Definición de Rescate

El término rescate tiene múltiples acepciones según el contexto en que sea utilizado. Así, en un ámbito religioso, el rescate es la salvación espiritual de una persona, mientras que si se usa en referencia a un secuestro, entonces hablaríamos del pago exigido para liberar a la persona u objeto que se tenga como rehén.

Por otro lado, en caso de una tragedia o situación de peligro, se rescata a aquellos individuos que necesitan de ayuda ante la emergencia.

Junto a las acepciones anteriores, la palabra rescate está también muy ligada al mundo de las finanzas y la economía.

Un rescate financiero es la forma en que se denominan las inyecciones de liquidez que se insuflan a una entidad para intentar recuperarla de una quiebra o una situación de peligro, de forma que pueda solventar sus obligaciones en el corto plazo.

El dilema del rescate financiero

A raíz de la crisis económica de 2008 y sus consecuencias, los rescates financieros han estado a la orden del día, siendo aplicados tanto a entidades privadas como a la economía de países enteros. Por ello, se ha generado una amplia polémica en los círculos de expertos sobre si este tipo de rescates es realmente efectivo o si sólo sirven para solventar una situación coyuntural, pero sin que mantengan sus efectos positivos a largo plazo.

En cualquier caso, cuando se realiza uno de estos rescates suele tratarse por norma general de situaciones límite, en los que la posible caída de un sector estratégico podría tener un efecto dominó sobre el resto de la economía del país y hacer que los resultados negativos se multiplicasen. Ante esta situación el rescate financiero se presenta como una medida irreprochable para mantener el bienestar de una nación y reforzar la seguridad de su sistema económico.

Pero sin embargo, hay expertos que defienden que esas inyecciones monetarias no hacen sino desalentar a los dirigentes de las entidades afectadas de cara a tener más cuidado en el futuro. Al saberse una parte fundamental de la economía, no temen realizar movimientos arriesgados que pueden traer funestas consecuencias, ya que saben que siempre tendrán la red de seguridad del Gobierno esperándolos en su caída.

El problema de esta forma de pensar es que al final las consecuencias de estas acciones no las asume sólo el responsable de las mismas, sino el resto de la población que a través de sus impuestos ha de pagar el rescate.

Así, los rescates financieros siempre son observados bajo la lupa del dilema moral, debiendo colocar en una balanza los riesgos y beneficios que este tipo de acciones pueden acarrear para la economía de un país a largo plazo.

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