respeto a la creencia religiosa.

También, la farsa, supo ser el apoyo de obras dramáticas, ya que se representaban en los espacios de descanso de los dramas, siendo bastante breves por esta situación.