Definición de Relativismo Ético

La ética es la ciencia que reflexiona sobre las normas que rigen el obrar correcto.

Es decir, el código ético ayuda a diferenciar entre aquellas acciones que son correctas y aquellas que no lo son. Sin embargo, la ética que es una rama de la filosofía muestra que tampoco existe una interpretación única sobre qué es la ética y cuáles son los principios universales para definir el bien.

Una posición ética que cuestiona la validez de principios absolutos en el obrar es el relativismo ético, es decir, una posición que concluye que nada es absolutamente bueno o absolutamente malo en todos los casos sino que la validez de una acción puede interpretarse dentro de un contexto determinado que aporta unas connotaciones concretas a ese modo de obrar.

Una ética subjetiva

El relativismo ético concluye que la moral está muy influenciada por los convencionalismos sociales que se dan en una cultura determinada y muestran las costumbres de un pueblo. Desde este punto de vista, para comprender la moral de un pueblo conviene atender a sus propias tradiciones. Unas tradiciones que no son universales sino específicas de un lugar determinado.

El relativismo ético relativiza incluso los principios morales que son más importantes. Uno de ellos, el principio de justicia que es básico para mantener el orden social. Lejos de creer en principios objetivos que pueden tener una validez universal, por el contrario, el relativismo ético muestra el poder de la subjetividad y del punto de vista personal.

La opinión personal

Quienes están en contra de esta forma de interpretar la ética concluyen que la verdad no es un concepto relativo que depende de la mera opinión personal sino que es un concepto absoluto que tiene validez en todos los casos posibles. Una verdad que dignifica al ser humano puesto que la realización del bien perfecciona a la persona al igual que el conocimiento de la verdad también le ayuda a crecer como persona.

Por el contrario, el relativismo ético llevado al extremo bien podría parecer una forma de actuar conformista en la que algo es bueno solamente «porque lo es para mí». Es decir, en la que se absolutiza el valor del punto de vista personal y subjetivo dando lugar a muchas interpretaciones posibles de una norma.